Daniel Morales Escobar: «91 años del voto femenino»

Qué duda cabe de que uno de los hitos de la II República fue la concesión, por primera vez en nuestro país, del derecho de voto a la mujer. Y fue tal día como hoy, el 1 de octubre de 1931, cuando tuvieron lugar en las Cortes Constituyentes el debate y la votación que llevaron a incorporarlo a la constitución que se estaba elaborando y que sería aprobada en diciembre. Posiblemente, todos sepamos que el logro de este derecho femenino fue casi hazaña de una diputada en dichas Cortes, Clara Campoamor, quien defendió con su discurso que era hora de que las mujeres fuesen sujetos políticos al igual que los hombres, frente a otra diputada, Victoria Kent, que mantuvo que no había llegado aún el momento de esa equiparación. Es el tema que les propongo hoy, porque me parece mucho más interesante que contarles lo sucedido ese mismo día, justo cinco años después, con la guerra civil ya comenzada, porque detesto hablar de dictadores.

En octubre de 1931 España estaba casi de estreno: hacía únicamente algo más de cinco meses que se había abolido la monarquía y proclamado la república y solo tres meses que se habían celebrado elecciones generales, convocadas por el primer gobierno de la república –el gobierno provisional– precisamente para, mediante una nueva constitución, salir de la provisionalidad. En esas elecciones, del 28 de junio, las reglas electorales establecidas por el gobierno habían sido bastante novedosas: se elegirían solo diputados (y no senadores), los distritos electorales serían las provincias –en vez de las circunscripciones más pequeñas, controladas por los habituales «caciques”— y las listas de los partidos serían abiertas (no cerradas como en la actualidad para el Congreso). Se pretendía, con todo ello, limpiar el proceso electoral, evitando la manipulación y el falseamiento y, por tanto, hacerlo de verdad democrático. Sin embargo, no se dejó votar a las mujeres, que aún no serían electoras pero sí –paradójicamente– elegibles. El resultado fue un parlamento de multitud de partidos en minoría –lo que obligaba a un gobierno de coalición–, con una victoria de aquellos que habían traído la república y ya habían estado en el gobierno provisional –que, por tanto, van a seguir gobernando– y con la presencia, entre la casi unanimidad de diputados, de las dos diputadas ya citadas, que protagonizarán el debate sobre el voto femenino, más una tercera, Margarita Nelken, que no intervino en él.

Por personificar esta complejidad política con varios nombres y facilitar la comprensión del panorama, diré que el gobierno lo presidía Niceto Alcalá Zamora, un antiguo monárquico ahora convertido al republicanismo, pero conservador y católico, mientras que el presidente de las Cortes Constituyentes era Julián Besteiro, intelectual miembro del PSOE, y la comisión parlamentaria encargada de elaborar la constitución estaba presidida por Luis Jiménez de Asúa, un jurista afiliado también al PSOE y elegido diputado por la provincia de Granada. Pese a ello, como ya he adelantado, el trabajo constituyente fue rápido –aunque no fácil ni sin problemas– y menos de seis meses después de las elecciones se aprobaba la constitución y entraba inmediatamente en vigor. Solo falta, para completar la visión del contexto, aludir a la situación internacional respecto a este tema del sufragio femenino. Así tendremos una ponderación más exacta del paso que daba España ese día.

En ningún país, por democrático que fuera, llevaban mucho votando las mujeres. El pionero en concederles el derecho al sufragio fue Nueva Zelanda, en 1893, seguido de Australia, en 1902. Entre 1906 y 1915 lo aprobaron en los países escandinavos (Finlandia, Noruega y Dinamarca) y en la Unión Soviética fue en 1917. La Primera Guerra Mundial serviría de estímulo al movimiento sufragista, de modo que Reino Unido y Alemania lo establecieron en 1918 (interrumpido por el nazismo en el segundo) y Estados Unidos en 1920 (para las mujeres de raza blanca)*. Y otros tendrían que esperar a que acabara incluso la Segunda Guerra Mundial para verlo. Son los casos de Francia, Italia o Suiza (1944, 1945 y 1971, respectivamente). En consecuencia, España no escapaba al proceso llevado a cabo en otros países. De hecho, lo que intentaba la II República era parecerse a ellos y formar parte del reducido grupo de entonces que podían ser llamados democráticos.

