Mi reconocimiento a mi amigo y escritor Don Luis Hinojosa Delgado, por la edición y presentación de este su otro libro titulado ‘BONILLA El Pecas’ pues a pesar de su brevedad acierta en su tratamiento. Ya van varios, Luis, no sea el último. ¡Ánimo!… continuo leyendo.
El otro día buscando yo en mi pueblo a Bonilla, no lo encontré. Todas las calles corrí en todas miré, por todas partes pregunté. ¡Nada! no pude dar con él… de sobrenombre “El Pecas”. Pero, si siempre está por acá. ¿Dónde estará?
Sí, sí. ¿“Bonilla el Pecas” …? ¿Qué me dice, que no existió él? ¿Que solo fue un etéreo ser, un ente imbuido en los pueriles seres de un momento vivido y al servicio de lo rural?
¡Ah!, mi gran amigo Luis, ahora comprendo pues, que de él te vas a valer para hurgar en el mundo y espacio de ese precioso, ancestral y rural vocabulario.
Y disfruta de tu manía, que es también la mía, de echar la vista atrás y preguntamos por doquier, tanto a abuelos como mozuelos, no importa la edad, por aquel vocabulario que se usaba para nombrar utensilios del hogar del campo o del taller.
Pero que explicaban muy bien por su nombre y estructura, su quehacer, su motivo de herramienta del pasado y colaboradora férrea de la economía y evolución.
Que cosa más sencilla, simple e importante fue el almocafre, el arado o el cansado azadón, piezas y utensilios necesarios y que nos dicen mucho ahora de esos difíciles tiempos pasados. Y no hay que recordar a romanos con aquella conocida frase que no deja de ser un latinazo. Porque con azadón en la mano se destruía el coliseo o el gran acueducto en poco tiempo.
He ahí el refuerzo que herramientas todas estas de que hablamos, fueron motivo y base de la evolución. Y son razón ahora de tu decidida acción de coleccionar muchas de ellas porque sabes muy bien que encierran un tesoro de cultura, vivencias y sudores de entre los que se halla la historia de todos los que antes que nosotros fueron.
Y con lavijas, ubio, manceras, ronzales y barzones, ramales para haces recién segados, bístola, reja de arado tras el que he marchado yo pintando garbanzos y la hoz segadora preludio con su trabajo del trillo con sus anterrollos, las jáquimas y bozales, el latiguillo, la parva y el evento y un fresco trago de agua de la garrafa del chamizo donde ordenados los bieldos, la pala y el rastrillo, que no se nos quede la horca que es necesaria ella en toda era que se precie de buenos peces de trigo limpio con sus granzas apartadas por abaleador, un niño, que sabiendo que se hacía, ayudaban a la familia en trabajo familiar y en sus huecos a estudiar que también entonces leíamos, procurando aprender lo que hoy demostramos saber y con lo que se logró lo que el mundo es. Con su bueno y su malo, algo logramos y se avanzó.
Y organizando mis aperos y mis herramientas agrícolas, preparando los mantos para recoger aceituna, junto a los que pongo las varas para varearlas, me encuentro la cuartilla la raedera de esta, la pala y la criba junto con la escoba de rama, el ataharre y la cincha, que por no ser de igual faena que los mantos, separo y en un rincón los guardo hasta su vará de trabajo. Estaba yo en ello y apareció en mi pueblo Benalúa de las Villas, si, ese que yo buscaba al comienzo de esta cita: “Bonilla El Pecas”.
Pues resulta que aquí también lo hay y se mueve a la par que el de otros pueblos y en especial, que el de Santa Cruz. Y, es que en cada grupo social, agrícola o ganadero y donde impera la nobleza de gente sencilla y buena, allí está Bonilla el Pecas.
Por cierto, que mucho dinero es seis reales de aguinaldo, eso es un peligro que tal joven lleve eso y poder perderlo, pero precavido como todos los de su tiempo, el nudo del pañuelo le viene a socorrer y hasta es posible que Bonilla pase la Navidad y el pañuelo no haya desecho de su nudo y allí sigan sus seis reales como economía personal. así eran todos los Bonillas de la época.
Recientemente me dijeron que hace días lo vieron por Santa Cruz del Comercio. Y un vuelco me dio el corazón. Mira que caminante sale él, sin saber que la vida está muy mal y en cualquier lugar o parte algo le puede pasar, algo lamentable que cuestione su existencia y no tengamos palabros para nuestra añeja lengua.
A Luis Hinojosa mi amigo y a su etéreo “secretario” personal, el gran Bonilla, alias “El Pecas”, por el trabajo iniciado de un vocabulario buscar a la pesca de “joyas” de ese gran tesoro que jamás se debe olvidar.
Ver más artículos de
Inspector jubilado de la Policía Local de Granada y
Autor del libro ‘El amanecer con humo’
Comentarios
2 respuestas a «Gregorio Martín García: «“Pa” Bonilla el de mi pueblo»»
Un amigo es para toda la vida, usando un amigo para contar una historia que da un repaso a a aperos y utensilios de labranza con nuestro vocabulario tan peculiar qué sólo un benaluense sabe interpretarlos, gran escrito.
Paco y que nos van a decir a nosotros, que fuimos apoyo y ayuda para todo. De todo sabíamos de todo debíamos saber y de todo nos mandaban a hacer: Niño coge el pipo y te traes agua fresquita del Pilar. Niño toma y me traes un paquete de ideales del estanco. Niño ve a casa Frasquito y dile que ya estoy esperando. Niño sube arriba y te bajas un severo de habas. Niño…niño y otra vez niño. Pero no te preocupes Paco, ahora viene el segundo tramo: Papa dame algo para esta noche que no tengo un duro y tengo que salir. Papa cómprame una moto. Papa esta noche vengo mañana espera despierto. Papa…papa y otra vez papa. Y si observas siempre fuimos nosotros los protagonistas. Trabajamos de «PETRA CRIADA PARA TODO» Pues no habremos hecho tanto porque los de nuestra generación y los de la suya aún tienen tiempo para seguir la «La obra de teatro». ¿Quién decía, por ahí que esto no es cierto. Pues, ¡¡cierto es y muy verdadero!!