No nos sorprende que el universo esté compuesto por contrarios que se unen y separan conforme a una cierta ley secreta. Aquí en la Tierra, nace el amor y muere con el desamor, también a un ritmo desconocido, son dos extremos contradictorios, que unen y desgarran, nos hace felices y a veces desdichados.

Pretendemos ser una persona amada, entregar un amor exclusivo y único. Aunque el tiempo nos hace madurar, continuamos buscando el verdadero amor, el amor que nos haga libre. La edad no tiene importancia en un corazón joven. El ayer, hoy y mañana dejan de tener significado cuando abrazamos el amor.

La vida anterior regresa con su cara buena y su cara oscura, cuando hablo con compañeras de la universidad de mayores. Ellas, revelan su identidad como el amor o su ausencia, le ascendió a un mundo de felicidad o le precipitó a transformarse para liberarse del peso del desamor.

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Maribel Martin Pelegrina, estudiante del Aula Permanente (APFA) de la Universidad de Granada

Mi amiga y compañera Maribel de la Universidad, en la actualidad una consagrada escritora y poeta, que admiro y sigo. Ella, colmada de sensibilidad, la escritura la enriquece y nos desteje su mundo interior en sus palabras.

A raíz, de escribir sobre la experiencia de los estudiantes mayores que vivieron la emigración. Ella, me sorprendió, con su testimonio y me abrió una reflexión, algo diferente al mundo real y tangible de hoy, donde los derechos prevalecen en una justica equitativa, frente a un ayer de una España rural donde la mujer permanecía condenada por los prototipos de una sociedad arcaica, atestada de perjuicios y despojadas de su propia libertad.

Por razones obvias de discreción y respeto, omitiré detalles de lugares y personas que puedan herir la sensibilidad, tampoco se trata de realizar un juicio de valores del pasado después de más de 50 años.

A Maribel, le emerge un gemido mudo en su voz, cuando narra cómo dejó atrás los fantasmas del pasado, se refugió en la escritura que ha sido su bote salvavidas, su isla de náufrago ante una infancia que le pesa.

En el año 1964, a sus 7 añitos vivía en un pueblo de las Alpujarras, cuando su padre emigró y volvió cuando tenía 29 años y dos niños.

Época en que los pueblos quedaron aislados, embutidos en su propia geografía, desérticos de hombres que poblaron las tierras de Suiza y Alemania, en busca de un porvenir mejor. Aquí fijados a la tierra quedaron muchos niños desarraigados de sus besos y abrazos, del contacto diario y las mujeres que se quedaron, viudas sin serlo.

Maribel, en la flor de su infancia y adolescencia, maduró buscando deseando encontrar respuestas en una España en la cola de Europa y con tiempos inciertos, sumergida en una doble orfandad, su padre emigró un año después del fallecimiento de su esposa. Acogidos por sus abuelos recibió todo el calor y afecto que demandaban. Su padre durante 22 continuos años permaneció en la distancia, más allá de la frontera, más allá de los abrazos, un rostro desvanecido que añoraba en sus sueños. Ella escribe en su madurez, en “Dormir sobre cristales” En un sueño trasformé a mi corpulento padre en una abrupta roca…Padre, dormida estoy cogiendo mariposas. Por lo demás, intangible, me das valiosísimas caricias y es un gozo quererte en lo oscuro de esta soledad inmensa……

Cuantas lágrimas derramadas, cuanto dolor contenido, al otro lado del espejo, aquellos que se quedaron, mujeres e hijos, que durante años sufrieron las afiladas garras de la ausencia del marido, del padre. Rostros de tormenta interior, rostros de tristeza de un día de lluvia, rostros que soportaron el vacío dejado. Ellas, las mujeres guardianas de una impoluta vida en los pueblos remotos de la Andalucía profunda. Ellos, hombres jóvenes solitarios sin la pareja, alejados de sus raíces, descifradores de una lengua que se deshace en vocablos extraños, curtidos por el trabajo diario y golpeados por el ansia de regresar cada verano para reencontrarse con la familia.

Pasó, ya el tiempo de esperar, es la hora de reconocer a las heroínas de las mujeres que aguantaron con paciencia y sacrificio, el día a día en su tierra, ya es tiempo de descorrer las cortinas del mutismo y ocultismo, de algunos jóvenes emigrantes no todos, que la tentación les venció, con vidas paralelas conviviendo con extranjeras y teniendo hijos.

Después volvieron y el amor fue irrecuperable.

Para finalizar, agradecerle a Maribel que me abriera sus recuerdos, no le ha resultado fácil por el sabor agridulce de aquella etapa de su vida. En el recuerdo de las personas que la criaron y educaron en ausencia de sus padres, algunos versos de su poema:

Dejad que escriba los poemas de la infancia

sobre las paredes blancas.

Permitid que mi mundo se purifique

con el resplandor de mis antepasados…

a los que tanto amaba.

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María Soledad Vigor Martínez. 66 años, universitaria del APFA y del Taller de Arte y Creatividad de la UGR, natural de Pamplona.

La rebeldía de la juventud le devoraba su interior, le precipitó a emprender otro camino, en el momento que cumplió los 21 años, abrió sus alas de libertad e independencia y voló.

Marisol vestida con el color de su ilusión, la aventura tatuada en su interior, sin miedo partió hacia un pequeño pueblo costero cerca de Blackpool en el Reino Unido, donde trabajó durante 6 meses en un estudio de arquitectos.

Una vez finalizado su contrato, con un nivel básico de inglés saltó a la costa de enfrente y se estableció en la isla esmeralda, como se conoce a Irlanda. En esta tierra entrañable, ella inauguró un nuevo tiempo que cristalizó su futuro inmediato.

Cuando ejercía de au pair en la casa de una familia, conoció el amor y su corazón latió con intensidad por el hombre que se convertiría en su pareja y padre de 3 hijos.

Irlanda tierra abierta y hospitalaria, de lluvia fina y persistente, de viento inmóvil y mar inmenso. Allí, Marisol y su pareja inauguraron un restaurante en Dublín, cuyo éxito atrajo artistas de los años 70, personajes de la moda, cine como la actriz inglesa Helen Mirren (ganadora del óscar por The Queen), cantantes como Bono de U 2, Van Morrison (uno de los músicos más influyente de su generación conocido por el león de Belfast).

Diez años, donde dejó una parte de su vida, en su maleta: el color verde de la tierra, el olor a mar y el sabor de la pinta de cerveza, regresó a su país, para instalarse en las Alpujarras granadinas donde combina su negocio de casas rurales con el arte de pintar. Con ella comparto en el Taller de pintura su rebeldía madura convertida en trazos de creatividad sobre el lienzo de una intensa vida vivida.

A veces los recuerdos son fragmentos que siguen viviendo, con su vida frenética y feroz. Aquí abro una ventana a continuar compartiendo nuestro ayer.

Leer más artículos de
Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.

VER ARTÍCULOS ANTERIORES:

• Rafael Reche: «El ayer de los Universitarios mayores por el mundo, (Parte II)»
• Rafael Reche «El ayer de los Universitarios mayores por el mundo” (Parte I)»

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