Jesús Fernández Osorio: «Las entrañas del Marquesado del Zenete; las minas de Santa Constanza (I)»

Si hay un pueblo granadino que ha desempeñado un papel fundamental en la historia económica de la provincia de Granada ese ha sido Alquife. En dicho enclave se explotarán durante más de cien años unas de las minas de hierro más importantes de España. Una explotación minera que se mantendrá en funcionamiento desde los años finales del siglo XIX hasta los últimos años del pasado siglo XX.

Toda una centuria de extracción, prácticamente ininterrumpida, que el año 1996 concluirá con su definitivo cierre y abandono. Desde entonces se ha tratado de poner en marcha distintas iniciativas empresariales –algunas poco lícitas–, acompañadas de sus farragosas y enrevesadas tramitaciones administrativas y de derechos legales, que, hasta el momento, no han conducido a su deseada reapertura. Si bien, en los últimos meses, al parecer, se está ultimando –ahora parece sí– un nuevo intento de puesta en marcha, a cargo de la empresa Minas de Alquife S.L.

Por lo demás, queda fuera de toda duda la importancia de la actividad minera en el resto de pueblos del Marquesado del Zenete. Una comarca natural en la que ya desde época romana eran conocidas las explotaciones de minerales de Jérez del Marquesado y de Lanteira. Recordemos la importancia del yacimiento fortificado de El Peñón de Arruta, para la defensa de las explotaciones mineras del entorno, en el primero de los pueblos citados y el recinto de El Cardal, en Ferreira. Por otra parte el nombre de algunos pueblos ya son suficientemente ilustrativos de la misma: Ferreira, cuyo topónimo ya alude al mineral de hierro o Lanteira (Argenteira) que lo haría a la plata.

En este punto, hoy nos centraremos en las principales iniciativas de extracción del mineral de cobre en la comarca. Mineral que, conocido desde la antigüedad, será objeto de diferentes tentativas de aprovechamiento desde mediados del siglo XIX, hasta que nos encontremos con la puesta en marcha de la fundición de las minas de Santa Constanza, por Pedro de la Puente Apecechea, en 1865. Incipiente experiencia extractiva, en el pueblo de Jérez del Marquesado (limítrofe con el término de Cogollos), que durará poco y quedará paralizada desde 1874.

La siguiente iniciativa, puesta en marcha en 1888 y que, lógicamente, también integrará a las minas de Santa Constanza, la llevará a cabo la empresa minera Sociedad Jérez-Lanteira, que surgirá de la confluencia de proyectos de un ingeniero francés, Emile Bontoux, y un “capitalista belga” llamado Hubert Meersmans (personaje que tendrá una importancia capital en la comarca desde ese momento). Así, El Defensor de Granada dedica toda su primera plana del miércoles 26 de marzo de 1890 a los nuevos horizontes que se empiezan a abrir en El Marquesado. Una comarca que, el principal diario de la provincia granadina, llega a calificar como “una de las regiones mineras más ricas de España. Buenas perspectivas que, además, se empiezan a completar con la construcción del ferrocarril en la zona. Por ello se detiene en explicar todos los pormenores del procedimiento de explotación, el estado de las obras y, sobre todo, del trabajo que ya supone para los necesitados jornaleros de los pueblos aledaños. Señalando, en este sentido, que “ha habido mes de tener ocupados en las obras más de ochocientos braceros; así es que desde que empezaron las obras no emigran los jornaleros de Gérez, Lanteira, Alquife, Cogollos, Albuñán y algunos de pueblos distantes, como lo hacían los años anteriores”. Por añadidura, el enorme estímulo de esta instalación minera, acelerará las expectativas de explotación del subsuelo en toda la comarca. Lo que conllevará que por todo el territorio se sucedan las reservas y delimitaciones de infinitas concesiones mineras. Pues, tal como se hacía constar, la empresa se habría comprometido a la compra de “cuantos minerales de cobre se les presenten”. Ya nos podemos imaginar la “fiebre del cobre” que se despertará entre los necesitados habitantes del Zenete.

Minas de Santa Constanza ::wwwgranadanatural.com

Pero, la empresa finalmente fracasó en su intento de explotación del cobre argentífero de Jérez. Según uno de los mejores conocedores del tema minero en la zona, el profesor Arón Cohen: “Fallaron muchas cosas en la tentativa Jérez-Lanteira: el tren, que se hizo esperar; la sequía que restó fuerza hidráulica […], pero por encima de todo, faltó el mineral en cantidad y calidad, lo que dejó al descubierto la orientación general de la empresa. Concluyendo de ese modo su corto recorrido, a pesar de la importantísima y novedosa apuesta industrial realizada, a mediados de 1894. Desde ese año en el yacimiento prácticamente solo se realizarán funciones de mantenimiento.

Habrá que esperar hasta mediados del siguiente siglo, en plena posguerra española, para que vuelva a entrar otra vez en actividad. Será a cargo de la Sociedad Española de Construcciones Electro-Magnéticas. Empresa que las mantendrá en funcionamiento desde 1944 hasta 1955. Aunque, siguiendo a Arón Cohen: “El mineral obtenido siempre fue en cantidades muy modestas, y, en gran parte, del lavado de las antiguas escombreras. Precisamente en esos años que siguieron a la Guerra Civil, dentro de la autarquía económica de España, se aprovecharán los minerales extraídos en Jérez del Marquesado para acuñar las primeras pesetas de la época. Y, según parece, será la misma empresa la que continuará explotando el lavado de las antiguas escombreras del cobre hasta el año 1963.

Unas primeras pesetas del régimen franquista, las conocidas como “rubias”, que serían acuñadas a base de una aleación de cobre y niquel, que vendrían a sustituir a las pesetas de papel republicanas. Monedas que se fabricarían en la ciudad de Córdoba pero tomando como base el mineral jerezano. Que previamente habría sido transportado en camión hasta la ciudad de Guadix y desde la capital comarcal, por ferrocarril, hasta la capital cordobesa.

Hoy día aún se puede contemplar, en un entorno natural impresionante, el importante legado minero-industrial de las minas de Santa Constanza. Todo un conjunto de maltrechos restos formados por la fábrica de fundición, pozos, galerías, castilletes, poblado, etc. Testigos silenciosos, en algún caso de las mayores afrentas humanas, que, en un estado total de abandono, encierran el simbólico legado de la minería en general de nuestro país; como reminiscencias de un tiempo glorioso anclado en el pasado. En una tierra que, en nuestro caso, tradicionalmente castigada por el paro y la emigración, se encuentra ávida de nuevos horizontes de futuro. Siendo la protección de su rico patrimonio, sin duda, uno de ellos. Ojalá que no erremos en su obligado cuidado y transmisión a las nuevas generaciones.

Continua el próximo viernes…

  • Las entrañas del Marquesado del Zenete; las minas de Alquife (II)
  • La lucha obrera en El Marquesado. Las minas de Alquife (y III)

Leer otros artículos de

Jesús Fernández Osorio

Maestro del CEIP Reina Fabiola (Motril).

Autor de los libros ‘Cogollos y la Obra Pía del marqués de Villena.

Desde la Conquista castellana hasta el final del Antiguo Régimen

y ‘Entre la Sierra y el Llano. Cogollos a lo largo del siglo XX

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