2. Principios que nos animan
Nuestros principios didácticos se sostienen en acciones concretas:
Movimiento: A través del movimiento conocemos el mundo que nos rodea y damos forma a nuestras emociones.
Exploración: La curiosidad y el descubrimiento marcan nuestra ruta para llegar al conocimiento.
Conexión: Establecemos una relación profunda con los entornos natural y social.
Autonomía: Fomentamos la capacidad individual y colectiva para gestionar el aprendizaje, tanto el propio como el grupal.
Compromiso: Con uno mismo, con la sociedad y con la Naturaleza. En esta aventura educativa, la Pedagogía Andariega es la brújula que guía nuestros pasos. ¿En qué consiste la propuesta? En prácticas vivas y significativas: la movilidad como forma natural de desarrollar cuerpo y mente; la ejercitación de nuestros sendos y percepciones como fuentes de conocimiento; la disciplina científica para explorar la curiosidad que despiertan los indicios; y una asunción de armonías artísticas, lúdicas y emocionales.
Puede parecer una propuesta compleja. Por eso necesitamos de tu concurso. Adoptar una actitud abierta al diálogo, o mejor, a conclusiones interiorizadas y comparadas quizás sea el camino más acertado para llegar a donde pretendemos.
Los andariegos, por esencia, dialogamos constantemente con personas, animales, paisajes y formas de vida. Nos basamos en la heurística, ese arte que estimula el pensamiento y la toma de decisiones sin temor a los errores. De hecho, ¡cuántas veces hemos tenido que volver sobre nuestros pasos tras tomar un camino que se las prometía y que, a la postre, concluyó en un callejón sin salida!

Nuestro currículo viene a ser una página en blanco, abierta a todo lo que despierte nuestra atención. Todas las ramas del saber, todos los indicios significativos, todas las preguntas que nos hagamos, incluso las cuestiones trascendentales de la propia existencia…, todo puede resultar un mananal inspirador de nuestro quehacer.
Nuestra experiencia se enriquece a medida que avanzamos. Como un niño que se mueve libremente y descubre por sí mismo objetos y fenómenos que le llaman la atención…, así entendemos nosotros la necesidad de caminar: la forma natural de conocer nuestro cuerpo, el entorno y la sociedad. Conocer de primera mano los recursos naturales, humanos y experimentales que tenemos en nuestro barrio, pueblo o ciudad, supone siempre el inicio de nuestra andadura didáctica.
El clima adverso ni nos arredra ni nos detiene; tampoco nos intimida tocar puertas de comercios, industrias, talleres, oficinas o casas particulares para descubrir, con respeto y curiosidad, lo que allí se cuece. Interactuar espontáneamente con lo que nos rodea nos da paso a descubrir un mundo de relaciones donde el hecho de aprender, disfrutar y participar resultan vivencias esenciales.

Ver capítulo anterior:
Deja una respuesta