…Y el cactus cumplió la promesa

Desde el día que lo “robaron” todo fue viajar, al norte ibérico fue y allí se fortaleció. Hermoso, pomposo y muy verde se puso él con la inestimable ayuda de quién lo cuidó, Mari Ángeles, ahumada de pro y de nacimiento benaluense.

¡Y volvió! cumplió la promesa que hizo y hoy, grande, robusto y hermoso está en su primigenio lugar emulando la vida de aquella que allí descansa. Su materia natural porque, su alma allá está en el Cielo, gozando con anhelo al ver la gente buena que de un ínfimo cactus viven una historia formada de amor, respeto y comprensión hacia la que hace tiempo murió.

Desde Allá hilos se moverá para que aquella que en sencillo acto de amor recordó a la que en vida era su amiga, nacida en Benalúa de las Villas y en ocasión de un curso cultural que ambas hacían.

Y ¿No sería esa confidente y verdadera amistad que en vida profesó con la que ahora allí yace, la que prendió en su vestido, en gesto agradecido, esa bola de cactus que ella había desprendido para volverlo a dejar en donde la había cogido?

Acto de agradecimiento de su allí presente amiga en túmulo granítico que con toda su natural rudeza representa la nobleza de la allí “in sepultus est”.

El mismo chirrido se oyó, de aquella vieja puerta que se quejó al abrirla para penetrar a aquel santo lugar. Su quejumbroso sonido llenó el silencio del cementerio y ahuyentó en bandada unas aves que picaban y escarbaban la tierra ocre.

Una vez traspasada la ruidosa cancela, Mari Ángeles se sacudió su vestido; un acto reflejo fue que, no premeditado. Con ello se quiso asegurar que nada en él iba prendido. Era tal su estado sentimental que tras sacudir su vestido alzó su mirada para buscar el punto y destino de aquella promesa que hizo

El camino del Camposanto que le llevaba hasta él no estaba verde ni adornado de flores como en la anterior visita que, era época de Santos y difuntos. Ahora el verano había secado y agostado las plantas que nacieron en el suelo.

Avanzando entre sepulcros se acercaba a aquel punto donde estaba presente, solo en cuerpo y, ya corrupto, de la que fuera su amiga. Ensimismada avanzaba, no triste, pero si abstraída meditaba a la vez que oraba por aquella su amiga.

La sombra de la meseta de aquel sol naciente de mañana benaluense, tapaba aún el camposanto, era algo temprano y aún el astro rey no había despertado toda la faz y extensión del terreno benaluense, lo que daba lugar a una de esas preciosas mañanas de Benalúa que invitan al relax, al paseo y meditación, a encontrarse a sí mismo.

Quiso hacerlo sola y sola iba. El repentino ladrido de un perro, cercano hizo que Mary Ángeles un sobresalto diera que, no de miedo, pero sí, lo inesperado del ladrido le sacó de su estado y le hizo volver al presente cuando ya próxima estaba en el panteón que buscaba.

Asida de una mano, con mucho cuidado lleva una bolsa y dentro el motivo de esta visita. Para Mary Ángeles, trascendente.

Cumplimiento de algo nimio pero que aquella que en silencio eterno espera de una amiga, que acá en la Tierra compartieron vivencias antaño en su juventud.

Iba en silencio, solo externo porque en su interior iba una oración y un recuerdo. Una vida que en un momento por su mente se despliega pasándola al presente y rememorando todo aquello que antaño vivieron. Ella en esta vida de acá, aquella en la de Allá. Los dinamismos y misterios de un cruce de tiempos las vinieron a unir en misteriosa coincidencia desde puntos distintos.

Dios, la Omnipotencia se vale de cosas pequeñas para lograr grandes, se vale de todo lo por Él creado para rememorar vivencias para cumplir promesas.

Aquí se cumple lo prometido y de un simple plantón de cactus no más grande que una nuez, de ello se vale para hacer cumplir una promesa pronunciada un día en que envuelta en una extraña acción de dioses espíritus o casualidades Mari Ángeles se vio en ella sin saber a qué se debió y quien hizo que volviera con ella aquel enano cactus que, prendido en su vestido, de ella no quiso separarse.

Lo cuidó puso en él todo su sentimiento y cuando logró un cactus robusto, gordo y hermoso, llego el momento de cumpliendo lo pactado devolver a su lado este cactus de vida que en sepultura plantado emulaba la de aquella que descansa en dicho lugar y que agradece el gesto de una verdadera amiga cumplidora de promesa que no por ser pequeña deja de ser hermosa acción de amor.

El cactus está ya en su lugar, emulando la vida pasada de aquel ser querido que repose para siempre en pétrea tumba dormida esperando “La Llamada”.

Y cuando suene la trompeta, allí estará ella, con el cactus de su amiga también repleto de vida como ahora lo está.

Granada, octubre de 2022

Gregorio Martín García

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