Antonio Alaminos: «La educación debe ser un proceso personalizado e innovador (1/2)»

Cada alumno es una persona, un ser único. Que merece poner en acto la potencia de sus cualidades y que despliegue su ser. En realidad la educación es en definitiva una manifestación de amor en el sentido aristotélico del concepto: “amar es querer el bien para el otro en tanto que otro”. Lo he oído decir y aprendido de mis compañeros durante muchos años. Por tanto hay que alegrarse de que el otro exista, descubrir todo lo que puede ser, fomentando sus potencialidades sin manipularlas.

Son por ello los padres los primeros y principales protagonistas de este quehacer educativo, porque aman a sus hijos y procuran para cada uno de ellos el bien. La escuela debe ser genuinamente familiar, pedagógicamente científica, socialmente solidaria y antropológicamente debe estar enraizada en valores. Una escuela que incite a los alumnos a descubrir su misión en la vida. Que ayude a formar personas comprometidas con todos los miembros de la comunidad escolar y, por extensión, con el mundo que los rodea. Por ello es importante: la atención en aula, esforzándose por conocer a cada alumno, detectar sus necesidades específicas y sus cualidades más destacadas. Así los profesores estudian continuamente e investigan en lo posible, para ofrecer a cada alumno lo que necesita para construir su propio camino.

Cada persona está llamada a la excelencia, a construir con su libertad la mejor versión de sí misma. En los colegios hay que estar a la vanguardia de la educación, sin perder lo bueno acumulado por la tradición. Hay que ofrecer a los alumnos lo mejor que la investigación pedagógica va aportando: estimulación temprana, bilingüismo, nuevas tecnologías, educación para la comprensión, programas de comunicación, inteligencias múltiples, aprendizaje cooperativo…

Además hay que ofrecer una visión del estudiante que vaya más allá de sus aspectos académicos y que se interese por sus valores, por sus inquietudes, por sus aficiones y por su bienestar. Cultiva su protagonismo en el proceso de aprendizaje. Integrar lo físico, lo intelectual, lo humano y lo espiritual en la unidad de la persona. Para ello hay que dedicar también tiempo a escuchar a cada alumno.

Un cordial saludo a los lectores y lectoras de IDEAL en Clase. Y sigo con este tema de Opinión el sábado próximo, en la segunda parte y final.

 

 

ANTONIO ALAMINOS

Maestro retirado

 

 

Antonio Alaminos López

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