Granada Ciudad de Literatura reunió en el escenario del Centro Federico García Lorca al autor de la ‘La tierra desnuda» (Alfaguara), Rafael Navarro de Castro, murciano de nacimiento y vecino desde hace 18 años del Valle de la Solana, en el término municipal Monachil, junto con el escritor Alejandro Pedregosa y el ecologista Paco Cáceres que estuvieron acompañado por su editora, Pilar Álvarez.
Momentos antes del acto, Rafael Navarro comentaba que el hecho de que «la presentación oficial sea en Granada y en este espacio me parece un lujo increíble». También que Blas, el protagonista está inspirado en los campesinos y campesinas que conoció a su llegada a este rincón de Granada en 2001. «Me fascinó su modo de ser y de vivir y las historias que contaban. Como venía del mundo del cine lo primero que intenté fue hacer un documental y al no conseguirlo por distintos motivos la fui escribiendo poco a poco y se lo daba a conocer a los amigos. Cuando llevaba algo así como un año, vi que si le ponía un principio y un final tenía una novela». Una obra es la que es fundamental la relación de los campesinos con la naturaleza y también la historia pues comienza en 1932, durante la II República, y termina en 2012, coincidiendo con los 80 años de vida de Blas por lo que por sus páginas desfilan la Guerra Civil, la posguerra, el franquismo y la llegada de la democracia, todo ello visto a través de los ojos de los campesinos a los que Navarro de Castro ha querido dar voz.
Por ello, el lector descubrirá en su más de medio millar de páginas una forma de vida que está a punto de desaparecer con la que quiere rendir un homenaje al Valle donde vive y a sus gentes. También es la crónica de una extinción, pero no son los usos antiguos lo que reivindica pues considera que está muy bien que la gente no tenga que arar la tierra con un mulo y un arado romano, sino que son los valores y principios que tenían y que nosotros hemos dejado atrás como es la relación con la naturaleza pero también, la solidaridad entre ellos pues se juntaban para determinadas faenas como la vendimia o la siega. Los críticos le han buscado influencias de Miguel Delibes o Luis Mateo Díez, sin embargo el autor que con anterioridad había vivido otros siete años en Granada, aclara que ha intentado tener su propia voz y manera de contar.
Por su parte, Alejandro Pedregosa habla de las muchas bondades del libro y destaca que es la historia de uno de los miles de hombres que habitan una comarca donde las condiciones de vida y trabajo son muy duras, «también la historia de una zona geográfica muy concreta y de un universo cultural pues es la historia de toda la vida en el siglo XX de España». En su opinión otra de las grandes virtudes del libro es que puede interesar a todo tipo de público ya que trata una historia que apela a lo más importante del ser humano: la solidaridad, el sufrimiento, el amor,…
Paco Cáceres justificó su presencia en representación de un grupo de personas que lucha por defender a los campesinos para que tengan una vida digna, «personas que sigue existiendo que se guían por la Luna y que hablan con la tierra. Yo digo que hay gente como Blas, que vive de la tierra y que tiene unos sentimientos profundos. Soy optimista pues hay mucha gente en torno a la agricultura ecológica y el campo que ha estado muy denostado necesita como agua de mayo novelas como ésta pues ayuda a comprender que el sector primario no tiene que ser el último».