Antonio Lara Ramos: «Los retos de la docencia universitaria hoy»

El Ateneo de Granada prosigue en el curso 2022/23 con las actividades del ciclo ‘La Educación a debate’, dentro de la sección Educación y Sociedad.

En las últimas semanas se ha suscitado, a través de la prensa, un encendido debate en torno a la carta dirigida a sus alumnos por el profesor Daniel Arias Aranda: “Hoy me dedico a engañar más que a enseñar”. Con motivo de ello, el Ateneo ha organizado para el próximo lunes, 30 de enero, una mesa redonda con el fin de abordar los retos de la docencia universitaria en el momento actual.

Una de las actividades previstas para este curso era la de analizar la formación del profesorado, al suscitarse el debate en el ámbito universitario se ha considerado que podía ser un momento oportuno para centrarse en el ámbito de la docencia universitaria.

El tema de la docencia universitaria ha sido estudiado profusamente por la investigación educativa en los últimos veinte años. La Declaración de Bolonia de 1999 supuso el arranque del llamado Plan Bolonia, un proceso de convergencia en la educación superior, cuyos objetivos se encaminaban a facilitar el intercambio de titulados y la adaptación de los estudios universitarios a las demandas del mercado. Se creó el Espacio Europeo de Educación Superior, que traería una reforma educativa en el ámbito universitario y el inicio de una transformación en los modelos de docencia y evaluación, introduciendo nuevas metodologías (intervención activa del alumnado, el trabajo en grupo, mayor peso de la acción tutorial o más currículo competencial) y el concepto de evaluación continua, basada en el trabajo personal y diario del alumnado, y la incorporación de la TIC a los procesos de enseñanza-aprendizaje. Con ello cambiaba el paradigma metodológico y se pretendía la erradicación de las clases magistrales al uso.

En un artículo de Margalef García de 2005, “El reto de la formación del profesorado universitario: ¿hacia dónde vamos? ¿Convergencia o desconvergencia?”, en la Revista Electrónica Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 8 (6), la puesta en marcha de los procesos de integración en el Espacio Europeo de Educación Superior se consideraba una oportunidad “para iniciar una transformación de nuestra práctica educativa. Transformación, que es necesaria y urgente, aunque no converjamos, ya que llevamos bastante tiempo debatiendo sobre la necesidad de introducir cambios en la universidad en general, y en la docencia universitaria en particular”.

Entonces se hablaba, como cuestión principal, de que era necesario responder a los retos de la sociedad de la información, del conocimiento, la globalización o simplemente a la sociedad del siglo XXI que, cuanto menos, nos exigía buscar respuestas diferentes a las prácticas educativas imperantes hasta ese momento. Un pensamiento educativo que era común en el resto de las etapas del sistema educativo, y que se debatía en principios pedagógicos y metodológicos de la misma índole.

Se iniciaba entonces el debate sobre la docencia, las metodologías de enseñanza, el aprendizaje de los alumnos, las estrategias de evaluación y, también, sobre la necesidad de una formación del profesorado universitario. Hasta el punto de considerar que se requería en los albores del siglo XXI una profunda revisión de todo ello.

Imagen de archivo de una clase de la UGR. / A. AGUILAR

Se decía, asimismo, que, si se quería avanzar, el profesorado universitario debía involucrarse en procesos de mejora en su práctica docente, que tuvieran un impacto real en el aprendizaje de los estudiantes. De igual manera había que incidir en acciones concretas y evidentes en el reconocimiento de la labor docente. Se comprendía que los profesores preocupados en la mejora de su docencia y en procesos de innovación lo hacían por convencimiento personal, responsabilidad profesional y por una cuestión ética de compromiso con la tarea docente, en solitario, como islas, y muy pocas veces compartiendo experiencias con otros docentes.

Las dificultades que se encontraban entonces eran las siguientes:

  • Compatibilizar diversas tareas y encontrar un tiempo común para la formación: los profesores manifestaban dificultades para involucrarse en acciones de formación (cursos, talleres, grupos de trabajo, jornadas).
  • No contaban con una amplia red de formadores especializados en didáctica universitaria, tanto en el ámbito de la didáctica general como en el de las didácticas específicas.
  • Escasas e inadecuadas estructuras y servicios de apoyo a la formación y al asesoramiento pedagógico.
  • Dispersión de esfuerzos y superposición de acciones que ocasionaban a veces mensajes contradictorios y concepciones sobre la enseñanza no siempre coherentes.
  • Falta de evaluación y continuidad de las acciones de formación que revirtieran en procesos de mejora y en una retroalimentación permanente.

Han pasado casi veinte años de ello, la Universidad ha cambiado, la mentalización del profesorado y la creencia de que la docencia universitaria debe adaptarse a los nuevos tiempos, también. Pero, ¿hasta qué punto?

¿Cuánto de lo que debiera haber cambiado la universidad española en materia de docencia lo ha hecho realmente?

La mesa redonda que propone el Ateneo de Granada pretende responder a esto y a otras cuestiones en un debate donde estarán presentes el catedrático Daniel Arias Aranda, el vicecoordinador de la Delegación General de Estudiantes de la UGR, Marco Antonio Ruiz, la profesora de Economía de la UGR, Virginia Rosales, y el inspector de Educación Antonio Lara Ramos.

La mesa será moderada por la periodista Andrea G. Parra y se celebrará el próximo 30 de enero, a las 19 horas, en el salón de actos de la Facultad de Relaciones Laborales y Recursos Humanos, sita en la calle Rector López Argüeta, s/n.

 

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