¡Un año más de celebración, alegría y reencuentros inolvidables! Desde aquel ya lejano 1994, el alumnado Aula Permanente de Formación Abierta (APFA) de la la Universidad de Granada se da cita para festejar por todo lo alto a sus queridas patronas, Santa Perpetua y Santa Felicidad.
La mañana del viernes, 7 de marzo, arrancó con una emotiva misa en la parroquia de San Isidro Labrador, donde el Coro del Aula Permanente llenó el templo con su música. El director del APFA, los presidentes de las asociaciones ALUMA y UNIGRAMA y el alumnado participaron en esta ceremonia que marcó el inicio de un día muy especial.

Pero esto era solo el principio. En el Salón de Actos de la Escuela Superior de la Edificación, el ambiente se llenó de entusiasmo con el Acto Académico, presidido por el Vicerrector de Estudiantes y Vida Universitaria, Juan Luis Benítez Muñoz, y el director del APFA, Juan Antonio Maldonado Jurado.
El vicerrector transmitió el saludo del Rector, quien no pudo asistir por estar de viaje, y cedió la palabra a Maldonado. Con pasión y orgullo, éste habló de la increíble labor que se realiza en el APFA y del entusiasmo imparable del alumnado, que asiste a clase sin importar el frío, el calor o la comodidad del hogar. Además, este año, el programa ERASMUS+ ha dado un giro internacional al Aula Permanente, permitiendo que los estudiantes mayores vivan la experiencia de estudiar en Europa, al igual que los jóvenes universitarios.

Nueva sede en la ciudad de Loja
El Vicerrector cerró el acto con unas palabras llenas de reconocimiento, resaltando la importancia del APFA en la Universidad de Granada y anunciando la próxima apertura de una nueva sede en la ciudad de Loja. Un broche de oro para una jornada que celebraba el saber y la ilusión de seguir aprendiendo a cualquier edad.
Y, por supuesto, no podía faltar la música. El Coro del Aula nos regaló un concierto lleno de sentimiento y buen hacer, interpretando piezas tan variadas como remerinos alpujarreños y habaneras, para culminar con el solemne y emotivo Gaudeamus Igitur, que resonó en el corazón de todos los presentes.
Para rematar esta jornada inolvidable, nos esperaba la comida de hermandad en el restaurante de un hotel. Entre risas, conversaciones y brindis, los asistentes disfrutaron de una deliciosa comida que selló con buen sabor de boca este día de celebración, amistad y recuerdos imborrables. ¡Hasta el próximo año!

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