Isidro García Cigüenza: «Los Cotos Escolares de Previsión y la Pedagogía Andariega»

Maestro: ¡Vamos a ver, muchachos! Os voy a leer este texto y tenéis que adivinar, chispa más o menos, a qué época pertenece…

Vivificar la Escuela…, hacer de ella un centro palpitante de inquietudes, de anhelos, de proyectos, de trabajo, de amor y de fe; esto es lo que todo Maestro consciente quiere y necesita hacer. Lograrlo cuando todo se reduce al trabajo intelectual, es difícil, imposible. Las “lecciones de las cosas”, los “centros de interés”, el “método de proyectos”, intentos son para que la Escuela salga del molde frío y estrecho de unos programas y se conecte con la vida e irradie sobre ella su aliento y su fulgor”

 

Alumna: ¡Eso de que la Escuela conecte con la vida, podría haberlo escrito usted mismo, don Isidro!

Alumno: No, no… Nuestro Maestro nunca utilizaría un lenguaje tan primitivo. Eso de “hacer de la Escuela un centro palpitante de inquietudes, anhelos, de amor y fe…”, no le pega en absoluto… Este texto, por lo de los “centros de interés y método de proyectos”… si no es de John Dewey, le falta poco.

Maestro: Pues ni uno ni otro. Lo he sacado del libro “Horizontes abiertos. El libro de la Previsión Escolar” -1952-, escrito por Agustín Serrano, ilustrado por Jesús Bernal y editado en plena dictadura franquista.

Alumna: ¿En plena dictadura franquista? ¡Imposible!

Maestro: Pues sí. Es verdad que este librito, que se edita como “Libro de lectura activa para niños mayores de diez años”, está plagado de referencias a Dios, la Iglesia y el Estado Nacional… propias del momento. Sin embargo, en los capítulos intermedios es donde se ve la verdadera intención del autor: dirigirse a los maestros con intención de que se sumen a un proyecto fantástico como era el de los “Cotos Escolares de Previsión”.

Ilustrución de Juan Bernal para el libro  Horizontes abiertos. El libro de la Previsión Escolar (1952)

Alumno: ¿Lecciones de las cosas, Centros de interés y Método de proyectos en plena dictadura? ¡Mmmmm! Me suena a que el tal Agustín Serrano debía ser alguien relevante, que había bebido de las fuentes de la Escuela Moderna y que sabía adaptar su lenguaje al Régimen fascista que le tocó vivir.

Maestro: Se trata de un Inspector de Educación cuya vocación, efectivamente, mamaba de pedagogías en vigor durante la Segunda República y ahora proscritas.

Alumna: ¿Y qué eran exactamente esos “Cotos Escolares de Previsión”?

Maestro: En un momento en el que, tras la guerra, la pobreza era el denominador común de la sociedad española y en el que no existía lo que hoy conocemos como “Seguridad Social”, a varios iluminados se les ocurrió la idea de que fuera la Educación, sobre todo la Rural, la salvaguarda de principios tan elementales como: prevenir el futuro, favorecer el ahorro, auxiliar a los ancianos desatendidos, etc. Lo curioso, y lo que más interesa a nuestra Pedagogía Andariega, es la forma como llevaban a la realidad escolar esas propuestas: sacando a los niños a la calle y, más concretamente, a su propio COTO ESCOLAR. Escuchad:

¿A dónde se aprende más, en la Escuela, cerrada y estrecha, o en el Coto Escolar, abierto a los cuatro vientos, como las rosas, bañado siempre por la luz del sol, en el que se sienten los latidos de la vida, casi lo mismo que sentimos en el pecho palpitar el corazón?

Cree mucha gente que todo consiste en estar metidos horas y horas en una clase repleta de mesas y mapas, inclinados sobre los libros, (hoy diríamos sobre las Tablet) escribiendo planas y más planas, sacando unas cuentas larguísimas y aprendiendo en la “enciclopedia” unas lecciones terribles que antes de diez minutos ya se han olvidado… Y no es así. Se aprende más en la Naturaleza y en la Vida, que son los mejores libros del hombre.

