Gregorio Martín García: «La copla hecha serenata en noche de amor»

Los sentimientos. Algo que caracteriza al ser humano, algo que nos distingue de otros seres que también sienten, pero no gozan ni sufren, por falta de conciencia.  Por lo que para nosotros son los sentimientos: Eso que nos altera el alma que, nos estremece hasta la última fibra del cuerpo sea para bien o para mal que, todo lo suelen tocar estas emociones que muy adentro nacen, recorren todo nuestro ser y se exteriorizan marcando al que las goza o padece.

¡Sentimientos!: “Esas emociones que la gente siente, pero no puede explicar” (John Koenigs) Es un estado de ánimo tierno, romántico o estado de ánimo penoso. Los sentimientos son señales que genera nuestro cuerpo para ayudar a comprendernos a nosotros mismos y a tomar buenas decisiones.

¡¡AMOR!! verdadero e intenso sentimiento: Ardiente, apasionado.

Para transmitir mi amor, no tengo palabras. Ni para demostrar ni decir lo que siento.

Un dulce sentimiento que todos alguna vez experimentamos y que por ser tan sentido se nos crea tal ausencia de seguridad que se nos hace imposible comunicarlo y expresarlo a quien amamos porque es difícil de explicar. Son estados emocionales tan complejos…

* * * * * * * * * *

Mónica camina de prisa, tanto que, a Susi, su mejor amiga, le hacía protestar. La llevaba a la carrera.

– Mónica que llegamos, ¡por Dios! me llevas ahogada. Que el autobús no se va todavía. Falta más de media hora.

A pesar de ello Mónica no cesaba de acelerar sus pies al mismo tiempo que su corazón golpeaba alterado y su pecho agitaba su respiración.

 

-Susi…dijo Mónica con voz falta de oxígeno por su carrera y por el sentimiento que le embargaba.

-Tengo prisa porque quiero verle bien antes de marcharse, quiero que quede su estampa dentro de mi mente. Quiero recordarle cómo es, que después la mente nos hace pasadas y no lo recuerdo… Vamos date prisa o yo me adelanto.

Le requirió para que acelerara o que se quedara atrás. Casi todo el pueblo atravesaba para llegar hasta la salida del bus que salía de la puerta de la Posada.

Adelantó y solo pudo verlo un instante a aquel hombre que se marchaba a la mili sin saber lo que le amaba.

Ello hacía que la incertidumbre vagara por todo su ser y temía se entregara a otra sin conocer su amor. Rodri le hacía sentir un gran sentimiento cada vez que le veía y ahora se alejaba, precisamente cuando se acercaba el 14 de febrero, día del Amor.

Un amargo sentimiento la invadió. Rodri se acababa de alejar y no sabía nada del amor que por él sentía. Le adoraba.

Echada en su cama y con sus brazos los ojos tapados, se sentía abandonada…pensaba y lloraba por aquel que ya se había alejado. Lloraba al pensar que él no sabía que también le amaba.

¿Por qué, Por qué? ¿fue tan torpe y su amor quiso disimular cuando ya le quería, cuando ya le anhelaba?

Aquella noche de lluvia pertinaz y viento. Noche no muy lejana, algo más de una semana, en que su amor trajo hasta el pie de su ventana aquella maravillosa canción que la despertó, dulcemente, de su sueño. Mirando por los visillos allí estaba su romeo dedicándole esa canción con notas al aire de la cercana alba que, llena de sonidos y ecos al amanecer de una noche de amor.

Aquellos “tunos” benaluenses que, con emoción y sus mejores deseos puestos por banda, en sus corazones henchidos, dedican canciones a sus damas.

Noche de serenatas, noches de embrujo y silencio. En que la canción fuera sorpresa y emula un bello sueño, el despertar con la melodía de una bella canción.

Hele ahí, sobre el barro de la calle, firme y quieto y su mirada congelada sobre el cristal y los visillos de aquel sitio donde estaba la mujer a la que amaba.

Echar una serenata a aquellas altas horas de la noche era algo tan sublime y endiabladamente gozado que era momento en el que se vivía el sentimiento más puro y verdadero, la noche ayudaba a ello.

Cual caballero andante que espada en ristre y elevado su estandarte sale a galope cortando el viento a buscar lid y combate donde dejar su huella de enfervorizado amante. De su dama caballero. Que plena de hermosura tras el visillo de su ventana y guarecida en habitación oscura admira a su amante cómo silabea la canción que le ha dedicado.

¿Por qué, siento lo que siento?

¿Por qué, no vivo por ello?:

Mariposas en mi estómago,

Y un sofoco en mí cuello.

Excitación permanente.

Emoción que, la razón anula.

Y hasta el corazón se detiene.

¿Es esto amor? ¿O es locura…?

¡No lo sé! O…, ¡Sí señor!

 

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Gregorio Martín  García

Inspector jubilado de la Policía Local de Granada y

Autor del libro ‘El amanecer con humo’

 

Gregorio Martín García

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