Minaretes, las hora de las oraciones son terribles, compiten a ver quién eleva más el volumen.

Juan Franco: «El Cairo: El mercado de Jan Al Jalili»

Sin duda el más popular y polifacético de todos los que visitamos, aunque hay que ir con cuidado, sobre todo en las zonas menos concurridas, teniendo en cuenta también lo laberíntico de su trazado, por lo tanto estableciendo puntos de referencia para poder salir airoso del reto de no extraviarte en este escurridizo y bullicioso rincón cairota. Un lugar que ofrece diferentes experiencias según sea el momento en que lo visitas, la diferencia es abismal entre el día y la noche; de ahí que esta sea una de las clásicas visitas en cualquier programa que se precie, sobre todo por el abigarrado cosmos que se acumula en las horas nocturnas.

El rincón que nunca falta en los viajes, aquel que te atrae como un imán, en este caso un catalán en lo más profundo del mercado cairota :: JUAN FRANCO

Estamos, sin duda, en el lugar ideal para aquellos que les encantan buscar y si lo tienen claro, seguramente no saldrán sin lo que quieren localizar; eso sí, a la que te descuidas acabas pagando más de lo esperado y muchas veces lo tienes al lado de casa. Las antigüedades, teóricamente, no se venden y, llegado el caso, pueden traer problemas a la hora del embarque, por ello [siempre] hay que pedir factura para justificar la procedencia ante los oficiales inspectores a la hora de nuestro regreso.

El bullicio es constante, la salubridad deja mucho que desear y la estrechez de muchas de sus callejuelas, semejante a la de cualquier parte que haya sobrevivido en cualquier casco antiguo de una ciudad española. Evidentemente no en mi Alhama que, con la caída de la mayoría de las casas, en las célebres calles Bajas, ya no es un claro ejemplo para comparar ese laberíntico lugar, aunque una idea podría ser el cuadrante de la calle Llana-Plaza de los Presos, Corralazo Santa Catalina-Caño Wamba; en el Cairo, algunos tramos de esta zona de Al Jalili aún son más laberínticos y, en muchos casos, sin salida.

La zona se caracteriza por la especialización y ello conlleva cierta capacidad de regateo y precios más atractivos, pero no nos engañemos, tienen una tremenda facilidad para embaucar al más espabilado, así que si uno no tiene ni idea de lo que busca o se encuentra, necesitará una buena dosis de paciencia hasta llegar al precio de no retorno y, como en todas las partes que hay turismo, conviene llevar el dinero que uno piensa gastar ya preparado y evitar echar mano a la cartera; de todo ello ya advierten los guías y yo siempre diré “más vale la precaución que el lamento”.

La máquina automática del lavado de la cubertería ::JF

Una zona que siempre me atrapa es la de las especies y aquí encontramos para todos los gustos y colores. Especialmente si hay algo que habitualmente no localizo en donde vivo, pues ya sabes, a rascarte el bolsillo. Generalmente suelo traerme infusiones, busco exotismo y si no tengo en casa, me proveo de otros sabores, en ese momento es cuando toca localizar aquellos que te han sorprendido a lo largo del periplo: una vez en casa verás que tampoco saben lo mismo, así que posiblemente haya algo que se escapa o tal vez es la sugestión en la que estás inmerso cuando viajas.

Los precios no son nada del otro mundo y, en algunos casos llegan hasta a doblar lo que pagamos en España. Igual sucede con los perfumes, pergaminos, etc. Aunque digan que no hay rebaja, en la práctica sólo hay que mostrar interés por algo para que la cifra comience a moverse a la baja, hay que ir siempre con cautela, los vendedores son artistas o encantadores de serpientes: tremenda la facilidad para atrapar al incauto y se trata de echarle imaginación al arte del tira-afloja.

La impresionante imagen de la torre nocturna y lugar de encuentro del grupo::JF

Si uno simplemente gusta de “olfatear” el lugar es ideal e histórico; todavía conserva sus dos puertas medievales [si se visitan de noche apenas hay visibilidad para las fotos, aunque algunos cacharros de alta gama logran imágenes realmente preciosas], el mercado no es muy antiguo, se levantó en 1832 por Garkas al Jalili, a la sazón capataz de las cuadras del sultán.

Jan al Jalili, de quien toma el nombre, pasa por ser el bazar más grande de todo Oriente Medio pero, si tengo que ser honesto, el de Estambul es mucho más atractivo y hermoso, aunque a lo mejor al estar en territorio europeo, queda de manera consciente fuera de esa peculiar clasificación en la que parece que todo el mundo se empeña en competir en esta era de la estolidez en la que nos han metido: lo más grande, lo más hermoso, lo más sorprendente…

Si tenemos opción, no desperdiciemos la oportunidad de subir a alguna de las torres para admirar el abigarrado microcosmos de la zona e intentar reconstruir nuestras caminatas puede ser un buen ejercicio cognitivo. A poco que interioricemos descubriremos otra perspectiva de estos variopintos y enigmáticos rincones; por supuesto, no olviden darse el descanso correspondiente, dependiendo del tiempo de asueto que nos hayan concedido y lo maltrecho que tengamos nuestro aparato locomotor, con las dos visitas por la zona uno queda más que satisfecho de todo el periplo.

Juan Franco, a la hora del té

Tomar un té de menta en algunos de los establecimientos puede ser una buena opción aunque, a veces exclames: ahí yo no me siento, sin duda puede ser una de esas malas opciones porque prácticamente todos los chiringuitos de esta zona tienen similares características y el problema es encontrar un hueco. Quien busque tipismo es evidente que está en el epicentro de una de las zonas más populares de la animada vida cairota, aunque encontremos otros atractivos, como puede ser el estilo arquitectónico mameluco el encanto de trasladarnos, por su bullicio y extensión, a una época pretérita de la Edad Media y su maravilloso revoltijo de mercaderías de los más variopintos orígenes y formas. Como muchas calles son peatonales, el paseo y el estímulo para los sentidos quedará grabado durante mucho tiempo. ¡Hala: a disfrutarlo!

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Juan Franco Crespo

Maestro de Primaria, licenciado en Geografía

y estudios de doctorado en Historia de América.

Colaborador regular, desde los años 70, con publicaciones especializadas

del mundo de las comunicaciones y diferentes emisoras de radio

Juan Franco Crespo

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