Comienza la mañana, el alumnado llega adormecido o sobre-estimulado porque lleva desde primera hora de la mañana en pie y viene rebotado de un aula matinal, bendita aula matinal que a tantas familias les facilita el cumplimiento de su jornada laboral, desempeñando una labor digna de encomio.
Entran a clase, algunos de ellos con la mirada perdida, cansados a causa de un madrugón o porque nacieron así… pero, pese a esa circunstancia, todos manifiestan una cierta esperanza de que va a ser un día “guay” para ellos, imprevisible, repleto de los aprendizajes que les va a dictaminar un currículo de Educación Primaria y sobre todo, van a encontrar un espacio de respeto, tolerancia, empatía, solidaridad, apoyo o cariño y ahí el docente tendrá mucho que ver con el devenir de la jornada escolar.

Desde primera hora, podemos marcar una actitud extensible a lo largo de todo el día con actividades que rompan el hielo o por el contrario, nos limitamos a sentar a nuestro alumnado y lo instamos a que abra el libro o la libreta y calladito, si puede ser. Todo es loable y respetable. Pero si nos hacemos eco de una de las virtudes estrella que todo ser humano puede atesorar, a buen seguro que desembocaremos en la empatía.
Si pensamos como niños, puede que lleguemos a ellos de la manera más accesible posible, por ello, podemos decidir empezar la mañana con energía poniendo en práctica una actividad rompedora, cuyos orígenes datan de la época de coronavirus. La bautizamos como “Mano – abrazo – codo”.
En uno de los cursos que realicé sobre descubrimiento personal, ya hace más de diez años, cuando empezaban a despuntar enseñanzas novedosas plagadas de términos del tipo: coaching, la inteligencia emocional, los niveles de compromiso, el ego, los paños calientes, las experiencias que una persona pueda tener hacia otra para dar su opinión, una de las prácticas que desarrollábamos, guiados por un monitor, consistía en ponerse delante de una persona (con la que podías tener más o menos afinidad), te quedabas mirando fijamente a sus ojos y pasados unos segundos, te dejabas llevar por la necesidad o no de querer mostrar tu cariño, sin mediar palabra. Precedidos de sonrisas naturales, llovían abrazos a diestro y siniestro, como era de esperar, por el vínculo que se ha había creado entre los asistentes al curso. Ahí fue cuando empecé a cuestionarme si esa práctica o algo similar era aplicable a un contexto educativo. Sin duda.
En la red hay infinidad de recursos sobre saludos. Algunos de ellos se han hecho virales. Me viene a la memoria un vídeo en el que un maestro de origen norteamericano saluda a cada uno de sus alumnos de una forma especial. Tiene un gran mérito pues se pueden apreciar saludos de lo más simples a lo más complejos, que precisan de mucha compenetración y sincronización. Cuando lo vi, mi primera reacción fue de admiración. Me quedé estupefacto. ¡Cómo es posible que pueda hacer eso con sus alumnos!
Al poco tiempo, me percato que un compañero en el colegio lleva a cabo por las mañanas algo insólito, al menos para mí: Mediante la exposición de tres iconos, cada alumno o alumna ha de elegir y señalar uno, el que más le apetezca (o un abrazo, o la mano o simplemente decir ¡hola!). Indagando en la red, una vez más, pude localizar algo similar a aquello, que procedo a compartir:
¡Una maestra besando a sus alumnos! En el siglo XXI lo veo inviable y más si el que besa es de género masculino, se la juega y bien jugada. Permítanme el comentario pero el beso está fuera de lugar, proceda de una maestra o de un maestro, así sea decisión de sus propios alumnos. No lo veo. No sé ustedes. Ah, otro asunto a considerar… se refuerzan las relaciones entre alumnos y docente… pero… ¿y las relaciones entre los alumnos con los alumnos?

Por causa de todas estas reflexiones, a medida que pasaba el tiempo la ilusión y estupefacción se iban desvaneciendo progresivamente debido a que atisbaba una desatención por parte de las relaciones entre iguales, por lo que decidí crear esta actividad que paso a detallar.

