Estimados lectores y compañeros de profesión: Uno de los objetivos que me he marcado es el de condensar la información y acortar la extensión de mis escritos. Sé de buena tinta que muchos de ustedes me leen, me valoran y otros, en contraposición, rebaten, critican con o sin comentarios. Pues bien, llevaba esperando este momento desde que se brindó la oportunidad por parte de Antonio Arenas y pude empezar esta andadura en IDEAL EN CLASE.
Créanme que este asunto me daría para un libro, por todo lo que viví aquel fatídico 2020, al igual que todo docente, pero por la naturaleza de la temática, en la mayor parte de los casos desagradable y dolorosa, y porque Trini, madre de mi alumna Laura ya les dio un adelanto la semana pasada, veo conveniente hacer una síntesis de lo que vivimos y de cómo lo viví como maestro con sus luces y sombras.

Rehúso recordar todos los momentos iniciales que vivimos desde el primer momento en el que nos confinamos, pues cada cual lo vivió a su manera, pero no por ello dejo pasar la ocasión de traer al recuerdo algo me dolió de sobremanera, me refiero a la forma en la que se nos desprestigió a los docentes y estuvimos bajo sospecha de estar exentos de trabajo o de tomarlo como unas vacaciones, al quedar abolidas las clases presenciales.
Mientras ciertos docentes se permitían el lujo de mandar tarea a las 9 de la mañana e instar a que ésta fuera corregida por la familia, con una plantilla con las soluciones, o presuponiendo sus capacidades para hacerlo. En otros casos se efectuaban correcciones mediante el uso de un correo electrónico corporativo, en la medida de lo posible. Cada cual vive su profesión, su vocación y su labor como lo siente. Nunca criticaré a nadie y menos de mi gremio, pues pueden hacer conmigo lo mismo, y hay un principio básico que es el de la empatía que consiste en no hacer a los demás lo que no te gustaría que hicieran contigo, pero no está de más, insisto, en reflejar una realidad, en este caso, aislada.

Precisamente, este hecho me hizo reflexionar sobre mi labor docente. Sentí la necesidad de reinventarme y por qué no decirlo, de ganarme el sueldo, pero sin perder el brillo de mis ojos, ese que siempre me ha acompañado desde que tengo uso de razón por la docencia, por estar rodeado de niños y por enseñar contenido, cultura y valores.

¡Eureka! En aquella ocasión estaba al cargo de niños y niñas de primero de Educación Primaria, algunos de ellos se iniciaban en la lectoescritura y en el cálculo mental, entre otros, por lo que necesitaban la figura de su maestro y me tuvieron… ¡Ya lo creo que me tuvieron! La verdad sea dicha de paso que mis circunstancias personales me permitieron estar volcado incondicionalmente con ellos hasta límites insospechados, sin horarios y con mis cinco sentidos.
Intención, ilusiones, ganas y compromiso eran mis mejores aliados, por lo que solo me quedaba atisbar el cómo iniciarlo, hacerlo y desarrollarlo. Recurrí a mi canal personal de Youtube que posteriormente pasó a llamarse Flamendro. Un móvil, un trípode y una chimenea apagada de fondo y… ¡a grabar!. Con el objetivo de aportar orden, rigor y seguridad, desde un primer momento tuve claro que las clases debían de estar regidas por una misma estructura e igual modus operandi en cuanto a presentación, seguimiento y evaluación. A medida que fui grabando las coronaclases fui mejorando el lenguaje no verbal, estableciendo un criterio y los objetivos.

La estructura era tal que así:
- CANCIÓN DE BUENOS DÍAS. BAILAMOS CON ENERGÍA.
- NOS LAVAMOS LAS MANOS.
- BEBEMOS AGUA.
- DAMOS GRACIAS.
- DESARROLLAMOS EL TEMA DE HOY.
- CALENTAMIENTO Y EXPLICACIÓN DEL TEMA.
- MANOS A LA OBRA. DEBERES.
Me propuse grabar un vídeo diario, exceptuando los viernes (que lo destinábamos a juegos, trucos de magia, chistes y manualidades), considerando que empecé a grabar las llamadas coronaclases desde el 18 de marzo de 2020, quedaba por delante los meses de abril, mayo y junio.

En los vídeos tratábamos las figuras que representaban a un determinado personal que era los verdaderos héroes en aquellos entonces: policías, militares, farmacéuticos, enfermeros, médicos, empleados de supermercados, de residencia de mayores, etc.
El objetivo no era otro que el de concienciar a mi alumnado de la importancia que tenía ese colectivo de personas para poder salir adelante. Nunca estaremos suficientemente agradecidos a su labor. Aunque he de decir que les instaba a mi alumnado a agradecer y a reconocer su valía, prueba de ello sus dibujos, redacciones, cartas de agradecimiento y homenajes.

Por la necesidad de una comunicación alumnos-maestro y maestro-alumnos me vi obligado a crear un canal y medio de comunicación novedoso, directo e innovador, hablo de la mensajería instantánea por Telegram. Gracias a ese medio, se pudieron compartir miles de archivos: fotos, vídeos, actividades, juegos, recuerdos, vivencias, ideas, reflexiones, impresiones, convivencias familiares, juegos, recuerdos de forma abierta o privada, con total libertad. Formamos una gran familia entre todos y nos hicimos ver que una buena relación entre maestro y familias de sus alumnos es posible, desde el respeto, la empatía, la confianza y la admiración mutua.


Se generó un vínculo inquebrantable y digno de mención entre familia-alumno-maestro que aún perdura en el recuerdo. Se rompieron toda clase de barreras, participamos en actividades instantáneas traducidas en retos familiares, otras solidarias y benéficas, publicamos un libro con carácter benéfico sobre recetas, enrolamos a todos los miembros de las familias, hicimos que los propios niños pasaran a ser los verdaderos protagonistas, junto a sus familias, de hecho ahí quedaron esas grabaciones de vídeos para la posteridad, en donde con mayor y menor desparpajo dejaban constancia de su implicación.
https://ampa-dulcinea.blogspot.com/2020/05

Gestionar un grupo de Telegram con veinticinco participantes, más otros tantos abuelos, tíos, padres… no fue tarea fácil, pero al estar todos metidos en el ajo se hizo más llevadero todo. Eso sí, tuve que vivir y padecer comunicaciones a deshoras, presenciar familias sin recursos económicos ni para permitirse internet en casa, y cerca de 13.000 archivos que habitan en mi disco duro en forma de dibujos, redacciones, cuentas, cartas, homenajes, etc.

Hicimos una metáfora de un capitán llamado Pedriticher, representado por mi persona con sus aliados y marineros (los niños y familias), cuyo único objetivo era el de llegar a tierra, sanos y salvos… y así fue con el esfuerzo y dedicación de todos. No dejamos de creer en ver y tocar tierra.

Fue inolvidable, motivo por el cual quería compartirlo con ustedes, señores lectores, y de paso dignificar nuestra labor como maestros, puesto que este gremio está plagado de verdaderos héroes y profesionales como la copa de un pino, que muchos de ellos deciden permanecer para siempre en el anonimato, pero que dejaron y dejarán una huella imborrable en su alumnado. Gracias por leerme. Sirva este artículo como una prueba y un recuerdo de las actividades desarrolladas como docente en tiempos de pandemia y como una evidencia de haber disfrutado de unos alumnos y familia antológicos, que no dudo en compartir, exhibir y ponerlos en valor.



Para quien le pueda interesar, les dejo un PDF con todas las coronaclases.
PDF CON LA RELACIÓN DE LOS VÍDEOS CORONACLASES CON PEDRITICHER (2020)

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