El autor saca la Pedagogía a caminar

Isidro García Cigüenza: «Las estrategias en Clave Andariega»

La mayoría del profesorado entiende La Programación como un documento burocrático, y no como un espacio donde recoger las propias estrategias metodológicas fruto de una reflexión compartida.

El Currículo se define como el conjunto de competencias, contenidos, métodos pedagógicos y criterios de evaluación de cada una de las enseñanzas reguladas por ley. También por ley se atribuye al Gobierno el derecho —nos dicen— “a concretar e imponer dicho currículo con el fin de asegurar una formación común y garantizar la validez y la eficacia de los títulos académicos”. La forma y el lugar donde se concreta todo ello, habida cuenta de las características peculiares de cada centro, se encontraría en las respectivas Programaciones de Centro.

Pero, invalidando esta pequeña prerrogativa que aún nos queda a los docentes, resulta que la mayoría del profesorado entiende la programación, en todas las etapas educativas, como un documento burocrático, y no como un espacio donde recoger las propias estrategias metodológicas fruto de una reflexión compartida. De hecho, el trabajo de programar se lo hemos cedido a las editoriales, y nadie (ni las familias, ni la sociedad, y aún menos el servicio de Inspección) cuestiona una práctica tan perniciosa.

En el ámbito pedagógico, se debiera entender por estrategias el conjunto de acciones planificadas y organizadas que guían el proceso de enseñanza-aprendizaje. Son el cómo de la práctica educativa: qué nos interesa conocer, cómo aprehenderlo, cómo favorecer el espacio de encuentro entre saberes, recursos, tiempos, afectos, territorios…

Desde la mirada andariega, estas estrategias adquieren una dimensión profunda: dejan de ser simples técnicas o métodos para convertirse en decisiones pedagógicas comprometidas. No se trata de aplicar fórmulas, sino de conformar caminos vivos que hagan coherente la intención educativa con los valores que la sostienen: el respeto mutuo, el aprendizaje colectivo, el vínculo con el entorno, el reconocimiento de los saberes comunitarios.

La Pedagogía Andariega propone una estrategia metodológica que trasciende las paredes del aula: el entorno se convierte en el escenario principal del aprendizaje. Calles, huertas, senderos, talleres, plazas, mercados, fiestas, instituciones y museos locales son espacios donde se observa, se pregunta, se dialoga y se construye conocimiento.

Dibujo de Adriana

Caminar a la búsqueda de respuestas no es solo desplazarse: es activar la mirada, despertar la escucha, abrir la experiencia a lo imprevisible. Así, el territorio se vuelve libro abierto y laboratorio compartido.

Nuestras estrategias andariegas se basan en el principio de que no hay conocimiento verdadero sin experiencia. Por ello, se planifican actividades que parten del contexto y lo atraviesan: se recoge y se modela arcilla para entender la geometría, se cocina para comprender medidas y proporciones, se entrevista a una vecina para acercarse a la historia reciente…

Estas estrategias conectan lo escolar con lo cotidiano, lo académico con lo vital. Una estrategia fundamental es abrir la escuela a la comunidad. En la Pedagogía Andariega, las personas del entorno son portadoras de saberes: artesanos, agricultoras, músicos, mayores, migrantes… Todos ellos pueden ser invitados a compartir sus conocimientos, generando espacios de aprendizaje horizontal.

De esta manera, el aula desaparece y la calle se convierte en lugar de encuentro entre generaciones, oficios, historias y culturas. También las materias de aprendizaje se diseñan desde la ética de la horizontalidad. Se trata de compartir el poder pedagógico, de escuchar las voces de niñas, niños y adolescentes, de permitir que propongan, cuestionen y transformen las rutas de aprendizaje.

El rol del docente se redefine como acompañante, no como vigilante. El maestro, el profesor, deja de ser un remedo del funcionariado para pasar a ser un referente modélico. Desterramos las notas y calificaciones como sistema de evaluación. Echamos a la basura esos títulos individualistas y corrosivos. El error se valora, la pausa se permite, la duda se honra.

Recreación de El Tempranillo en Grazalema.

Otra estrategia clave es la organización flexible del tiempo. Frente a la rigidez del horario escolar, la Pedagogía Andariega invita a respetar los ritmos del grupo, el clima, los procesos internos. Una caminata puede prolongarse si lo requiere el asombro; una conversación puede detener la programación si lo pide la vida. El tiempo andariego es un tiempo viviente, sensible y respetuoso.

En la lógica andariega, las estrategias metodológicas implican el cuerpo, la emoción y los sentidos. Aprender no es solo una actividad mental: se aprende cantando, caminando, modelando, jugando, tocando, sintiendo. El conocimiento se construye con todo el ser. Por eso favorecemos metodologías activas: escritura individual y colectiva, registros sonoros, observación artística, dramatización, documentación gráfica, fabricación artesanal…

En definitiva, las estrategias metodológicas en la Pedagogía Andariega son caminos elegidos para cuidar la coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos. Son prácticas comprometidas: vivas, sensibles y adaptables, que ponen el aprendizaje al servicio de una educación merecida, compartida y transformadora.

Isidro García Cigüenza

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