Isidro García Cigüenza: «¿Navegamos hoy? ¡Sí, pero por Internet…! Kilpatrick y la Pedagogía Andariega»

Alumna: Siendo que predican exactamente lo mismo, no entiendo sus reticencias, señor Isidro, acerca del Método de Proyectos que impulsaron tanto Kilpatrick, como Dewey, Freinet y compañía…

Maestro: Es verdad que todos trabajamos en pos de acercar la labor del aprendizaje de los niños a la vida diaria. Pero una cosa es predicar y otra, dar trigo. En la práctica, hay un profesorado y muchos empresarios de la Enseñanza que tergiversan las buenas intenciones de esos autores buscando sucedáneos. El objetivo siempre es innovar, pero sin que se aprecie la diferencia entre la vida real que se da en el exterior y la vida escolar que se da dentro de las aulas. Y tanto es así que, a la postre, los niños siguen encerrados en sus aulas, bajo estrictos horarios y con una imposición de contenidos curriculares que limitan sus posibilidades de averiguaciones reales. En resumen: que toda esa teoría del Método de Proyectos se queda al final en una quimera engañosa salpimentada, eso sí, con una excursión de un día a alguna Granja-Escuela o alguna fábrica de “chuches”. El engaño viene a equivaler a esa profesora o ese profesor que un día entra en clase y exclama de improviso: “¡Niños…, hoy vamos a navegar!”. “¿De verdad?” -gritan entusiasmados los niños que ya se imaginan en el puerto, atisbando barcos, subiendo a cubierta, despegando velas y surcando mares… Pero el maestro, o la maestra, que no están para músicas celestiales, enseguida aclaran su propuesta: “Venga, vamos… ¡encended los ordenadores que hoy vamos a navega, pero por Internet!”.

Alumna: No me irá a negar las conexiones existentes entre ese Método, desarrollado por William Heard Kilpatrick en torno al año de 1918, y la Pedagogía Andariega que usted preconiza…

Maestro: No las niego, en absoluto. Pero una vez más, insisto, se hace buena aquella premonición que hice a un compañero tuyo con respecto a las propuestas de los buenos Pedagogos: Los sistemas educativos, y más aún si se las dan de “Renovadores”, no dejan de ser eso: sistemas con intereses más corporativos, políticos o identitarios que educativos. Al final, y dicho en román paladino, lo que hacen es: “blanquear la fachada de aquellas propuestas, dejar por dentro todo igual y dar el pego”. Lo vas a apreciar más claramente cuando hablemos en el capítulo siguiente sobre el abismo que hay entre las propuestas y acciones de María Montessori y el negocio de las “Escuelas Montessori”.

Alumna: Dejémonos de salmodias, no adelantemos capítulos y volvamos a pregunta que le hacía, señor Isidro. ¿Qué tiene entonces en común su Pedagogía y la del norteamericano?

Maestro: En primer lugar, nuestro mutuo convencimiento de que el aprendizaje debe tener lugar en un escenario fuera de la escuela, en contacto con las distintas realidades y recursos de la comunidad donde habitan. En cuanto al Método, podemos diferir un tanto en lo de pretender propósitos específicos, pero estamos de acuerdo en que cualquier intervención con los alumnos ha de basarse en una actividad entusiasta, elegida libremente y buscando satisfacer el objetivo de llevar a cabo asuntos que nos interesen. Si además de ello, se trata de una actividad crítica, útil y socialmente participativa, ¡tanto mejor!

Alumna: ¿Y en cuanto a los cuatro tipos de Proyectos que él propone?

Maestro: ¿Y que son…?

Alumna: Los de Creación, Consumo, Solución de problemas y Adiestramiento…

Maestro: ¡Mmmm! Ya veo lo bien que te has estudiado el tema… En cuanto a fijar tipologías específicas no estoy muy de acuerdo con él, pues eso conduce, a medida que transcurren los años, a ser impreciso en unas y no saber ver otras. Los Proyectos infantiles suelen responder a intereses específicos de la edad, del entorno o de la actualidad… Según la época, a un alumno lo mismo le pueden interesar los animales que habitan una charca, que fabricarse una caseta de madera, que aprender a tocar una guitarra o cómo manejar un programa de robótica informática. En cualquier caso el profesor juega un papel esencial en la incentivación de esos intereses y expectativas. Con todo, estoy de acuerdo con Kilpatrick, en que un buen proyecto didáctico ha de conllevar un plan de trabajo preferentemente manual y desarrollado en un ambiente natural; que responda, como hemos dicho, a las necesidades e intereses de los niños y, por supuesto, que se promueva a partir de actividades de tipo estético (música, baile, pintura, escritura…) y, añado yo,… sobre la marcha.

