Último domingo de abril: De romería a Sierra Morena (1/3)

Los días son más largos, los campos se desperezan, la naturaleza abre los ojos y todo de verde se va cubriendo a pesar del frío que aún permanece de ese invierno que se despide y que atrás va quedando.

Primeras mariposas, y primeros trinos que, de aleteos y ecos llenan campos y manchones. Los rayos de sol ya penetran en recodos y valles y para San Matías -14 de mayo- ya invaden barrancos y umbrías.

Y es que, ha llegado el mes de abril, -el de las aguas mil-, el que mueve la savia y la sangre activa, sacando del letargo a todo ser que de vida goza y con ella vive como supremo don recibido de la Naturaleza y perteneciente al reino animal o vegetal.

Despiertan reptiles, mamíferos y aves. Se llaman al apareo distintos seres del reino animal, con sus cantos y reclamos de encelo llenos. La cabra montesa ya se encuentra preñada de la pasada berrea de enero. Anidan las aves y hacen sus puestas y hasta el oso feroz que en su guarida pasó el invierno, se dispone a dejarla para emprender nueva aventura al abandonar el hiberno.

Toda la naturaleza y su reino vegetal funcionando. Todo en marcha y, respirando pureza de modo y manera cumpliendo su mandato como sinfónica orquesta. Que emite e irradia vigor y alegría a la melodía con la que se destapa una nueva jornada de este otro ciclo de encanto primaveral.

Se acerca el día del Cerro del Cabezo, allá en donde se cantaba y escuchaba, esa hermosa melodía, qué así decía:

Pedro Infante – Cielito Lindo 

Cielito lindo

De la Sierra Morena vienen bajando, vienen bajando

Un par de ojitos negros, Cielito Lindo, de
contrabando

De la Sierra Morena vienen bajando, vienen bajando

Un par de ojitos negros, Cielito Lindo, de
contrabando

Ay, ay, ay, ay, canta y no llores,

Porque cantando se alegran,

Cielito Lindo, los corazones

Ese lunar que tienes, Cielito Lindo, junto a boca,

No se lo des a nadie, Cielito Lindo, que a mí me toca,

Ese lunar que tienes, Cielito Lindo, junto a la boca,

No se lo des a nadie, Cielito Lindo, que a mí me toca.

Unos preciosos ojos negros que seguro huían de unos bandoleros de las serranías de Sierra Morena, no muy lejos de la Virgencita de la Cabeza.

Explosión de júbilo es la sierra, llena de animados ruidos, de la fauna inquieta que entre maleza bulle huyendo del malvado depredador. Entre encinas y pinos, aulagas y jaras, gayumbas y retamas y de mil cosas más que con su verde color colabora enriqueciendo lo que ayer, en el invierno era, muermo y adormecido.

Hoy, ya despierto, conforma tal paisaje, que ni sustraído, para la brocha del pintor que, desea con ahínco e interés emular eso en lo que se recrea. Es Imposible de copiar grandeza sin igual y la hermosura de esa naturaleza que a los pies del Cabezo flora. Rindiendo honor a la Virgen, a la ¡Virgen de la Cabeza!

Es tan grande la sierra, la Sierra Morena digo, es tan imponente que desbordada de sí misma derrama su hermosura a raudales y empellones hacia los ríos del Jándula y el Guadalquivir. La bendita bendición de la Virgen Morenita tan bien se precipita desde los tajos de aquel Cerro hasta las huertas y olivares de Andújar y sus contornos.

Primero de marzo. Un sábado de este mes, ya de tarde, en la casa del Hermano Mayor -Don Juan Manuel García Raya- de la cofradía de nuestro pueblo, se reúnen todos los cofrades de la centenaria hermandad, tratan y hablan de los asuntos de ésta, solucionan y organizan sus pequeños problemas y celebran un sorteo que desde tiempos inmemoriales ya hacían por estos mismos días. Para ver quien tiene la suerte de ser abanderado en la romería de este venidero mes de abril de este año en que vivían.

