Woodrow Wilson, el 28º presidente de EE.UU., dejó dicho: “No existe causa que sea tan sagrada como la causa de un pueblo, no existe ideatan alabada como la idea de servir a la humanidad”. Robert Dallek: “J.F. Kennedy, una vida inacabada” (2018). Bien vale como introducción a este artículo.
Donald Trump es ya el 47º presidente de EE.UU. después de haber jurado el cargo sobre dos Biblias: la suya, un regalo de su madre cuando era niño, y la de Abraham Lincoln, que se usó por primera vez en 1861 en su toma de posesión como el 16º mandatario de esta nación. También Barak Obama juró sobre dos Libros Sagrados: uno propiedad de Abraham Lincoln y el otro de Martin Luther King. “La era dorada de América comienza ahora mismo”: así abrió su discurso. Hacia la mitad de su alocución tuvo un recuerdo para Martin Luther King y dio las gracias a la comunidad negra por sus votos: “Vamos a trabajar para que su sueño se convierta en realidad”. El sueño al que se refería era éste: “I have a dream” (Tengo un sueño).
Ho Che Anderson, en “King: “Una biografía de Martin Luther King” (2022), dice que fue un clérigo luchador por los derechos civiles de los negros estadounidenses. En 1955 apoyó la lucha de Rosa Parks para evitar la segregación racial en los autobuses de Montgomery, que después de un año de resistencia, llegó a su fin; y el 3 de mayo de 1963encabezó una manifestación en Birmingham (Alabama) para enfrentarse a la segregación existente en sus industrias. Pero la manifestación que ya ha quedado en la Historia fue la del 28 de agosto de 1963: “La marcha sobre Washington por el Empleo y la Libertad”. Su discurso, “I have a dream”, tuvo lugar en la escalinata que lleva al “Lincoln Memorial” de Washington D.C. ante 250.000 personas con una oratoria impecable: libertad y derechos civiles fueron dos palabras que sonaron de manera estruendosa. Para los analistas políticos ha sido uno los discursos más importantes y conmovedores del siglo XX.
Algunos de los mensajes, extraídos de la obra de Andrew Burnet “50 discursos que cambiaron el mundo” (2017), dicen así: “Cien años después de que Abraham Lincoln firmó la proclamación de emancipación, la población negra todavía no es libre y es oprimida por los grilletes de la segregación. Cien años después los negros siguen consumiéndose en los márgenes de la sociedad estadounidense. Ahora es el momento de hacer realidad las promesas de la democracia y la justicia de los hijos de Dios. A la fuerza física debemos responder con la fuerza espiritual. No habrá paz ni tranquilidad en Estados Unidos mientras no se reconozca a los negros sus derechos civiles. Volved a Mississippi, a Alabama, a Carolina del Sur, a Georgia y a Luisiana; volved a los guetos y a los barrios pobres de las ciudades del norte sabiendo que la situación puede cambiar y cambiará. Sueño con que esta nación se levante un día y viva el verdadero significado de la frase “Todos los hombres son creados iguales”; sueño con que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos esclavistas puedan sentarse juntos a la mesa de la hermandad. Tengo el sueño de que todos los hijos de Dios negros, blancos, judíos, gentiles, protestantes y católicos podamos unir nuestras manos y cantar con las palabras del espiritual negro ¡Libre al fin! ¡Libre al fin! ¡Gracias a Dios Todopoderoso somos libres al fin! Sueño con que un día mis cuatro hijos vivan en un país en el que nadie los juzgue por el color de su piel sino por los atributos de su personalidad; con que un día se levanten los ríos y los valles y se allanen todos los montes y colinas; con que la gloria del Señor se revele y toda la humanidad la vea. Para ser una gran nación, Estados Unidos tendrá que hacer realidad estas palabras. Ésta es nuestra esperanza”.
Martin Luther King nació en Atlanta (Georgia) el 15 de enero de 1929. A los quince años fue aceptado en el “Morehouse College”, dedicado a la educación de los afroamericanos, donde se licenció en Sociología; en 1951 se graduó en Divinidad en el “Seminario Teológico Crozer” de Chester (Pensilvania) y cuatro años más tarde se doctoró en Teología por la Universidad de Boston. Fundó la “Southern Christian Leadership Conference” (Asociación de Liderazgo Cristiano del Sur) desde donde organizaría campañas en pro de los derechos civiles. Sus esfuerzos contribuyeron a la aprobación de la “Civil Rights Act” (Ley de Derechos Civiles, 1964) y a la “Voting Rights Act” (Ley del Derecho al Voto, 1965). En l964 recibe dos importantes premios: la revista “Time” lo nombra personaje del año y se convierte en el galardonado más joven con el Premio Nobel de la Paz.
Pero el destino le tenía reservado una trágica contradicción: un hombre que se pasó su vida luchando por la paz murió asesinado a la edad de 39 años. El doctor King viajó a Memphis (Tennessee) a principios de abril de 1968 para ayudar a organizar una huelga de basureros que demandaban mejora en sus sueldos y un mejor trato. El 4 de abril, sobre las seis de la tarde, pronunció otro legendario discurso: “He estado en la cima de la montaña”, pero no viviría para hacer realidad su mensaje: un disparo de James Earl Ray cuando estaba asomado al balcón de la habitación 306 del “Motel Lorraine” acabó con su vida. Se declaró culpable y lo condenaron a 99 años de prisión. El Motel, desde 1990, fue convertido en el “Museo Nacional de los Derechos Civiles”.
Tengo la esperanza de que Donald Trump no haya citado en vano al Sr. King.
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