Santiago Collado celebra cuatro décadas como taller de enmarcación para instituciones y artistas y 20 años como galería de arte

Numerosos clientes y artistas no quisieron perderse la inauguración de la muestra que con motivo del 40º aniversario se inauguraba en el espacio de arte Santiago Collado, justo a la entrada de la Avenida de Cádiz. No en vano se celebraban cuatro décadas desde que este comercio abriese sus puertas, primero como tienda de muebles que ha ido evolucionando hasta convertirse en un lugar de referencia para cualquier persona que quiera enmarcar un cuadro pero también, desde 1995, como sala de exposiciones en la que ya han expuesto una treintena de artistas, bien individualmente o a nivel colectivo. En el acto inaugural, presidido por Santiago Collado y su madre, Mariana Amaro González, intervino el profesor Francisco José Sánchez Montalbán, ‘Monti’, autor así mismo de la presentación del interesante catálogo editado para la ocasión.

«Cuarenta años de profesión, de profesional de los marcos, cumple Santiago Collado que pasó de vender muebles y objetos decorativos cuando tenía 17 años a tener un Espacio de Arte en el emblemático barrio del Zaidín de Granada», escribe al principio de catálogo el profesor del Departamento de Escultura y decano de la Facultad de Bellas Artes de la UGR desde septiembre de 2015. En su improvisado discurso recordó cuando un día para recordar entró por la puerta de este modesto negocio y se encontró a Santiago y a su madre atendiendo en el mostrador con los que desde entonces está ha estado unido por su amor a la creación artística. «Unos hacen las obras de arte, otros las disfrutan y Santi nos las enmarca para que se vea mejor», indicó antes de calificarle de «mago que consigue que las obras de arte se reafirmen en sí mismas. Con él hemos aprendido que la obra empieza a vivir cuando está perfectamente enmarcada». En su intervención tuvo palabras para Paco Fernández, que no pudo estar presente en el acto, pero cuyo buen ojo hizo que, a pesar del «chapú» que le hizo, confiara en Santi por su potencial, implicación con el cliente y afán de superación. Por eso indicaba que este espacio «no es solo una tienda de marcos, es algo más, una noria de artistas, intelectuales y aficionados al arte. Aquí se sabe cuando se entra pero no cuándo se saldrá y si entras allá -en referencia a la trastienda- ya estás perdido», bromeó en referencia a la pasión que Santi le pone a todo lo que hace y a la hora de explicarlo a sus potenciales clientes y artistas.

Santiado Collado atiende a una de las visitantes de la exposición FOTO: ANTONIO ARENAS

Por su parte, Santiago tuvo palabras de agradecimiento hacia su madre y hermanos y también recordó a su padre, así como para sus vecinos de Zaidín y clientes venidos de otros lugares. «En estos momentos me viene a la mente la palabra gracias, gracias a mi gran madre y gran mujer, la mayor de 16 hermanos que no tuvo niñez, por lo que se convirtió en la madre de sus hermanos, teniendo que criar seis niños y atender la tienda, sin perder su vena artística, pues a escondidas con una vela se dedicaba a trabajar sus mantelerías y pintar con acuarelas». Para su padre que estudió ebanistería y montó con su mujer la tienda de muebles y para sus seis hermanos que igualmente pasaron por este modesto comercio. Santi contó su sufrimiento al ver una obra destrozada con los pegamentos y su obsesión por buscar otros métodos. «La crisis me ha hecho apostar por convertir este espacio en otra cosa. Quiero agradecer a la gente del barrio y a los que vienen de fuera, pues si esto existe es por vosotros». Para celebrarlo, hasta el 27 de abril, los visitantes tendrán la oportunidad de su colección de obras de de Julio Espadafor, José Guerrero, Picasso, Rodríguez-Acosta, Soledad Sevilla, Teixidor y Santiago Ydáñez. El horario de apertura es de lunes a viernes, de 10 a 14 horas y de 17 a 21 horas. Sábados de 10 a 14 horas. La exposición conmemorativa permanecerá hasta el 11 de mayo.

La calidad es cuestión de un milímetro, o menos

por Francisco José Sánchez Montalbán

Cuarenta años de profesión, de profesional de los marcos, cumple Santiago Collado que pasó de vender muebles y objetos decorativos cuando tenía 17 años a tener un Espacio de Arte en el emblemático barrio del Zaidín en Granada.

