Daniel Morales Escobar: «El Ángel Ganivet: un instituto en Buensuceso»

Tal día como hoy, sábado 21 de noviembre, pero de 1936, IDEAL publicaba en la página 3 el siguiente titular: “El Instituto ‘Ganivet’ inaugura su nuevo local”. El subtítulo decía que “Se halla situado en una gran casa de la calle de Buen Suceso”, y el sumario de la noticia que “Al acto asistieron las autoridades” y que “Este instituto se dedica exclusivamente a señoritas y este curso la matrícula se eleva a 530”.

Curiosamente, la información que insertaba al lado, en la misma página, era “El Ayuntamiento nombra hijo adoptivo de Granada al general Franco”, “Y hace constar en acta su satisfacción por haber reconocido Italia y Alemania al Gobierno nacional”.

El día anterior, José Antonio Primo de Rivera, líder de la Falange, ha sido ejecutado en la cárcel de Alicante, en manos de la República; Franco es desde octubre Jefe del Gobierno del Estado en la zona sublevada del país y la guerra civil cumple cuatro meses, centrándose en ese momento las operaciones militares en Madrid, también en poder del gobierno legítimo de la República.

En la ciudad de Granada el golpe había triunfado el 20 de julio, cuando los militares rebeldes se apoderaron de las principales instituciones, como el Gobierno Civil o la Diputación Provincial, así como del Ayuntamiento de la capital y de las delegaciones territoriales de los diversos ministerios. Desde entonces, van tomando las decisiones que consideran necesarias para la creación de un nuevo estado y de una nueva sociedad, entera y exclusivamente a su gusto. Entre ellas, comienzan un proceso de depuración, tanto en el magisterio como en la enseñanza secundaria: varios cientos de maestros y profesores son removidos de sus puestos docentes, “de manera provisional”, hasta tanto se compruebe su absoluta adhesión y fidelidad al régimen dictatorial que van creando. Igualmente, en septiembre se han establecido las normas para el nuevo curso escolar en las escuelas y en los institutos, como el fin de la coeducación, ordenando que allí donde hubiera dos institutos uno se dedicara a la enseñanza de alumnos y otro al de alumnas.

IDEAL, 21 de noviembre de 1936, página 3

El Ángel Ganivet había sido fundado en 1933, durante la República, como instituto mixto, al igual que el Padre Suárez, muy antiguo y que disponía de un gran edificio en la Gran Vía desde 1918. No era este el caso del Ganivet, que había estado instalado en una vivienda de la calle Cárcel Alta y que en noviembre del 36, ya como centro exclusivamente femenino, se muda a su segunda sede, la de Buensuceso, en donde estará hasta el traslado a su instalación definitiva en la calle Ventanilla.

La “magnífica casa solariega arrendada” a la que se refiere la noticia, “por frente a una pequeña placeta que en aquel lugar hace la calle del Buensuceso”, había sido inaugurada como instituto el día antes, a las 11 de la mañana, con la presencia de todas las autoridades de la dictadura en la provincia: el delegado de Enseñanza, comandante Juan Casas Fernández, que representa también al gobernador militar, el gobernador civil, que era el comandante falangista José Valdés Guzmán, el rector de la universidad, Antonio Marín Ocete, que había reemplazado al fusilado Salvador Vila, (…). Ejerció como anfitrión el director del instituto, don Manuel Calderón Jiménez, que también lo era del Padre Suárez y que había asumido el cargo en el Ganivet por la depuración de don Aniceto León Garre, un director “sospechoso” que fue candidato a diputado en las elecciones del 3 de mayo en Granada por Izquierda Republicana, el partido del presidente Azaña.

