Varias imágenes de agosto de 1948 con la imagen de Fátima recorriendo cortijadas de la zona de la Sagra.

Aquella Dama que un día nos visitó: La Virgen de Fátima Peregrina (1/3)

Los pueblos, de esta nuestra tierra andaluza, estaban por entonces, siendo recorridos en pastoral y evangélica visita, bajo el auspicio de la Virgen Peregrina de Fátima, que en singular manera la caravana recorría pueblos y aldeas de nuestros Montes Orientales.

Manifestaciones espirituales de aquellos años, en que eran practicadas ciertas costumbres salidas, quizá, de la sensibilidad cristiana un tanto manoseada por algún grupo de clérigos, porque aquello tenía más de escenificación festera que de vivencia realmente cristiana. Aunque sí muy sentida y emocionalmente vivida.

La religión ha de ser movida por la fe, ha de ser sentida con fe y vivida de igual forma. Lo demás puede ser exacerbación de los sentimientos y un idolatrismo enmascarado hacia una imagen que algo representa, pero a veces ya olvidado.

En florida y explosiva primavera, toda en flor, de aquel 1951 año de la pasada centuria, cuando los campos muestran todo su esplendor. A la puesta de sol que ya caía por la línea oeste del cercano horizonte, un camión algo armatoste y renqueante motor, avanzaba por el mal y ahoyado camino abandonado que le llamábamos carretera, con rumbo y sentido de marcha a Montillana. Era lento su avance, pero a nadie importaba. Llena su caja de carga de gente del pueblo que alegres y contentos cantaban, gritaban y mostraban eufórica actitud por vivir el momento.

Casi todos, jóvenes del pueblo de distintas edades, incluso tres niños de unos cinco o seis años ocupaban espacio en el referido camión, en privilegiado y único asiento, formado con una larga tabla que, de lado a lado colocada en la parte delantera del cajón, servía a los tres pastorcitos, así vestidos ellos para la ocasión, de asiento, un tanto peculiar, al ocupar tan privilegiado sitio, íbamos disfrutando del camino, que no conocíamos.

Era para nosotros algo tan grande, algo tan distinto, que aún recuerdo cómo mi atención en el paisaje me abstrae. La suave brisa acariciaba mi cara y mi pelo rizado se alborota; ello servía de relajación a tan movida tarde.

Mis codos apoyados sobre la chapa del techo de la cabina del camión y mis manos juntas a ambos lados de mi rosada cara me servían de sustento a aquella mi cabeza que con los movimientos del viaje y el alboroto del momento iba a estallar de emoción, de complacencia de aquella aventura que diera comienzo un mes o dos antes, cuando alguien decidió que tres niños del pueblo vestidos de pastorcillos a la Virgen recibieron. Mi padre fue encargado, con reiteración por mi emocionada madre, se dedicó a prepararme unas albarcas perfectas, con sus perfectos “peales”. Unas ciñeras de piel de oveja, mi cayado a la mano y un montón de más y repetidas cosas que todos me encargaron para que bien saliera el recibimiento de Nuestra Señora.

Recorte de IDEAL, correspondiente al sábado 13 de septiembre de 1952

En el pueblo fue un día memorable y sonado que, yo recuerdo y tengo guardado en lo más profundo de mi mente. Por los muchos años pasados. Todo lo veo tras la nebulosa que enturbia algo mi fiel recuerdo, pero tengo por muy grande aquello que vivido fue por mis paisanos y por tres pastorcillos a los que quisieron darle ese privilegio.

Algo nerviosos, extrañados, contentos, pero no muy seguros ellos de qué se trataba aquella movida que en Benalúa de las Villas había organizada desde días atrás y que ahora se encaminaba en caravana, muy contentos, montados en aquel camión, y acompañados por otros vehículos, hasta un viejo tractor de un vecino cortijero y, alguna bicicleta, todos a igual destino, todos a la misma meta.

Ahora ya, la agradable brisa. Ya, más fría, que acariciaba nuestra cara, por ser casi noche, en que yo viajaba en esta aventura, vestido de pastor y acompañado de dos bonitas niñas, que sentadas a mi lado igualmente ataviadas, en la tabla que ocupamos, en la caja del camión: Maricarmen, la hija de Teodoro García Raya, la que después fuera maestra y la otra niña, la Ana del Ventorro Parrales hija de Juan del Ventorro, formando un trío gracioso, que fuimos advertidos y prevenidos para tan insigne misión. Por algunas responsables jóvenes que a nuestro cuidado iban y, que nos repetían y decían que a no sé cual Señora íbamos a recibir y acompañar aquel venturoso día.

El vehículo avanzaba por la mal carretera que él y nosotros sufrimos, se acercaba ya a Montillana, destino seguido por aquellas gentes que con emoción contenida y noble corazón, iban a recibir a la Señora Peregrina de Fátima para a nuestro pueblo llevar.

La noche invadió la inmensidad del firmamento, que yo contemplaba, absorto desde mi privilegiado asiento en aquella tabla que vencida por el peso no dejaba de balancear. Las brillantes estrellas que en la oscuridad de la tachonada bóveda celeste brillaban y parpadeaban como pocas veces había visto.

Recorrido de la Virgen de Fátima por las calles de Huéscar

Observé como a levante, por la sierra de Los Castellones estaba ya más oscuro, por contra, por el poniente aún reinaba algo de luz del astro rey, recién ido, con una dulce y aterciopelada penumbra.

Los ocupantes del camión que hasta entonces habían sido ruidosos y afanados en alegre conversación, ahora venían en silencio, la cercanía a destino les hizo entrar en algo de recogimiento… A la altura del cementerio pasamos que, junto a la carretera está, a unos escasos metros del pueblo de Montillana… todos en silencio, la noche más cerrada, solo se oía el renquear del motor …un vaivén por bache en carretera, un fuerte ¡¡CRAC!! de algo al fracturar y, la gente gritando de susto y pavor al coincidir tal crujido con el paso del campo santo.

Había los asustados de verdad, los había que simulaban y gritaban por alborotar en francas risas inmersos, cuando comprobaron todos que los tres pastorcillos por el suelo del camión andábamos tirados…Se había roto la tabla que de asiento servía, sobrecargada por alguien o algunos que sus posaderas añadieron al sobrepeso de esta.

Nosotros, los pastores, no nos asustamos, al menos yo así lo recuerdo, el cachondeo posterior, las risas y chistes, hizo que aquello en nosotros no fuera más que parte del “juego”.

Una isla llena mi mente a partir de este instante… Una isla de olvido que rodeada por todas partes por muchos días de los largos años pasados desde entonces, han borrado parte del hecho que comentamos, tan solo veo y alejado, como llegados a una plaza del pueblo de Montillana, totalmente llena de gente. En medio había un lugar de muchas flores, con velas y, bien enfocada con luces fuertes que realzan a la preciosa Señora que en el centro estaba, con rostro precioso de particular sonrisa y alegría, que igual no había.

Granada, diciembre de 2023

[Continuará…/…]

Gregorio Martín García

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Comentarios

Una respuesta a «Aquella Dama que un día nos visitó: La Virgen de Fátima Peregrina (1/3)»

  1. Encarnacion Raya Garcia

    Nunca me habian contado esta historia de la visita de la virgen de Fatima a nuestro pueblo, como siempre Gregorio nos acerca a nuestra historia. Un beso al cielo.

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