– Collado, ¿qué quieres de mí en esta ocasión? Le pregunto cuando me llama. (Él siempre con las ideas que le desbordan, con las prisas en las palabras y con la perenne ilusión que le proporciona hacer algo nuevo). –“Que me escribas un prólogo, que quiero ponerlo en un catálogo para celebrar mis 40 años”. – Ya te vale. ¡40 años! – No, 40 de profesional, de lo otro tengo algunos más, me responde. – Eso ya es otra cosa. ¿Cuándo lo necesitas? – Mañana, quizá pasado. – (…)

Santiago, con 17 años era un gamberro que iba para delineante del montón. En las proyecciones lineales fue donde encontró algo que le gustara ya que no era hábil para las letras o las ciencias más puras. Él mismo reconoce, y guarda como su gran sabiduría, su habilidad para pensar la imagen, para la proyección abstracta de los espacios, para la representación mental y gráfica de las cosas. Y eso que tan característico es del artista se le truncó a Santiago Collado cuando tuvo que hacerse cargo del negocio familiar a causa del inesperado fallecimiento de su padre.

Santiago Collado, su madre, doña Mariana Amaro González y el profesor Francisco Sánchez Montalbán/A. ARENAS

Desde el año 1977 estaba abierta en la Avenida de Cádiz la tienda de muebles, enseres y objetos decorativos, animales disecados, zorros, perdices, … etc. Cuando se hace cargo de ella, se apoya en la grandeza de una persona que más tarde reconocerá que ha sido su gran maestra en la vida: su madre; sabia comerciante que mantuvo en todo momento el buen gusto y buena conversación. Ambos sacaron adelante la pequeña tienda de muebles con dedicación a la clientela, con visión de futuro y con mucho don de gentes. Y siempre con una energía emocional que le proporciona pensar en su padre recordándole que en el trabajo siempre está el reto de dar perfección y de dar calidad.

Aquel comercio atendía a un publico casi inexistente, con un producto poco competitivo. Santiago recuerda como algo significativo lo que ocurrió un día cuando, pasando por una obra cercana vio un tablón de madera de los andamios; lo cogió prestado y con las máquinas de su padre empezó a cortar finos listones con los que fabricó algunas de aquellas casitas- estanterías que tanto se vendían a finales de los 70’ en las que se podían poner pequeños recuerdos y objetos decorativos. A la gente del barrio le atraían estas artesanías y vendió más de una. Esta primera iniciativa fue sin duda una de las que abrieron su perspectiva comercial; una de las que forjaron la impronta de un joven e incansable trabajador despierto al ingenio y a la evolución.

Ese ingenio es con el que llega al terreno de los enmarcadores. En un primer momento lo hace como alternativa a los productos que ofrecían las grandes superficies. Con mucha confianza aunque con poca formación empieza a comprar maquinaria para trascender del marco prefabricado y poder confeccionar el marco a medida. Su interés por aprender y perfeccionarse le lleva a contactar y preguntar a los profesionales cercanos que le desaniman y, por supuesto, no comparten con él sus secretos profesionales. Y claro, no hay para Collado nada como una puerta cerrada, un reto por realizar o una adversidad inminente para crecerse y superar y superarse. No hay nada como que le toquen la moral. Es en aquel tiempo cuando comprende que cualquiera puede ser un “corta-palos” pero el noble oficio de enmarcador es otra cosa. Y entonces descubre el respeto a la obra, el carácter de los materiales y la relación entre ellos; y quizá lo hiciera a través de la falta de profesionalidad de muchos enmarcadores del momento; y quizá fuera su reto decirse a si mismo “no todo vale”.

Junto al empeño y la superación están los golpes de suerte; o el destino, que en ocasiones son la misma cosa. Y para Collado, su primer giro o inflexión se produce a mediados de los 80’ el día en el que Francisco Fernández, vecino del barrio y recién llegado de Estados Unidos, entra por la puerta de la pequeña tienda de marcos que entonces se llamaba “Marquetería Viuda e hijos de Francisco Collado”. Paco Fernández le encarga el enmarcado de una exposición de fotografías con aluminio, material que ni tenía en la tienda ni posibilidades de conseguir en ese momento en Granada. Pero lo hizo, dándole vueltas, forrando madera con aluminio; cuadros de 100×70 cm, con cristal de 3 milímetros que pesan tanto que ni siquiera podían ponerse las armellas. Es decir, hizo un verdadero “Chapú”.

