Violencia en las calles. Las imágenes de la ciudad condal lo dicen todo. ¿Hasta dónde va a llegar el ser humano? El caos se abre paso, mientras los políticos de uno y otro lado no saben aportar una solución que lleve a la vía pacífica. Una semana ya viendo a inocentes en el suelo, cuerpos de seguridad ciudadana (mossos, policía nacional y demás fuerzas) convertirse en la diana sobre la que arrojar una ira que se acrecienta con el paso de las horas.
Protestas con decenas de heridos y detenidos se repiten sin que nada ni nadie pueda parar este despropósito. La impulsividad no puede ser frenada, con la inmadurez emocional como rasgo definitorio de la mayoría de quienes se manifiestan.
Las ideas no pueden ni debe imponerse. Como ciudadano de un país democrático respeto las opiniones de todos aquellos que pudieran opinar de manera distinta a la mía.
¿Por qué algunos/as actúan de la peor manera posible?
Es triste ver a la población dividida en una comunidad tan bella como la catalana.
Hay quienes hacen de la pelea una costumbre, una maldita y fea forma de querer solucionar un problema por la vía rápida. Gritos, insultos, patadas, quema de banderas, puñetazos que van de uno a otro lado. ¿Desahogo? ¿Llamada de atención? ¿Uso a modo de títeres del individuo por parte de políticos sin escrúpulos?
Queridos lectores, espero y deseo ver a independentistas y no independentistas convivir, haciendo caso omiso a las directrices de unos u otros. Deseo levantarme algún día y no ver oleadas de violencia retransmitidas por televisión.
Deseo que el diálogo se convierta en el único y mejor instrumento para poner cordura a esta concatenación de desacertadas actuaciones que no conducen a nada.No olvidemos que la violencia llama a la violencia, pero el diálogo podría sembrar la semilla de la paz.
Que mis deseos no caigan en saco roto.
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Profesor de ESO