En estos días en los que el coronavirus nos tiene a todos confinados cada uno echa de menos algunas (o muchas) cosas de su vida anterior. En mi caso una de ellas es la visita a los archivos públicos en busca de los documentos que nos descubren, a veces por sorpresa, cuestiones que desconocíamos. Y justo cuando más tiempo tengo para leer y releer esos “viejos papeles”.
Es por lo que he decidido sacar de mi archivo particular algún “legajo” (fotografiado) que me permita contar algo que pueda interesar. Y en este afán, me he reencontrado con dos expedientes que hace unos tres años descubrí en el Archivo Histórico Municipal, situado en el conocido como palacio de los Córdova. Andaba yo buscando qué inmueble de la Gran Vía era el número 26 de la calle en 1939, porque en él se había establecido el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de Granada, y el resultado fue encontrarme que solo hasta pocos años antes ese número había correspondido al edificio que aún existe, ahora con el número 30, entre la iglesia del Sagrado Corazón y la calle Marqués de Falces y que forma parte, con dicha iglesia, de un mismo conjunto arquitectónico de exterior en ladrillo visto y de estilo neogótico.
Seguramente, aquí no estuvo lo que yo buscaba, sino que pudo ser más bien al otro lado del templo. Los cambios en la numeración de la calle dificultaban mi búsqueda, pero sí averigüé que esas paredes de ladrillo, durante la II República, habían sido las de un colegio llamado ‘Mariana Pineda’.
Concretamente, es en el año 32, en plena efervescencia de creación de escuelas, uno de los signos de identidad de ese régimen empeñado en acabar con el analfabetismo, cuando se realiza un “Proyecto de adaptación de la antigua residencia de PP. Jesuitas… para grupo escolar”. Como dice un informe dirigido al alcalde de la ciudad, es necesario hacer solamente “cambios de tabiques…”, porque el recinto se adapta plenamente a las condiciones exigidas para su nuevo destino. Primero, estaba emplazado en un “populoso distrito que como los del resto de Granada carecen de edificios propios para Escuelas,…”; segundo, su patio y la galería cubierta servirían para el recreo, además de contar con “la solana que constituye toda la cuarta planta…”, que podría usarse con el mismo fin y como gimnasio.
El informe muestra también su preocupación por dar a los niños una salida sin peligro a la calle, por lo que sugiere hacer una nueva entrada por Marqués de Falces, “que es muy tranquila y que carece casi en absoluto de tráfico”. Y finaliza proponiendo “abrir nuevas ventanas en los machos de la fachada lateral para dar con ello más luz a las clases”.
En el plano de la planta baja del inmueble se observan esos espacios y cambios mencionados, además de la distribución de las distintas estancias: sala de profesores, clase de párvulos, despacho del director,… y llama especialmente la atención ese otro despacho que se contempla justo en la esquina del edificio para dedicarlo al médico escolar.
En definitiva, toda una serie de elementos de gran modernidad que nos ayuda a valorar más adecuadamente el tremendo esfuerzo que se hizo por lograr una enseñanza primaria gratuita, obligatoria, laica, que hiciera “del trabajo el eje de su actividad metodológica y se inspirara en ideales de solidaridad humana”, como establece el artículo 48 de la Constitución de la República.
En 1936 esas “Escuelas Graduadas de niños y niñas, denominadas de ‘Mariana Pineda’,…”, se clausuran. Y el alcalde, que ya era del nuevo régimen golpista, ordena la retirada de los muebles y enseres, de manera que el “material completo de tres Escuelas…” vaya al “Grupo recientemente construido en el Triunfo, junto a la Escuela Normal,…”. Venían otros tiempos para la educación: solo unos días antes el gobernador civil de la provincia, comandante José Valdés Guzmán, jefe de las milicias falangistas, había dispuesto, en una circular, las primeras medidas para doblegar la enseñanza a las normas patrióticas y religiosas del “Movimiento Nacional que ha salvado a España de las garras del marxismo” (B.O.P. nº 179, de 27 de agosto de 1936).
Daniel Morales Escobar,
Profesor de Historia en el IES Padre Manjón
y autor del libro ‘Un maestro en la República’ (Ed. Almizate)