Pero si algo tiene Paco Fernández es ojo. Si te ve, te ve, pero si no te ve… Y a Collado lo vio desde el principio. No sólo por la inquietud por realizar aquel trabajo y por la preocupación por cómo salió. Poco le importó ese “chapú” a Paco Fernández; de inmediato supo de su potencial, de su implicación con el cliente, de su afán de superación, de sus posibilidades de ser uno de los mejores. Paco Fernández, que pasaba grandes ratos en la tienda, le habla del respeto a las proporciones, a las tonalidades, a la composición y cómo los marcos deben acompañar y no competir con aquello que hay en las fotos. Le enseñaba conceptos e ideas sobre las formas y los colores. Santiago recuerda a veces como Paco le enseña a distinguir pequeños matices y detalles, “Yo con Paco aprendí a medir la cuarta parte de un milímetro. Está el milímetro, el medio milímetro, el milímetro alto y el milímetro bajo”.

En un momento del acto inaugural/A. ARENAS

En ese momento Collado ya había empezado a fijarse en los mejores, en las técnicas y en cómo el mercado del arte empezaba a considerar el enmarcado y la producción de las exposiciones. Visitaba ferias, exposiciones y buscaba aquí y allá lo mejor. En su afán de progreso adquiere una de las primeras máquinas de ensamblar madera consciente de que la maquinaria actualizada y precisa es base imprescindible para ser un buen profesional. Y los que lo conocemos sabemos que es “el loco de las máquinas” y el “loco de los recursos”; no hay reto, ni obstáculo que no salve inventando un sistema, máquina o dispositivo para ello.

El material que conseguía en Granada no era suficiente para él. Los representantes no le proporcionaban todo aquello que él pensaba que tenía que ofrecer a su clientela; en ocasiones viajaba a Italia a comprar material y volvía en tren con las maletas cargadas de grabados y láminas. Y sin ningún apuro empezó a trasladar estas primeras ideas a su tienda del Zaidín. En aquel entonces él prefería vender una buena reproducción que una mala pintura, quizá lo siga pensando. Y vendió mucho. Gracias a Paco Fernández muchos fueron los artistas que aparecieron, escépticos al principio, por la tienda de marcos de la Avenida de Cádiz; yo uno de ellos. En la segunda mitad de los 80’, aparte de a Paco Fernández, ya había enmarcado varias exposiciones para Vicente Brito, Pedro Garcíarias, o Soledad Sevilla. Esto era sólo el principio de una clientela poco habituada a ir al Zaidín a enmarcar sus obras, y el reclamo para que algunas instituciones empezaran a encargarle trabajos de producción, enmarcado y montaje de exposiciones a partir de los 90’.

Paco Fernández

Una segunda gran inflexión estuvo el día en que D. Miguel Rodríguez-Acosta hace caso finalmente a un insistente Paco Fernández para que le diera una oportunidad al joven enmarcador. Collado lo recuerda diciendo que Don Miguel “le puso un examen sin preguntas en el que sacó matrícula de honor”. Esta es la anécdota, quizá la leyenda: D. Miguel, insisto, “achuchado” por Paco Fernández, le llama y le dice, “Don Santiago, venga usted que quiero enseñarle una cosa”. Collado, que es estos casos es tan curioso como obediente, sube a la Fundación y Miguel Rodríguez-Acosta le enseña una magnífica carpeta con una enorme cantidad de dibujos de Gómez Moreno perfectamente guardados, acharnelados como mandan las normas, es decir, haciendo una bisagra para que el paspartú caiga sobre la obra, papel Japón, etc., …, y cumpliendo todos los requisitos de la conservación de obras de arte en papel. Collado, guantes en mano y una vez examinados y disfrutados con detenimiento, lo mira y le dice, joven, convencido y resuelto: “Don Miguel, me es grato decirle que es la primera vez que veo unos papeles perfectamente montados. Están tan perfectos, -confirmó Collado-, que están mal”. No conjeturaré acerca de la cara que pudo poner D. Miguel Rodríguez-Acosta. Y Collado continuó: “Esto se ve claramente que lo ha hecho un restaurador, porque mantiene todas las normas de conservación; pero yo, como enmarcador, sé que la vista engaña; si yo tengo un cuadro enmarcado los márgenes me engañan y el de abajo lo veo más pequeño por un efecto óptico. Por eso en todos los marcos horizontales se debería dejar abajo un centímetro más, y en los verticales habría que dejar dos”.