Alumna: ¿Y con respecto a los Proyectos Colaborativos? Esos que llevaba a cabo él con participación de otros centros, otras localidades u otros países…)

Maestro: ¡Soberbios! Me parecen una iniciativa positiva y enriquecedora. Todo lo que favorezca la creación de redes en torno a realidades comunes, a dar a conocer el trabajo propio, a interesarte por otros niños, otros contextos, otras problemáticas…, me parece genial. ¡De hecho, es lo que favorecemos nosotros mismos con nuestra actividad andariega! Ir caminando hasta un pueblo cercano o un barrio aledaño e intercambiar en campo abierto o en plazas públicas… amistades, juegos, materiales, experiencias, saberes, publicaciones…, todo de propio cuño, es algo emocionante y formativo al máximo. Con ello se favorece y amplía el concepto de pertenencia a una comunidad, a un pueblo, a una ciudad o a un planeta… Frente a necesidades de carácter individual resulta aconsejable conocer la forma como cada comunidad las resuelve. Frente a problemáticas generales (relacionadas con la salud, el medioambiente o necesidades sociales) plantear acciones colectivas, sean reivindicativas o de intervención conjunta, supone una toma de conciencia imprescindible.

Día de campo

Alumna: Pero trabajar fuera del aula, fuera de los recursos librescos o digitales a mano, o incluso, fuera de los talleres o laboratorios del propio colegio puede resultar imposible para muchos profesores…

Maestro: ¡He ahí la madre del cordero! Nuestra propuesta precisa de una colaboración vecinal, de una apuesta social y comunitaria que aún está por darse. Las corporaciones municipales, las asociaciones, los comercios, las industrias y talleres, los centros de producción y distribución, todos han de arrimar el hombro y aportar sus saberes, instalaciones y entusiasmo para llevar a cabo la labor educativa en sus descendientes y vecinos.

Alumna: Pero eso les va a requerir a esos colaboradores dedicarle un tiempo, esfuerzo y dinero en un asunto ajeno a su propio negocio… Acondicionar los lugares a las visitas e intervenciones manuales de los alumnos…; materiales apropiados para desarrollar el taller formativo…, preparar a los profesionales de cada sector para que se conviertan en educadores…, abonarles su dedicación…

Maestro: ¡Pero…, pero…, pero…! Mucho “pero” y pocas manzanas por tu parte. Va siendo hora de que la sociedad asuma su responsabilidad en la educación de sus conciudadanos. En cuanto a los costes… ¿quieres que te calcule el dinero que se derrocha, la energía que se desperdicia y los medios que se infrautilizan en el Sistema Reglado que se imparte hoy en día? Y en cuanto al éxito del mismo… ¿sabes que éste Sistema Oficial es un sistema fracasado en el que se ha comprobado que el 75% de lo que lo que se enseña no afecta en absoluto a la vida de los alumnos una vez terminan sus estudios? Y en cuanto a la consecuencia social….sabes mejor que yo que, a falta de satisfacer sus curiosidades naturales se están viendo éstos abocados a enfocar sus intereses hacia asuntos tan ajenos como los que ofrecen las redes sociales o los videojuegos… ¡Por favor! ¿Invertir en una sociedad que se implique en una labor que le corresponde a ella y no a los intereses políticos, corporativos, o artificialmente identitarios de que hablábamos antes es una labor cara? ¿Una educación, en conclusión, que va a facilitar el que sean los propios hijos del barrio los protagonistas del futuro?

Alumna: Dejando aparte esas salmodias y pesadumbres a las que es usted tan dado, señor Isidro, y volviendo a la “Escuela Activa” ¿qué denominación prefiere usted utilizar para enmarcar el desarrollo de los distintos tema de investigación con sus alumnos: Método de proyectos, Centros de Interés, Trabajo por Temas, Investigación del Medio, o Proyectos de Trabajo…?

Maestro: ¿Y eso, qué más da? No pienso entrar en una guerra de denominaciones. Lo importante es acercar el aprendizaje a la vida diaria. Porque aprendemos lo que vivimos, y lo aprendemos al mismo tiempo que lo aceptamos como algo que surge de nosotros y de nuestro entorno.

Alumna: Pues, pese a lo negro que ve usted el panorama actual, y sin llegar al puritanismo que exige, me consta que hay en marcha escuelas que intentan crear espacios conectados con su entorno, auténticos laboratorios de experimentación donde el conocimiento fluye, tiene sentido y es adquirido desde la práctica…

Maestro: Me encanta ese espíritu rebelde y positivo que te lleva a defender los atisbos de cambio que aprecias y que yo no veo. Pero apelo a tu “Pensamiento crítico” con lo que está sucediendo. Me preocupa ese vacío formativo que está embaucando a niños y jóvenes, llevándoles un mundo publicitario anodino, a una tecnología manipulada, a las hazañas de youtuber espasmódicos o la vida de influencer sinsustancias … Con todo, permíteme que interpele al profesorado, con todo el cariño del mundo, sí, pero también con toda crudeza. Y lo haré simulando lo que reprochaba Rafael Alberti a los poetas andaluces de su tiempo:

¿Qué aprenden los alumnos de ahora?
¿Qué admiran los alumnos de ahora?
¿Qué sienten los alumnos de ahora?

Maestros: ¡Atreveros! ¡Criticad alto!

Oiréis cómo os oyen otros oídos.

Mirad alto: veréis que os miran otros ojos.

Latid alto: comprobaréis que otra sangre

palpita junto a la vuestra.

 

 

 

Isidro García Cigüenza

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