Si en el siglo XVI
se alentó cierto optimismo
allegado el XVII
reaparece el pesimismo.
La ilusión renacentista
cae poco a poco en olvido
y con los últimos Austrias
sobrevino el maleficio.
El rey Felipe III
llegó con el nuevo siglo
suscitando indiferencia
como rasgo distintivo.
Más tarde, Felipe IV,
puso en manos de validos
la gobernanza de España
y el timón de su destino;
pero ya la decadencia
vagaba por los caminos
y en la estirpe de los Austrias
florecían los desatinos.
Revoluciones, motines,
ansias de independentismo,
Portugal se separó
y España se iba al abismo
siendo unos años muy tristes
los finales de este siglo.
La derrota de Rocroi
puso fin al poderío
que los tercios españoles
en Europa habían tenido.
Al final, Carlos II,
muy enfermo y padecido
ratificó los derrumbes
de un Estado mortecino.
El morir sin descendencia
supuso un nuevo conflicto
y España se fragmentó
reiniciándose otro ciclo.
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Profesor jubilado y escritor, autor de
‘Ortografía práctica del español’, ‘Ronda para niños’ (inglés),
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‘Mencía de Mendoza. La nieta del cardenal’
y ‘La historia de España en verso’