Los asistentes siguen con interés las intervenciones del profesor Montalbán y Santiago/A.A.

“Enhorabuena”. Eso fue lo único que D. Miguel Rodríguez-Acosta dijo a Collado ante tal despliegue de información profesional. Y de inmediato cambió todos los paspartús de aquellos dibujos. Y cuenta la leyenda que no fueron pocos los encargos que a posteriori confiara Don Miguel al taller del Zaidín.

Y casi a la vez que esto pasaba hay que entender un tercer paradigma en el devenir de Santiago Collado. Yo estoy seguro que es el apoyo y la experiencia de su hermana Isabel Collado, importante bastión de trabajo y de calidad, que en aquellos momentos ella ya era profesora de grabado y eso les proporciona a ambos una perspectiva y familiaridad con las obras en papel. Conocimiento y respeto a las obras originales que Collado reconoce en ese momento su especialidad: enmarcar y especializarse en papel.

Quizá fuese uno de los primeros que fue a buscar paspartú de PH Neutro al extranjero; había quien por entonces le llamaba “El PHNeutro”, apodo por el que aún hoy le conocen algunos.

Empiezan a fijarse en los grandes enmarcadores, a despiezar sus trabajos y a ver las grandes deficiencias que muchos de ellos cometen. Collado comprende la carencia tan grande que hay en la manipulación de obras de arte en papel y se obsesiona con ello. Investiga el papel, sus dilataciones, las fibras, condiciones de humedad y la diferencia en la acidez. Quizá fuese uno de los primeros que fue a buscar paspartú de PH Neutro al extranjero; había quien por entonces le llamaba “El PHNeutro”, apodo por el que aún hoy le conocen algunos. Y aunque este material no era especialmente barato, si era importantísimo para la perfecta conservación y estado de las obras. Hubo quien le decía en más de una ocasión “Mira el niño este que se va a llevar en marcos lo que no me voy a gastar en vino”; y esa fue su lucha, el que todos evitáramos los materiales ácidos y empezásemos a comprender la importancia del PH Neutro.

 Y esta determinación se convirtió en una verdadera especialización en la manipulación de obras de arte en papel. El respeto al papel, que no se deteriorara, que tuviese buenos sistemas de sujeción, que tuviese ph neutros, que pasase el tiempo por él y no se deteriorara. Y quizá junto con un esmerado servicio, la calidad, la eficacia y la profesionalidad hayan sido lo que le haya distinguido en sus grandes trabajos para instituciones, museos y salas.

Santiago atiende al público que quiso compartir esta celebración tan especial/A. A.

Momentos significativos en su carrera fueron muchos, algunos destacados como la confianza que Carlos Gollonet deposita en él y le encarga infinidad de trabajos de enmarcación de fotografías para la Diputación de Granada. ¿Quién en ese momento, sino Collado, estaba ofreciendo en Granada y alrededores esa calidad y perfección en los materiales y en el trabajo exhaustivo de enmarcado y de conservación? Esto le supone a Collado una fértil retroalimentación ya que conforme ofrecía calidad asimilaba sabiduría. Especializarse en fotografía, grabado, acuarela y otras técnicas.

Soledad Sevilla -que no enmarca con otro- Pedro Garciarias, Santiago Ydáñez, Miguel Carini…, también Eduardo Quesada, amigo y compañero de la niñez, que le encarga grandes retos expositivos donde él se crece y se zambulle como rana en un charco. No hay nada como proponerle a Collado: ¿podrías pegar un papel de esta manera o de la otra para que… o ¿cómo resuelves que se vea esto por dos caras pero que a la vez flote o no se mueva? Es evidente, no sólo por esto, que Santiago Collado se haya convertido en el enmarcador de grandes artistas contemporáneos.

Obra de Soledad Sevilla enmarcada por Santiago Collado
FOTO: A. ARENAS

Collado recuerda que Antonio Jiménez Torrecillas, gran amigo, presentaba como la “primera persona que creyó en mi”. Quizá de él aprendió a apreciar la delicadeza y el minimalismo. Luego, recordará el importante encargo que le hace la Diputación de Granada para el Centro José Guerrero.

