Gregorio Martín García: «Viaje a la ciudad , I: Alfonso, Juan Martínez y las recoveras»

Las cosas de nuestro pueblo, o de cualquier otro pueblo, todo suceso en los mismos es comentado y a falta de otros temas de ellos hacen noticiario. Así pasan las horas, así pasan los días, semanas y meses y por ello, sin apenas notarlo, teníamos el día de las comuniones cercano, en el mes de mayo serían y estábamos a no muchos días de su celebración. El domingo 20 de aquel mayo del cincuenta y uno del ya pasado siglo.

¡Niño! Así me decía mi madre la mayoría de las veces y así lo hacía el resto de familia. Por las formas y en el tono empleado yo ya sabía de qué iría el requerimiento, si algo agradable o desagradable, teniendo en cuenta que el apelativo “niño”, su uso era más cercano más dulce, sin embargo, cuando a mí se dirigían de forma más contundente y me nombraban por mi nombre de pila… la cosa no venía muy derecha y había de poner diques de defensa para lo que podría venir. Pues bien…detrás de aquel llamamiento que acababa de hacerme mi madre, venía algo que a ella siempre le gustaba encargarnos, tanto a mi hermana como a mí. Practicaba el principio de la responsabilidad y siempre que se presentaba ocasión, sobre alguno de nosotros la descargaba, en tal forma y manera, para averiguar cuál era nuestra respuesta personal. Dijo mi madre:

– “Niño” ve al estanco y le pides al sr. Enrique, tras dar las buenas tardes; qué te venda dos billetes para la Alsina de mañana a Granada, “Ida y vuelta”, y que sean de “primera” que atrás me mareo.- Le aclaras.
– Este es el dinero. Mira: Llevas siete pesetas, tres y media de cada billete, cuando te los de, le entregas este dinero y esperas a que te dé su consentimiento de que todo está bien.
– Te despides, guarda los billetes en el bolsillo y me los traes…
– ¿Vas a saber hacerlo?… Sin esperar mi respuesta, me dio un beso y me alentó a salir …
– ¡Anda! ve.

Antigua estación de autobuses Alsina Graells en Granada .::IDEAL

Yo iba corriendo y doblemente contento. Y lo estaba porque a mí me gustaba que mi madre depositara confianza en mí, me sentía más importante. El otro motivo de mi alocada carrera hacia el estanco y que también me alegró, no era, ni más ni menos que mañana iría con mi madre a Granada a comprarme el traje de mi primera comunión.

Dando saltos y a toda prisa bajaba por la calle Paseo, hacia la carretera, allí bajo un viejo árbol de los aún existentes, había un carro de dos varas, de tiro por reata y quizá único en el pueblo, que ahora recuerdo, era de Valentín de apodo “Cenacho”, en él, como siempre, jugaban varios niños algunos amigos míos. Al verme correr de aquella manera, pararon sus juegos y desde la parte alta de aquel “su castillo de juegos”, comenzaron a gritarme , yo, en mi rápida carrera solo tuve tiempo para contestarle con un “grito amigo” que ellos respondieron cuando yo ya girando a la derecha enfilaba la carretera por la puerta y plaza de “La Posá” hacia el estanco, que se hallaba frente a la casa de los Vicentes y en un plano más bajo, separado por un muro de la calle en plano superior, haciendo que esa hilera de casas de esa acera se encontrarán a desnivel y bastante más bajas que la carretera, desde la casa de Antonio Carrillo hasta hacer la salida por la de Rafael Romero llamado también como “Rafael de Calderero”.

No sé qué me satisfacía más, si el traje de Comunión o el simple hecho de ir a “Grana”, para mí, un viaje a Granada era algo ¡fantástico! lo disfrutaba tanto que jamás olvidaba dos o tres anteriores que había hecho, alguno con mi padre que le gustó llevarme sabiendo lo que gozaba con ello.