¿Dónde, si no, se aprende mejor lo que es una planta: leyendo en un libro o sembrándola y viéndola nacer y crecer, y oliendo sus flores y sentándose a su sombra a comer sus frutos y a escuchar el canto de los pajarillos que anidan en sus pimpollos?

Alumno: Si no lo escucho de usted, no me lo creo…. ¿Precisamente en ese momento en que la escuela era el lugar ideal para el adoctrinamiento político y religioso, este señor escribió eso? ¡Pero si está sugiriendo nada menos que la “Desescolarización” que propone nuestra Pedagogía Andariega!

Maestro: Así es, ni más ni menos. Pero es que adelantaba aún más… Escuchad:

Por eso nosotros, todo lo que podamos, lo aprenderemos en el Coto, allí mismo, viendo, observando y haciendo. Y lo vamos a aprender trabajando y cantando, porque la alegría es la mejor compañera del trabajo.

Y no digamos lo que vamos a aprender de Historia Natural, casi hasta sintiendo la fuerza con que irrumpen las yemas y el estremecimiento de los capullos a las caricias del sol. Y de Física, realizando trabajos manuales, aplicando fuerzas, valiéndonos de palancas, teniendo que examinar las propiedades de los cuerpos. ¡Y de aritmética no hablemos! Todos los días habrá que contar y que sumar, que restar y dividir, que hacer repartos y sacar tantos por ciento, que trazar presupuestos y ajustar balances. El Maestro leerá allí mismo poesías de Gabriel y Galán, de Fray Luis de León o del Marqués de Santillana, y entonces saborearemos a placer las inagotables delicias de la Literatura Española…

Para que conozcan nuestro trabajo y para nuestra propia enseñanza y organización organizaremos un museo, un archivo y, a fin de curso, una exposición. En él figurará el plano del campo, un herbario con ejemplares de plantas disecadas conformando la flora local, las exigencias del clima y del suelo. Muestras de semillas seleccionadas, plantas parásitas y malas hierbas; insectos útiles y perjudiciales, germinadores, macetas y cajones que nos sirvan de experiencia para hacer experimentos,. Estadillos y gráficos de gastos y producción. Relación de “buenas obras” realizadas con los beneficios del Coto y cuantos datos interesantes.

Alumna: Ciertamente admirable. Pero insisto en querer saber en qué consistían esos Cotos Escolares.

Maestro: Muy sencillo. El maestro o la maestra que se sumaban a esta iniciativa pedían formar parte de un Patronato estatal que tenía, a su vez, derivaciones en Patronatos provinciales y locales. Los Cotos eran recintos fundamentalmente agrícolas y ganaderos, artesanales o semi industriales, según el bien a producir. Digamos que el Coto era el lugar, al aire libre, donde se aprendían y ejercitaban además de un oficio, los conocimientos escolares básicos. Dirigidos por sus maestros, el proceso de puesta en marcha era el siguiente: lo primero disponer de un buen proyecto en torno a la producción de un bien agrícola (hortelano fundamentalmente), ganadero (avícola, cunícula, apícola o de gusanos de seda), semi-industrial (costura, conservas, artesanal…) o cultural (una banda de música) etc. A continuación disponer de un terreno o una instalación (ya fuera propiedad del Ayuntamiento o adquirido por la Administración para este fin)

Alumno: Un huerto escolar, como los que vemos hoy en algunos patios del colegio, pero en plan serio y productivo… Un plan que supondría una implicación por parte de los maestros e imagino, la colaboración desinteresada de un montón de gente (agricultores, ganaderos, artesanos, costureras…).

Alumna: Pero ¿productivo para qué?

Maestro: Con antelación el maestro ya había constituido lo que llamaba la “Mutualidad escolar”: un sistema de ahorro por el que los niños se acostumbraran a guardar un dinerillo que unían a lo que sacaban del Coto. Aquí explica ese “para qué”, de que hablas:

¿Y qué haremos con lo que ganemos y ahorremos? La principal parte de esta riqueza es para nosotros mismos, para aumentar los ahorros que tenemos en la MUTUALIDAD; para que el que más trabaje, más reciba, para que puedan ser premiados los actos de virtud, la perseverancia, el celo, la puntualidad, el espíritu de sacrificio.