En las grandes producciones suele darse algo habitual y es la proliferación de inconvenientes y problemas colaterales propios de los montajes; y Collado en estas situaciones es todo un recurso. Cualquier problema lo convierte en una solución.

Pero su gran singularidad es cómo un pequeño negocio de un barrio obrero de Granada se convierte en una referencia y en un punto imprescindible para el panorama artístico de la ciudad. En el taller coincidían y coinciden en la actualidad una familia que enmarcaba las fotos de comunión de su hijo con Soledad Sevilla o Frederic Amat. Un chaval con su puzle de 3000 piezas y Miguel Rodríguez-Acosta. Y esta es la paradoja porque estos mundos aparentemente tan distintos terminan entremezclándose y el mismo barrio va absorbiendo el ambiente artístico, intelectual y contemporáneo que la tienda de Collado va ofreciendo. Es sin duda una labor pedagógica, lenta pero segura; el mismo Collado cuenta, no sin emoción, cómo hay familias obreras del barrio que son coleccionistas de arte. Collado lo tiene claro; él es del barrio, si es algo es por el barrio. Sin duda le han salido ofertas y posibilidades de mudarse o de prodigarse en otros lugares pero sabiamente ha sabido no salir del barrio sino de hacer entrar al arte en él.

Obras de la exposición /A.A.

Si hay algo que sabemos aquellos que de la tienda pasamos al taller, a la trastienda que huele a serrín y donde pueden verse enmarcados y preparados maravillosos cuadros, es que el taller de Collado es, casi siempre un lugar de familia, de equipo laborioso y profesional que funciona a las órdenes de la calidad y la perfección. L’Art Delegación Sur, Marcos Collado, Espacio de Arte Santiago Collado, no es un lugar, es un equipo que se ha ido formando en la perfecta manipulación de obras de arte. Inma Collado, Eduardo el “Tito”, Pepe Bolaños, Antonio, Mónica y la última incorporación de Ana Bellido… muchos han sido y muchos más vendrán y serán parte de esta familia profesional que siempre tendrán la energía de un padre y de una hermana, amados, vigías y protectores.

Hoy Santi es tan estricto con su trabajo que no te vende el marco que tú le pides, sino el que él quiere. Tan cabezón como certero y tan prolijo como feliz. Si, sus enmarcaciones son impecables. Quizá ahora sea un buen momento para recordar lo que su padre le decía acerca del trabajo, “Santi, esto es como la agricultura, te vas a pasar la vía escardando, regando, quitando las malas hierbas, y a lo mejor, al final, tienes fruto …a lo mejor”. Por eso su reto no es otro que intentar demostrar en cada trabajo qué tipo de profesional es, o qué tipo de enmarcador puede llegar a ser todos los días y en cada marco. Con su gran herencia familiar, el incansable trabajador que era su padre y la honradez y elegancia que asimila de su madre, ahora se siente en su plenitud, feliz por haber mantenido este negocio de prestigio para él, para mayor gloria de su familia y para su barrio granadino.

Está satisfecho de haber conocido a artistas y gestores de primera línea, de haber llevado el arte contemporáneo a los hogares más cercanos, de ser consciente de que sus vecinos saben que su taller, hoy, también, galería de arte, es un lugar de referencia artística, que respetan su trabajo y lo que ven en él. Asegura con orgullo haber creado catorce coleccionistas de arte en el Zaidín, “catorce enganchados al arte contemporáneo”.

Basta que hables un poco con él, cosa que no es difícil, para que te cuente que es un hombre realizado; que se siente a gusto y feliz de trabajar con quien trabaja y para quien trabaja. Cuando Santi Collado cierra su puerta por la noche, a veces a altas horas, se va a casa flotando, satisfecho de su vida, su trabajo y feliz de permanecer en el Zaidin. Cuando habla de la gente del Zaidín le brillan los ojos y dice, a voz en alto, la gran suerte que le ha dado la vida, y, si ese día está Paco Fernández en la tienda, este lo interrumpe diciéndole que si, que eso está muy bien, pero “que eres muy pesao, y que te pongas a trabajar”. Porque los maestros es que son para siempre.

Francisco José Sánchez Montalbán
Uno que enmarca en Collado.

Redacción

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