Kiosco de Las Titas en el Paseo del salón

Yo también tenía esa preferencia con mi padre, al ir a Granada, ya que, en la gran ciudad, él se ponía más espléndido, me compraba alguna cosa, algún capricho que yo ni había visto ni probado; como en aquella ocasión que estando cerca de la estatua de Colón e Isabel la Católica, a saber, colocada en aquellos tiempos en el Paseo del salón muy cerca de una consulta médica del estómago, que mi padre visitaba, terminada la visita ya casi medio día, me acercó al quiosco de “Las Titas” y pidió, a aquel atento camarero, que a mí me pareció un gran señor, me sirviera una granizada de limón… ¡Otra cosa para no olvidar! y que no olvidé, porque aún conservo en mí, el fresco sabor de aquel elixir que
de tal manera impactó en mí, que cuando me fue colocado delante en un largo y alto vaso con real y verdadera pajita de centeno, me pareció que me había servido un ángel del Cielo. Aquello para mí era irreal. Era tal mi abstracción.

Granizada

O como aquella otra vez que, en un escaparate de Ferreterías Leyva, había un muñeco grande, tamaño real, que con un hacha simulaba cortar troncos de leña. El escaparate era la atracción de todos los viandantes y frente a este había muchos curiosos que, como yo y sus padres, veían aquella maravilla que yo observaba con mi nariz pegada al cristal de aquel bazar o escaparate.

Llegada la hora, a mi padre le costó arrancarme de dicha visión, de aquel escaparate que tanto fije en mi mente que aún recuerdo con claridad suficiente y pareciera estar ahora mismo viviendo. No sé qué sería aquello que tanto impactó en mi memoria y a mis seis años y unos meses ahí se quedó como recuerdo imborrable.

Todo orgulloso y satisfecho volvía con los billetes del viaje en el bolsillo y mi mano también, ya que con ella fuertemente cogía aquellos pequeños papeles que servirán para llevarnos a la ciudad y además para demostrar a mi madre que sabía hacer “mandaos”.

Continuará

Ver más artículos de

Gregorio Martín  García

Autor del libro ‘El amanecer con humo’

Antonio Arenas

Ver todos los artículos de


Comentarios

5 respuestas a «Gregorio Martín García: «Viaje a la ciudad , I: Alfonso, Juan Martínez y las recoveras»»

  1. Francisco Avila

    Otro recuerdo tan entrañable en el pasado de Benalua, LA ALSINA nombre que tenía él autobús que dia a día nos unia con la capital y que dicho nombre era de la empresa dueña de la flota de autobuses, primeros mezcla de madera y chapa ruidosos y con gran olor a petróleo lentos también por él mal estado de las carreteras, una fiesta cada tarde ir a ver cómo llegaba en la lejanía casi siempre sin hora fija pero una distracción para los niños pocas veces lo cogíamos porque los recados sé le encargaban a Alfonso el chófer persona servicial que por un módico precio te evitaba desplazarte a la capital todo él día Bonita descripción de aquellos años atrás.

    1. Gregorio Mar´tn García

      Paco: En tus recuerdos guardas mucho. Un buen recuerdo es un trozo de vida que volvemos a vivir cada vez que a neustra mente lo traemos. Entonces hay ciertas cosas ciertos momentos que los vivimos en repetidas ocasiones, es como si duplicaramos la vida. Paco gracias y sigamos reviviendo momentos agradables de nuestra existencia.

  2. Gregorio Martin Gatcis

    Paco, como siempre tienes buena memoria. Mira tú por donde al escribir se ma ha olvidado la faceta de Alfonso de recadero. Actividad que le reportaba a él un interesante dinero y la que daba el encargo al recadero le evitaba tener que gastarse un dinero en resolver su problema. Si señor, Paco has estado fino. Un abrazo y mil gracias

  3. María Llanos Martín

    Otro regalo de texto que nos explica de forma muy amena la vida de aquellos años

    1. Gregorio Martín García

      Aquellos años, a pesar de las carencias, a pesar de que el bienestar era mas racionalizado. Aquellos eran muy agradables de vivir, aún no se había impuesto la velocidad como algo que nos maneja, el tiempo, los días, las horas era más vividas por ser todo mas relajado.

IDEAL En Clase

© CMA Comunicación. Responsable Legal: Corporación de Medios de Andalucía S.A.. C.I.F.: A78865458. Dirección: C/ Huelva 2, Polígono de ASEGRA 18210 Peligros (Granada). Contacto: idealdigital@ideal.es . Tlf: +34 958 809 809. Datos Registrales: Registro Mercantil de Granada, folio 117, tomo 304 general, libro 204, sección 3ª sociedades, inscripción 4