También será justo y hermoso tener un fondo disponible para socorro de enfermedad. Y así, el día en que un compañero enferme nosotros podremos mitigar el dolor comprándole algo, animándole un poquito con nuestro cariño, nuestra compañía y nuestros obsequios.

En el pueblo hay muchos viejos desvalidos. Y todo lo que nosotros disfrutamos se les debe a ellos; ellos labraron nuestros campos que nos nutren y plantaron los frutales que nos deleitan, y que levantaron las casas que nos cobijan y abrieron esos caminos y encauzaron esos torrentes. ¿No será justo que también nosotros hagamos algo por ellos? Ya tienen, gracias a Dios y a la España Nacional, retiro de tres pesetas al día. ¡Vamos a ver si nosotros podemos elevarlo a cinco, para que, ya que tanto trabajaron y sufrieron, los últimos años de su vida NO LOS PASEN EN TRISTE ESCASEZ!

Y podremos comprar algunos aparatos que necesite la Escuela y el Coto: un termómetro, un barómetro, un pluviómetro y algunos libros que todos usaremos. Organizar una cantina, para que coman los más pobres, siquiera durante los meses más crudos del invierto; o, por lo menos, un roperillo escolar, para no sufrir la vergüenza y la pena de que tengamos en la Escuela compañeros descalzos y tiritando de frío.

Alumno: Todo muy idílico, pero me da la impresión que esto no era sino otro cuento de la lechera…

Maestro: Para llevar a buen puerto el asunto, el profesorado debía conocer bien los recursos del entorno, así como buscar el apoyo en otras escuelas y maestros que, como ellos, estuvieran implicados en proyectos semejantes:

Consideramos absolutamente necesarios los “paseos por el campo” para que los niños conozcan el panorama agrícola local y para que, sobre el terreno, reciban las lecciones de la experiencia agrícola.

Ni el hombre ni sus empresas pueden vivir en la soledad. Dios nos ha hecho para vivir juntos, para ayudarnos en el trabajo, para compartir las alegrías y consolarnos en las penas. Así, tampoco nuestra obra vivirá solitaria y aislada. Queremos que la conozca el pueblo entero y que disfrute viendo nuestros progresos y que nos ayude a resolver nuestras dificultades. Queremos tener relaciones con otros Cotos semejantes y que nos cuenten lo que ellos hacen, lo que pretenden y lo que logran. Comencemos, pues, por establecer con ellos intercambio escolar.

Alumno: ¿Y funcionaron durante mucho tiempo estos Cotos y el Patronato como tal?

Maestro: No lo sé, pero sinceramente pienso que el esfuerzo tan enorme que exigirían estos trabajos, unido a la veleidad del éxito de sus productos les llevaría a darles pronto el carpetazo y dejarlos olvidados en el fondo de sus armarios. De todos modos, para NUESTRA PEDAGOGÍA ANDARIEGA, que sólo pretende llevar a cabo la parte didáctica del método, no deja de ser alentador e ilustrativo su ejemplo. El lema con el que el autor concluye su obra resulta para nosotros esperanzador: otra enseñanza es posible. Leamos:

Aparte de los varios fines útiles inmediatos del Coto (educación, instrucción, formación moral y profesional, beneficio económico, etc.), éste ha de ejercer una acción de estímulo y ejemplaridad sobre el medio social circundante y los campesinos han de aprender en él a trabajar mejor y más racionalmente, a unir sus esfuerzos físicos y morales para el bien común. Han de aprender también, a fuerza de llenarse los ojos y el corazón –no lo olvides, Maestro,- que la Escuela no es un simple lugar donde llevar niños a aprender a leer y a escribir, sino donde dar forma a sus músculos y a su espíritu para tener asegurado el éxito en la gran batalla de la vida. NADIE PUEDE DESINTERESARSE DE ESTA OBRA MARAVILLOSA Y TREMENDA, LA MÁS GRANDE QUE PUEDE ACOMETER EL HOMBRE, QUE ES LA OBRA DE LA EDUCACIÓN.

 

 

 

Isidro García Cigüenza

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