IDEAL nos informa detalladamente del multitudinario acto, repleto de “lindas jovencitas… con sus uniformes azul marino oscuro, con cuellos blancos, que tan bien les sientan,…”, así como de los detalles de la casa, en donde “encontrarán… todos los elementos de un verdadero hogar… sin la convivencia con los muchachos, que tantas perturbaciones trajo…”: patio con suelo de mármol y “hermosas macetas”, “extenso diván” para los profesores, “dos salas de descanso para las alumnas, un cenador y un jardín del más puro estilo granadino,…”, “un gran cuadro de la Purísima” en las escaleras, “un hermoso retrato del general Franco”, bajo el crucifijo del “aula número 1, que es la principal”, y otro de Ganivet; además, un laboratorio de Ciencias Naturales —aparte del situado junto al aula de Física y Química—, “un cierre en el que se instalará un microscopio,…, y dos habitaciones de paso en las que se han instalado estantes con el sistema métrico decimal”; también distintas aulas, como la número 3, “dedicada a Literatura, y junto a ella una pequeña biblioteca”, la 5, a Geografía, la 6, a clase de Dibujo… Finalmente, “Sobre el segundo piso hay una gran terraza que una vez acondicionada será un magnífico lugar de recreo para las alumnas”.

La noticia concluye su descripción del lugar afirmando que “La casa está muy bien amueblada. En todos los pasillos hay divanes y bancos. Las aulas constan de mesas bipersonales, otra mayor para el catedrático, encerado, los cuadros apropiados a la asignatura que se explica y un crucifijo. Los laboratorios están dotados de cuántos aparatos son precisos para los experimentos y prácticas. (…). Las alumnas confeccionarán visillos y cortinajes para los huecos. (Y) Todos los días adornarán las salas con flores. (…)”.

El edificio de viviendas donde antes estuvo la gran casa que sirvió de sede al instituto Ganivet. Al lado vemos la que ahora es facultad de Traducción e Interpretación.

Sin embargo, no es este el recuerdo que tiene del instituto una de esas alumnas, María de los Ángeles Sánchez Escoriza, que pese al tiempo transcurrido cuenta numerosos detalles de sus cinco años en el instituto cuando todavía estaba en Buensuceso.

María de los Ángeles entró en el Ganivet en 1942 para estudiar Bachillerato y lo sitúa en el lugar exacto de la calle: era una casa señorial muy grande y deteriorada que había donde desde hace varias décadas existe un bloque de viviendas cuyos bajos están divididos por un pasaje que conduce a la calle Paz. A su lado había otra casa, aún mayor y con un patio al que iban frecuentemente: la actual Facultad de Traducción e Interpretación. No duda lo más mínimo al añadir que las habitaciones usadas como aulas eran grandes y con ventanas que las hacían luminosas, pero sin mobiliario ni decoración, excepto mesas y sillas, por lo que resultaban inhóspitas y, en invierno, frías. Además, no recuerda la existencia de la biblioteca, de los laboratorios ni del gimnasio. En cuanto al recreo, puesto que el jardín era muy pequeño, era en el patio y en la calle.

Esta maestra jubilada me habla a continuación del uniforme que vestían, negro con un duro cuello blanco, y de varios profesores y alumnas. Entre los primeros menciona a don Victoriano Martín Vivaldi, profesor de Física y Química, que era también el jefe de estudios, y de cómo se paseó un día en tranvía con un esqueleto del instituto, por lo que no duda en decir que, además de buen profesor, “era muy simpático”. También a una profesora, doña Laura; aunque no consigue acordarse de los apellidos, sí que sus clases le gustaban mucho y que con ella aprendió francés “toda la familia”. Y a otro don Victoriano, de apellido Colodrón y de disciplina Literatura, con nariz muy larga y fina y cara de guasón. Por supuesto, no podía faltar un cura, que impartía Religión, y un profesor de Dibujo, conocido maliciosamente como “el difumino”. Entre las alumnas, aunque eran muchas, se acuerda de manera especial de Victoria De la Cruz, que componía unas cancioncillas divertidas y, sobre todo, hacía unos dibujos de enorme perfección.

El edificio de viviendas donde antes estuvo la gran casa que sirvió de sede al instituto Ganivet. Al lado vemos la que ahora es facultad de Traducción e Interpretación.

En conclusión: años lejanos y poco conocidos de uno de los más antiguos institutos granadinos; pero gracias a la noticia de IDEAL y a la información de María de los Ángeles podemos reconstruir ligeramente la realidad que pudo vivirse en aquella “gran casa de la calle de Buen Suceso”.

 

Ver artículos anteriores de

Daniel Morales Escobar,

Profesor de Historia en el IES Padre Manjón

y autor del libro  ‘Un maestro en la República’ (Ed. Almizate)

 

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