Es de tanta tradición y costumbres, la celebración de tal sorteo que, todos los presentes atienden en silencio y respeto. Tan ancestral acto que, más que una lotería pareciera una oración.

Se felicita a los agraciados y se les adjudica una de las seis banderas con que cuenta nuestra hermandad. Una blanca, la más pesada, todos quieren ser su abanderado. Es una magnífica obra de arte, ya que luce en su tela una maravillosa pintura al óleo con figuras serranas, de la Virgen de la Cabeza y alegorías del templo edificado en el Cabezo.

Es el tambor de Frasquito “El Cuevas” lo que se oye. Ya levanta sus pellejos, controla y sonoriza los bordones o las tripas de su tambor de cuerda. Y con su afinación se recrea en los nuevos toques tamboriles que ha aprendido nuevos en conversaciones mantenidas con colegas de otros pueblos.

Ya ensaya con el alba, también con el medio día sin evitar la tarde cuando más cercanos son los días de la romería. A punto pone sus toques y redobles de percusión conociendo perfectamente la acción del golpe en la membrana que aporrea con sus baquetas, sacando sonidos: percutidos, soplados y frotados.

La Virgen de la Cabeza emprende el camino a Andújar ::IDEAL

Los vecinos del tamborilero lejos de molestarse por el ruido ocasionado y por su persistencia, no les importa ya que este les recuerda lo cercano de la fiesta y les advierte que ya pronto han de prepararse para ella. Se hacen planes, se organizan grupos, familiares o de amigos y entre todos acuerdan protocolos y motivos a celebrar en esa fiesta cristiana, de ocio y alegría y de tradiciones llenas.

Antaño eran camiones los que transportaban a los romeros, ahora son buenos autobuses que nos hacen olvidar los carros o animales de carga de antaño. Era sufrido el camino, largo y pesado, ahora se sufren las noches, pero estas ya no son tanto, ya que entre risas y chistes. chascarrillos y cuentos, con algún chismorreo hacen que las horas pasen rápidas sin dormirlas y se pasen en un momento.

Dos autobuses, para este año, la cofradía había contratado. Ya apartan y guardan los billetes todo benaluense que dicho día quiera subir al Cerro. Amén de otros muchos que en coches particulares lo hacían en grupos familiares.

Las dos vecinas que su puerta barren tras el trasiego de yuntas al campo, cabras a la sierra y también los cerdos, queda quieto y callado nuestro pueblo momento que aprovechan las vecinas que suplen al ayuntamiento en la limpieza del trozo de calle que hay frente a su puerta. Entablan animada conversación ya que una de ellas le da “en las narices” con el billete que su marido trajo anoche, al regresar del bar de beber unos vasillos de blanco pasto, ese vino, que expenden en Bodegas Castañeda y servían en todos los bares de la Benalúa de entonces.

-Pues sí vecina, que mi marido anoche me trajo sorpresa. Venía tan contento con los billetes de la “Alsina” en su mano. -Que bien. Contesto su contertulia con un cierto retintín que denotaba envidia. Siguieron y siguieron con la charla del viaje a la Sierra Morena de la Virgen. Rápidamente hubieron de irse y romper la tertulia, los niños ya salían de la escuela matutina y no tenían preparada nada de comida.

Miércoles anterior al último domingo de abril, la cofradía de Colomera en su salida hacia el Cerro, ese día, hacía visita de camino a Benalúa de las Villas que como buen anfitrión esperaba las banderas de Colomera en la entrada del pueblo donde era recibida para saludar a sus hermanos cofrades y demostrarle su cortesía, era emocionante el saludo de banderas de los dos pueblos, cuando haciendo un pasillo cruzaban sus picas al tiempo del fuerte redoble de tambores. Era preceptivo y muy cuidado el derecho que tenía la cofradía más antigua o de mayor categoría a poner la pica delante en el cruce de estas.

