Diremos que el primero de ellas está publicada el 31 mayo de 2012 y en la misma se ofrece un curioso decálogo para limitar la participación del alumno en clase «y así empezar a convertirnos en un mal profesor». Para ello recomienda hacer lo contrario que aparece en esta guía, tales como utilizar preguntas cerradas o de respuesta determinada, redirigir o contestar las preguntas lo antes posible, crear un ambiente inhibidor, juzgar las aportaciones, no tener en cuenta la participación en la evaluación, tomar decisiones sin preguntar a los alumnos, fomentar el trabajo individual competitivo, no realizar debates o role playing, utilizar únicamente el libro de texto como recurso didáctico y evitar el uso de las tecnologías de la información y la comunicación. Cada uno de estos pasos lleva una breve justificación/reflexión que bien merece la pena leer.
Animado por la acogida de esta entrada meses más tarde (8 noviembre de 2012) continuaba el mencionado profesor con su tono irónico dando a conocer ahora otras diez recomendaciones si lo que pretende el profesor es bajar la confianza de los alumnos por lo que «para aquellos profesores motivados y con vocación de ayudar a los jóvenes» recomendaa hacer «lo contrario de lo que aquí aparece para que los alumnos desarrollen una alta autoestima y aprendan a creer en sí mismos»: Utiliza la competitividad como herramienta fundamental de aprendizaje, expón públicamente los fracasos, genera miedo al error, da más importancia al resultado que a la actitud, evalúa el conocimiento no el proceso de mejora, etiqueta a los alumnos, utiliza el castigo para reducir conductas no deseadas, atribuye los malos resultados a la falta de interés de los alumnos, prioriza el orden al disfrute y mantén la distancia con el alumno, no seas demasiado cercano. Al igual que en el primer décalogo cada uno de estos pasos tiene su breve comentario para ser mejor entendido.
Sin embargo, como la ironía no siempre es bien entendida y menos si se realiza por escrito donde no es posible apreciarla por otros elemenos no verbales como el tono, el pasado 14 de julio el webmaster del blog de José Alfocea García ofrecía las pautas de «Cómo ser un buen profesor: 10 sencillos pasos para estimular la participación de los alumn@s en clase en el que le da la vuelta al último artículo e incluye «el decálogo del buen profesor que aún cree en la mejora de la calidad de la enseñanza (leyes “Wert” y demás al margen por favor) y que se esfuerza para que el alumno saque lo mejor de sí mismo y desarrolle sus capacidades crítica, de reflexión, etc, etc». De esta forma las recomendaciones quedan así:
- Utilizar preguntas abiertas y de respuesta reflexiva, que incluso puedan generar respuestas inesperadas interpretando los contenidos de forma diferente, estimulando así el pensamiento crítico e incluso el debate.
- No redirigir las preguntas, dejar tiempo a la reflexión del alumnado, que se acostumbren a pensar por sí mismos.
- Generar un clima de confianza y de grupo. El profesor no es el jefe ni el protagonista del aula. Emplear la primera persona del plural ayuda a los alumnos a sentirse integrados, genera sentimiento de grupo y le otorga importancia.
- No ridiculizar. Juzgando, castigando o reprochando las aportaciones erróneas del alumnado no conseguimos más que el alumno sienta dañada su imagen social y se sienta inseguro. Es necesario restar importancia a los errores, recordad que hasta el más sabio se equivoca alguna vez.
- Valorar todo: la participación, la actitud, los resultados de las pruebas realizadas, etc. Sólo así estimularemos la interacción del alumnado en clase.
- Consultar decisiones a los alumnos, especialmente las relativas a convivencia (normas, hábitos, decoración, organización…); el aula también es su espacio y han de sentirse bien, integrados, respetados… Ésto NO resta autoridad ni poder al profesor
- Organizar el trabajo en grupos reducidos para fomentar la competitividad y que los alumnos tengan más opciones de participar.
- Fomentar la realización de debates y/o juegos de rol que permitan a los alumnos argumentar sus ideas, escuchar, respetar opiniones, rebatir con respeto y en base a conocimientos, etc.
- El libro de texto es tan sólo un recurso didáctico entre tantos.
- Fomentar el uso de las tecnologías de la información y la comunicación, estimulando con ello, además, la creación de información y conocimiento y/o su difusión: twitter, blogs, búsquedas en internet, etc.
¿Están de acuerdo? ¿Falta algún paso? ¿Sobran otros? En comentarios pueden compartir sus opiniones y enriquecer estos puntos de vista.