Rafael Bailón Ruiz: «In memoriam»

Para Antonio Luis Gallardo, con cariño.

Enamorado de su tierra y su familia, este salobreñero conocido como “El niño de Laurica”, apenas pudo conversar en una decena de ocasiones a través del teléfono con este que escribe (siendo cuatro las veces que nos vimos en persona). Me lo presentó el alma de este portal educativo, la persona que nos puso en contacto a todos los colaboradores, Antonio Arenas.

Sin duda alguna, Antonio Luis Gallardo fue un digno embajador de Salobreña, un hombre animado y motivado hacia la escritura, escribiendo desde el año 2015 en IDEAL EN CLASE (del 24 de enero de ese año data el primer escrito), jubiloso jubilado, bicho raro y educado en la fe católica (como él mismo se definía), haciendo frente a operaciones quirúrgicas e ingresos hospitalarios como consecuencia de la peor de las enfermedades que existen: el cáncer.

IDEAL EN CLASE le dio la oportunidad de hacer públicas sus impresiones acerca de temas diversos, inquietudes o preocupaciones tales como la escuela pública, la sanidad, la nueva pedagogía, las pensiones, la necesidad de leer o las canciones que marcaron su vida (en esta última, mención especial a Joan Manuel Serrat).

Grabadas tengo algunas de sus palabras, en concreto las recogidas el 30 de diciembre de 2022 en el artículo titulado «Si un día me busca la parca».  Con guiño incluido a Serrat, decía así:

Y a mí enterradme sin duelo entre la playa y el cielo. En la ladera de un monte, más alto que el horizonte, quiero tener buena vista, mi cuerpo será camino, le daré verde a los pinos y amarillo a la genista. Cerca del mar, porque yo nací en el mediterráneo”.

También, me quedo con su sentido del humor y su afición a la gastronomía, con su inconfundible arte para presumir de esposa, hijas y nietos, presumiendo de la gran cantidad de cosas que hacían bien todos ellos.

El nacido en la calle Cristo de Salobreña, veneró a su querida madre y a los suyos hasta el final de sus días, compartiendo con todos/as el placer de comer, esa necesidad de picar entre horas.

Para mí, se convertía en un niño grande y noble, cuando se llenaba la boca cada vez que hablaba de su amada Julia. Me encantaba verle disfrutar de un plato de torreznos, cocido o montadito de pringá, migas cortijeras, gachas picantes, morcilla o patatas a lo pobre con sus correspondientes huevos fritos.

Querido Antonio Luis, quiero recordarte con la mejor de las sonrisas, como lo hizo en su día nuestra amiga en común Virtu. El gran Antonio Arenas, tú y este humilde servidor, nos vimos caracterizados como Reyes Magos, portadores de oro, incienso y mirra.

Para concluir, reproduciré las palabras que sobre ti pronunciaba la incomparable Virtudes Montoro:

Antonio Luis Gallardo, es por supuesto el Rey Gaspar, el portador del incienso que simboliza la divinidad de Jesús. Y, sí, Antonio Luis Gallardo es precisamente eso: un ser divino. Con su cuidada y tupida barba, su aire de bonachón, sus maneras caballerosas, es el Rey más leal y perseverante que se ha conocido por estos lares. Antonio Luis Gallardo es un fuera de serie, con su don de palabra, su suspicacia, su acelerada inteligencia, es el más prolífico articulista que haya conocido el Reino de Granada. Es pura sensibilidad, ahí donde lo lees con tal fiereza defendiendo sus ideales a capa y espada, Antonio Luis Gallardo es una persona delicada, llena de armonía y suavidad, que esconde a un adolescente curioso, lleno de mil preguntas, con toda su alma agitada, cual bucólico romanticista. Con su fuerza, su lealtad, su amor sin medida, este Abuelo, como a él le gusta verse, este Jubilado Jubiloso, es una mariposa en vuelo, una luciérnaga nocturna; sabia y delicada. Es un ser divino, un hombre tan inteligente como sensible. Y es muy fuerte, y aún más, leal. Lo es, ¡y tanto! No ha dejado escribir sus artículos durante el tiempo que ha estado hospitalizado. Así que decidme, granadinos, si conocéis a alguien tan admirable como nuestro Rey Antonio Luis Gallardo”.

Quiero terminar con un último ruego, una petición que espero surta efecto.

Aprovecharé las últimas líneas para dirigirme al ayuntamiento de la localidad a la que tantas veces encumbró, sobre la que cientos de veces escribió, Salobreña, para grabar su nombre de la mejor manera posible, con un homenaje a la altura de este ser con mayúsculas, la concesión de una medalla como buen embajador o una placa: pequeño tributo al que debe convertirse en profeta de su tierra.

¡Ojalá mis deseos no caigan en saco roto!

 

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‘Mejor docente de España, 2020. Educa Abanca’ 

Categoría:  ESO-Bachillerato.

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