Tan importante era tal situación que muchos casos ha habido en que por olvido o descuido o con torticera intención, el incumplimiento de esto ha dado lugar a intensas discusiones y hasta alguna vez llegaron a las manos.

Que así lo impone el acto, aunque este estaba impregnado de recelos, entre colegas, que querían demostrar, a ambos pueblos, cuáles eran los tambores que mejor sonaban y más acorde y quienes revoloteaban mejor las banderas. Que acompañados rompían el silencio cuando azotaban los pellejos de sus instrumentos de percusión y las banderas giraban, a todo trapo, lanzadas al viento haciendo con sus telas bonitas cabriolas y ondas.

Litografía de la Virgen de la Cabeza

Era enseguida cuando algunos atrevidos se dedicaban a “revolotear las banderas”. Fuerte ejercicio que consistió, durante unos minutos, hacer rodar y girar la bandera alrededor del cuerpo, horizontales al suelo del que hacía el revoloteo, con posterior lanzamiento hacia arriba al aire y, a ser posible con una mano mientras sonaba un tambor.

Dicho ejercicio no se podía ejecutar al completo, el peso de la bandera lo impedía por lo que este se limitada a girarla y revolotear paralela al suelo y alrededor de su cintura, unas veces de pie y también de rodillas, haciendo bonitos y trabajosos movimientos al abortar de improviso el giro de la bandera en un sentido y volverla del otro lado a girar. No era difícil, pero requiere cierto esfuerzo y pericia que hacía que el que lo ejercitaba terminará agotado, máxime si dos se picaban y querían demostrar más de lo que debían.

¿Era costumbre copiada y venida del medievo, de los castillos feudales? Casi con seguridad sean reminiscencias que en las fiestas de torneos y justas se hacían parecidos movimientos y ejercicios de los banderines y banderas en señal de alegría y victoria.

Así, a pie en una especie de procesión con las banderas de ambos pueblos delante, ocupando la derecha las de Colomera, por cortesía de anfitriones y por devoción al ser el pueblo de Rivas el pastor al que se le apareció la Morenita, dos filas formadas por las personas que representaban a ambos grupos de fraternal devoción ocupaban en la cabeza el espacio dejado por ambas hileras de la bandera, detrás de éstos los dos grupos de tamborileros.

Atravesaban el pueblo por su calle principal, visita a la iglesia y cantada una salve continuaba el camino hasta el puente donde antes estaba la cooperativa, y ahora el ayuntamiento. Una despedida muy animada, nostálgica para los que se quedaban. Y todos colocados en sus asientos y las banderas respetuosamente puestas en el portaequipajes superior del bus, reemprendieron la marcha.

Continuará ../…

 

 

 

 

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Gregorio Martín  García

Inspector jubilado de la Policía Local de Granada y

autor del libro ‘El amanecer con humo’

Gregorio Martín García

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Comentarios

2 respuestas a «Último domingo de abril: De romería a Sierra Morena (1/3)»

  1. Francisco Avila

    Gregorio con tú manera de contar los hechos nos haces recordar tiempos pasados, la romería al cerro de nuestra querida virgen de la cabeza la llegada de los días más largos y él despertar del letargo de seres y naturaleza buen relato.

  2. Gregorio Martín García

    Paco, varias veces he estado en Sierra Morena el día de la fiesta al final de Abril y otras tantas fuera de la misma y es cuando se disfruta de la grandeza de la sierra y de la Virgen de la Cabeza. En el hotel Mirador, al pie de la ermita, estuve con mi mujer un fin de semana y lo pasamos espectacular haciendo senderismo por medio de aquel entorno lleno de viva naturaleza y siempre bajo la mirada de la Virgen cuya ermita no se pierde de vista. Paco un abrazo y a ver si pronto pudieramos ir otra vez

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