España no se merece
esta aviesa crispación
que políticos mendaces
avivan sin ton ni son.
Usar el verbo mentir
sin el mínimo pudor
por quien en trolas y bulos
es eximio campeón
supura tanto cinismo,
falsedad y corrupción
que es imposible encontrar
un cercano parangón.
Nadie aquí ha mentido tanto
ni con tanta instigación,
culpando a todos de todo
y enalteciendo su yo,
con aires de reyezuelo
e ínfulas de dictador.
Por activa y por pasiva,
con bizarra presunción,
se dijo a bombo y platillo
«no y veinte veces, no…
y con éstos yo no haría
ni la mínima gestión…
y los que dieron un golpe
merecen la absolución…
y en julio, a descansar
porque hace mucho calor…
y lo que hoy es un sí
ya mañana será un no…»
mientras sus fieles acólitos,
en ovina sumisión,
le ofrecen narcotizados
aplausos y devoción.
Hay que ser muy cuidadosos
y usar la conjugación
de verbos como «mentir»
en su más pura acepción
para que en el ciudadano
no quepa la confusión
al enredar con pronombres
las pautas de la oración.
Mentir es decir mentiras,
en esto no hay confusión,
por lo que usar el «vosotros»
echando a otros el marrón
sustituyendo el «nosotros»,
así, en plan solapón,
es cambiar la realidad
como hace el camaleón.
Todos vosotros mentís,
todos, todos, menos yo,
chacharea el gran farsante
que en mentiras es doctor
como así lo ha demostrado
en más de una ocasión
prometiendo y prometiendo
con falaz reiteración
cosas que no ha de cumplir
cual un don Juan burlador.
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Profesor jubilado y escritor, autor de
‘Ortografía práctica del español’, ‘Ronda para niños’ (inglés),
‘Federico en su centenario’, ‘Las acacias del Macabe’,
‘Cervantes y Don Quijote’, ‘ La boca del infierno’. ‘En la noche de San Juan’
‘Mencía de Mendoza. La nieta del cardenal’
y ‘La historia de España en verso’