En el año diecinueve
García Lorca está en Madrid
yéndose a la “Residencia
de Estudiantes” a vivir,
donde latían los valores
de una Institución civil
enmarcada en los principios
del humanismo gentil,
que don Giner de los Ríos
se propuso transmitir
en proyecto pedagógico
como medio y como fin.
Hizo amistad con artistas
como Buñuel y Dalí,
Unamuno, Juan Ramón
y Zenobia Camprubí,
junto a otros personajes
de acreditado perfil.
Siempre andaba Federico
entre Granada y Madrid,
dedicándose a mil cosas
mas, sobre todo, a escribir,
su más alta vocación
que le marcó el devenir,
al ser el guion de su vida
y la razón de vivir.
Para triunfar en el arte
había que hacerlo en Madrid
pues el éxito en provincias
era un escaso barniz,
que pronto se diluía
cual perfume de jazmín.
Publicó su segunda obra
sintiéndose muy feliz:
en el “Libro de poemas”
brota el ardor juvenil,
rimado entre las choperas
de la Vega del Genil
que se irisan por las tardes
en deriva carmesí.