Consistente en un saludo matinal “Mano-abrazo-codo” se puede desarrollar una vez se llega a clase o incluso en la misma fila antes de entrar al edificio donde se distribuyen los ciclos, niveles y aulas. La referencia la encontramos en los eventos deportivos en los que se compite como equipo. A buen seguro les vendrá a la memoria, el acto en el que un equipo saluda al equipo rival. Pues bien, la acción es extrapolable a un contexto de una clase, por lo que solo necesitamos que se dispongan en una fila única de uno en uno, quedando dos extremos claramente diferenciados. Uno de los alumnos que se encuentre en un extremo de la fila, empezará se desplazará mientras el que se ubique en el otro extremo, no se moverá en ninguno de los casos hasta que el saludo finalice y ya hayan pasado todos a saludarle. Supongamos que formamos una fila y se mueven de izquierda a derecha. El primero saludará al segundo, dará un paso a la derecha y saludará al siguiente así hasta el último de la fila que aguardará en el extremo de la derecha. Cuando salude a todos y cada uno de sus compañeros dará por finalizado el acto del saludo y ya podrá ocupar su sitio. Se recomienda que sea el propio docente quien rompa el hielo, empiece saludando, sirva como modelo e inste a su alumnado a seguirlo. Puede que hasta lo imiten.
Como en todas las relaciones personales, habrá evidencias de vínculos mayores y menores entre ellos. Algunos incluso hacen saludos conjuntos, con bailes, coreografías e incluso con saludos inventados.
Una de las circunstancias que se pueden dar es que un alumno o alumna no quiera ser abrazado o por el contrario que no reciba abrazo. Debemos de restar importancia a este hecho, naturalizarlo e incluso brindarles la oportunidad de elegir las opciones apetecidas o posibles, en todo momento. Insistimos, si alguien no recibe abrazo, al menos que el maestro
https://blog.tecsalud.mx/el-poder-del-abrazo-7-razones-para-dar-abrazos
En el caso de decir mano, abrazo o codo se muestra una cierta predisposición a dar un abrazo, pero si por el contrario alguien manifiesta mano o codo, el abrazo no tiene cabida. Con esto nos aseguramos de que no se den circunstancias de saludos o abrazos forzados pero no así de un mínimo de educación que ha de estar presente, que hará que el grupo clase empiece con buen ánimo por el poder del abrazo, del saludo o de la muestra de afecto. El docente estará alerta de todo lo que acontezca en el acto.
Si damos cierto margen a nuestro alumnado nos sorprenderá y podrá evolucionar en sus relaciones sociales, dando origen a un ambiente de respeto, tolerancia y poder de decisión, generando un vínculo afectivo que a buen seguro hará empezar la mañana con energía.

Se puede dar el caso en el que se nos presente la posibilidad de poder analizar las diferentes situaciones para entender por qué actuamos de una manera u otra, en ocasiones, dejándonos llevar, imitando modelos, adoptando conductas y roles para quedar bien o pasar desapercibidos. Actividades de esta índole permitirán construir un espíritu crítico en nuestro alumnado y podrán representar una oportunidad de oro para ser desglosadas, analizadas para así poder sacar todo el jugo que se precise en beneficio de la integridad de nuestro alumnado como personas y a nivel socioemocional. De esta forma haremos personas responsables, con derecho a elección, felices y que se sientan queridas y al tiempo respetadas.
Como Coordinador del Plan de Igualdad y de Escuela Espacio de Paz que lo fui durante varios años consecutivos, he llevado estas ideas a muchos de los centros educativos por experiencia personal, obteniendo todo tipo de respuestas por parte de compañeros y compañeras. Desde el “prefiero no hacerlo porque se ponen como motos mis alumnos”, “No lo hago porque en mi clase hay un grupo de alumnos que son conflictivos y no se aguantan”, “Prefiero saludarlos yo uno a uno”, “Uf, es que vamos regular con la programación y no podemos perder tiempo” hasta el “Sí, sí, lo voy a hacer, pero hoy no… mañana”. Hasta que el mañana pasa a ser otro hoy.
Por supuesto a lo largo de esta carrera (estoy por la mitad, con dieciocho años vividos en la docencia renumerada) he dado con compañeros y compañeras que han puesto en práctica estos saludos, e incluso en algunos casos hemos llegado a mezclar niveles o grupos. El A saluda al B o el B saluda el A. Todas las visiones, opiniones o predilecciones son respetables. Es la grandeza del ser humano, el ser diferentes y el tener algo que aportar o no.

En definitiva, no me considero ni voy de “maestro estrella”, ni me creo poseedor de la verdad universal ni absoluta, pero creo en un modelo de enseñanza centrado en el alumno, en su integridad como persona, en la proliferación de unos valores que llevarán por bandera y en que sean felices y coman perdices, si es que no presentan intolerancias.
Seguiremos compartiendo. Gracias por su tiempo que a buen seguro es su mayor tesoro. Tesoro que no dudo en compartir por y para ustedes.
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