La semana pasada abordaba desde aquí uno de los aspectos relacionados con la lectura: las conexiones neuronales. Esta semana nos adentramos en la relación de la lectura con la inteligencia emocional.
Después de la polémica suscitada por las lamentables declaraciones de la influencer María Pombo sobre la lectura. Unas declaraciones que lo más probable es que hayan sido hechas a la ligera y con un desconocimiento absoluto de lo que realmente aporta la lectura. Es triste que haga esas declaraciones alguien que desciende directamente de una gran escritora como Concha Espina, que estuvo nominada a Premio Nobel de Literatura.
Así que no solo considero oportuno sino muy necesario abordar hoy la relación entre lectura e inteligencia emocional. No voy a entrar en juicios de quien es mejor persona si el que lee o el que no lee. Esa valoración se la dejo a los demás. Yo solo sé que leer es altamente beneficioso a muchos niveles. Saquen ustedes sus propias conclusiones.
“En un sentido muy real tenemos dos mentes una que piensa y otra que siente” Daniel Goleman
“El cerebro emocional es más rápido que el cerebro racional” Daniel Kahneman

Si importante es conocer los aspectos neuronales que se relacionan con el aprendizaje y la lectura no lo es menos el aspecto emocional. En este sentido, me he permitido basarme, en parte, en mi propia experiencia personal y docente y también en las aportaciones, entre otros, de Begoña Ibarrola a este campo de la lectura y el desarrollo emocional.
También, tiene aquí especial cabida el trabajo de Francisco Mora quien nos casa Neuroeducación e inteligencia emocional a través de su libro: ”Neuroeducación. Sólo se puede aprender aquello que se ama”. El título de su obra no puede ser más explícito.
Creo que todos hemos experimentado la facilidad con la que aprendemos aquello que nos gusta. La facilidad y el gusto con el que leemos un texto o un libro cuando trata de un tema que nos interesa o apasiona de manera especial ó personal. En tales circunstancias todas las dificultades de comprensión encuentran la forma de ser superadas.

Nos hacemos adictos a aquello que nos crea placer o cuya meta final es en si una recompensa personal. Cuando leemos por placer no podemos parar. Este placer puede ser por muchos motivos: compartimos emociones, curiosidad, sentimiento de complicidad, entretenimiento, autoconocimiento, superación personal, estimulante a nivel creativo…
Para aprender leyendo hay que amar a la propia lectura. El momento lector ha de identificarse como un momento positivo. Se ha demostrado que las emociones positivas mejoran los aprendizajes cognitivos. El lector ha de ser emocionalmente competente e incluso ser capaz de retrasar la gratificación para poder llevar la lectura de una obra extensa hasta su finalización.
La lectura es una herramienta fundamental en el aprendizaje y nos puede proporcionar innumerables emociones.
¿Quién no se ha identificado con un poema de amor o desamor, con un personaje, con un viaje, una emoción…?

Según esto, es muy importante que estén exentos de sufrimiento y angustia el aprendizaje del proceso lector, así como los primeros contactos con la lectura. Esto nos ayudara a evitar el rechazo a la lectura en el futuro.
“No son las competencias cognitivas las que están en el centro de los procesos de aprendizaje, sino las competencias emocionales”. Begoña Ibarrola “Aprendizaje emocionante”
Gracias por leer este artículo. Yo siempre he sentido que la lectura me completa, me acompaña, me enriquece, me hace disfrutar, ser mas creativa, mas fuerte, mas segura, mas tolerante, a conocerme mejor a mí misma y a comprender mejor a los demás y sí ¿Por qué no decirlo? La lectura me ha ayudado a ir paso a paso, a ir libro a libro, creciendo y mejorando como persona.
Que disfruten siempre de la lectura y contagien de ese gozo a los que hay a su alrededor. ¡ Feliz fin de semana !






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