Victoria Kent, primera mujer que ejerce la abogacía en España. Fuente: Wikipedia

Ese día 1 de octubre de 1931 la sesión de las Cortes Constituyentes la protagonizaron las dos diputadas citadas, lo que sin duda sería una estrategia de sus propios correligionarios. La primera en intervenir fue la abogada Victoria Kent, integrada en el Partido Radical Socialista, uno de los que formaba parte del gobierno. Desde sus primeras palabras defendió que el voto femenino debía aplazarse, consiguiendo enseguida aplausos en la cámara:

«Y es necesario, Sres. Diputados, aplazar el voto femenino, porque yo necesitaría ver, para variar el criterio, a las madres en la calle pidiendo escuelas para sus hijos;…; yo necesitaría ver a las mujeres españolas unidas todas pidiendo lo que es indispensable para la salud y la cultura de sus hijos. (…)».

Continúa afirmando que «no es cuestión de capacidad (de la mujer); es cuestión de oportunidad para la República. Por esto pido el aplazamiento del voto femenino o su condicionalidad; pero si condicionamos el voto de la mujer, quizás pudiéramos cometer alguna injusticia. Si aplazamos el voto femenino no se comete injusticia alguna,…».

Transmiten estas palabras y las que siguen cierta decepción en cuanto a la adhesión de las mujeres a la República: «…, cuando yo deseaba miles de firmas y miles de mujeres en la calle gritando «¡Viva la República!» y «¡Viva el Gobierno de la República!»,… he de confesar humildemente que no la he visto,…».

Por lo que termina su discurso afirmando que «Por hoy, Sres. Diputados, es peligroso conceder el voto a la mujer», a lo que siguieron grandes aplausos –según el diario de sesiones de las Cortes– y la petición de la palabra de la diputada Campoamor.

Clara Campoamor, en un discurso de 1929. Fuente: ABC.

Clara Campoamor era abogada y miembro de las Cortes Constituyentes por el Partido Radical, que también contaba con ministros en el gobierno. Su alocución fue más larga que la de Victoria Kent y defendió la concesión del voto a la mujer sin dilaciones: «¿Cómo puede decirse que la mujer no ha luchado y que necesita una época, largos años de República, para demostrar su capacidad?» y, más adelante, pone un ejemplo: » …os cito yo como símbolo de otras el de otra mujer, el de Mariana de Pineda», tras lo que se oyeron rumores en la cámara.

Muy interesante es su planteamiento sobre el analfabetismo, señalando cómo desde 1868 ha disminuido más rápidamente en las mujeres que en los hombres, lo que le permite afirmar que «…la mujer, hoy día, es menos analfabeta que el varón».

Ya en sus últimas palabras refiere que ha recorrido la provincia de Madrid, por donde es diputada, por deber y cariño, y ha visto en los actos públicos siempre más mujeres que hombres, y «en los ojos de esas mujeres… he visto el deseo de ayudar a la República,…». Concluye con una frase de Humboldt: «… la única manera de madurarse para el ejercicio de la libertad y de hacerla accesible a todos, es caminar dentro de ella», a lo que siguieron en la cámara aplausos y gritos de «Muy bien».

Tras las intervenciones de otros diputados se llevó a cabo la votación nominal, que dio como resultado la aprobación del artículo 36 de la constitución de la II República: “Los ciudadanos de uno y de otro sexo, mayores de veintitrés años, tendrán los mismos derechos electorales conforme determinen las leyes”. Votaron a favor 161 diputados, entre los que estaban Alcalá Zamora, Fernando de los Ríos (diputado por Granada), Largo Caballero, Companys, Jiménez de Asúa, Campoamor, Ortega y Gasset, Negrín, Madariaga,… Y hubo 121 votos en contra. Según se refleja en el diario de sesiones, el resultado fue acogido con aplausos en unos sitios de la cámara y con protestas en otros. Y pese al ruido que había se pudo escuchar cómo un diputado gritó «¡Viva la República de las mujeres!».

*Según el artículo “La lucha de las mujeres por el derecho al voto femenino”, de Vega Alonso del Val, colaboradora de Amnistía Internacional.

 

 

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Daniel Morales Escobar,

Profesor de Historia en el IES Padre Manjón

y autor del libro  ‘Un maestro en la República’ (Ed. Almizate)

 

Daniel Morales Escobar

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