Aromas del Laurel (11): «Trogloditas en La Zubia»

Desde hace tiempo el Centro de Estudios en Arte y Patrimonio de la Zubia (CEI Al-Zawiya) viene mostrando mediante visita guiadas el enorme interés que puede ofrecer un patrimonio poco estimado como las numerosas cuevas del municipio. Un cuadernillo monográfico editado por esta misma institución en colaboración con el Grupo de Espeleólogos Granadinos ha estudiado y catalogado las dieciocho cuevas de las que hasta entonces se tenía conocimiento.

Hoy se siguen descubriendo nuevos abrigos pendientes de investigar. En esa publicación ya se mencionaron algunas referencias históricas acerca de sus habitantes durante los siglos de la modernidad (XVI-XVIII). Hoy quiero completar y ayudar a difundir las noticias que aparecen de forma dispersa y que nos permiten conocer un aspecto muy desconocido de la historia del municipio. Me refiero a su uso como lugar de habitación, primero por los eremitas y luego también por pobres de necesidad.

El eremitismo como camino de ejemplaridad, ha sido plasmado en muchas ocasiones en la pintura religiosa

El eremitismo fue un fenómeno muy común en otras épocas, y del que nos han llegado pocas noticias. Las cuevas asociadas a leyendas, e incluso a apariciones marianas fueron muy frecuentes. En Guadix se conserva la llamada “Cueva del monje”, con varias habitaciones y en una de ellas una hornacina para albergar alguna imagen. En La Zubia el fenómeno del eremitismo parece estar relacionado con la profusión de cuevas en su término municipal, y con la religiosidad de la zona. El pueblo contaba entonces con una iglesia (que tenía dos beneficiados, un cura, y varios acólitos) y un convento (con escuela) repleto de frailes. Algunos de ellos predicadores famosos que atraían a los más variopintos personajes, entre ellos beatas, pobres mendicantes y también a nuestros eremitas. Se trata sin duda, de un fenómeno marginal, que normalmente no deja demasiadas huellas en la documentación, salvo que se sepa buscar.

El primer libro de defunciones de La Zubia, en fecha tan primigenia como un dos de mayo de 1561 ya aparece un apunte, sobre “Fray Lázaro, fraile ermitaño” que se enterró de limosna, es decir gratuitamente. Murió en casa de uno de los clérigos de la iglesia, y otro dijo la misa por su ánima.

Partida de defunción de Fray Lázaro, el primer ermitaño documentado en La Zubia. Fuente: Archivo Parroquial de La Zubia. Libro 1º de defunciones de La Zubia, folio. 10r.

Más de veinte años después, el 14 de mayo de 1583, el enterrado fue “el hermano Juan de la Cruz, ermitaño de ábito pardo que asiste en el Barranco de las Viñas y las Fuentes”. La partida no sólo indica dónde se situaba su espacio vital, sino que igualmente indica el lugar de fallecimiento: “murió en una cueva, lo trajeron a enterrar”. La referencia al hábito pardo indica que no pertenecía a ninguna orden religiosa. En esa época cada orden había adoptado un hábito con un color característico (marrón para los franciscanos, blanco en los dominicos, negro en los benedictinos, etc.) y hubiera sido fácil de reconocer por un clérigo que era quien anotaba las defunciones. Pero la ausencia de referencia concreta da a entender que era alguien ajeno a ninguna comunidad eclesiástica.

Partida de defunción del hermano Juan de la Cruz. Fuente: Archivo Parroquial de La Zubia. Libro 1º de defunciones de La Zubia, fol. 18v.

Pese a habitar cuevas, los eremitas de La Zubia no estaban completamente aislados. Los documentos nos los presentan relacionándose con los vecinos a quienes predicaban, y con los que tenían relaciones espirituales. Será el caso varios siglos más tarde, del “hermitaño Juan García Cabeças”, que fue el padrino de Pablo, el hijo de Ana “esclaba de Luis de Salas y de padre no conoçido”, en su bautismo que tuvo lugar el 12 de febrero de 1661. Seguramente la marginalidad del hijo de una esclava y de padre no conocido, facilitó este padrinazgo, una relación espiritual que les unía de por vida. Otro día hablaremos de la esclavitud en La Zubia, un fenómeno igualmente desconocido.

Partida de bautismo de Pablo, hijo de Ana esclava de Luis de Salas. Fuente: Archivo Parroquial de La Zubia, Libro 7º de bautismos, fol. 55v.

Pero seguramente el caso más destacable de eremita en La Zubia, fue el del Hermano Francisco, todavía recordado por la cueva que habitó y que sigue recibiendo su nombre. Su nombre era Francisco de Paula Martínez, y nació en 1691 en Alhaurín de la Torre (Málaga), hijo único. Los datos que nos aporta su partida de defunción son escasos pero muy reveladores. Se dice que tuvo su lugar de “avitación y morada eremíticamente en una cueva sita en el término de esta villa en el paraje nombrado de Corvales […] cuia cueva se divisa luego que se sale de esta población vía recta el cortijo de Fornos”. Allí vivió por tiempo de cincuenta años solitariamente. Curiosamente no falleció en la Cueva, sino que murió en las casas consistoriales. En sus últimos días fue acogido por el escribano del concejo, que tenía su morada en el mismo Ayuntamiento.

Partida de defunción del hermano Francisco. Fuente: Archivo Parroquial de la Zubia, Libro 5º, fol. 99r.

El hermano Francisco de Paula no dejó bienes ningunos “pues de todo había hecho renuncia formal en sus hermanos y parientes”. Continúa la partida expresando que “atento a su exemplarísima vida” fue sepultado en la iglesia parroquial, concretamente en la capilla de nuestro padre Jesús Nazareno, y presbiterio de San Juan Nepomuceno, entre los dos altares “vaxo del cimiento y testero de dicho santo patrono”. Allí se colocó una lápida en campo blanco y con letras azules “que dice aquí yace el hermano Francisco de Paula Martínez”. El párroco explicaba que doblaron las campanas:

en señal de su virtud, que causó notoria admiración, tanto que de júbilo era un llanto general, en cuia intelixencia, y en la de que en tanto tiempo no se advirtió en el referido hermano más que demonstraciones y vivificatibas exemplares y virtuosas, tiene esta villa por su Gran Galardon y dicha tener en su yglesia semejante cadáver”.

Detalle de la partida de defunción del hermano Francisco. Fuente: Archivo Parroquial de la Zubia, Libro 5º, fol. 99v

No parece quedar rastro en la iglesia de esta tumba, pero la práctica generalizada de solar los templos granadinos durante los siglos XIX y XX es probable que acabara por tapar una lápida quizás ya olvidada desde el siglo XVIII.

Pero no fueron los heremitas los únicos habitantes de las cuevas, también en ocasiones la pobreza ocasionaba que algunas familias tuvieran que ocuparlas. Es el caso del trágico destino de la familia del matrimonio formado por Manuel de Rosales y Francisca de la Rosa. Vivían con el abuelo, Asensio de la Rosa de 80 años y dos hijas, Francisca y Dionisia, respectivamente de 17 y 7 años, en una cueva “por cima de la calera que está en las eras de dicha villa”. Seguramente por la estrechez del habitáculo la familia construyó una choza junto a la misma cueva, para ampliarla. La choza se incendió y los padres salieron huyendo por no quemarse pero no pudieron favorecer a sus hijas y abuelo.

Partida de defunción de Asensio de la Rosa y sus dos nietas. Fuente: Archivo Parroquial de La Zubia. Libro 3º, fol. 141r.

La partida relata con detalle lo sucedido: “queriendo la madre entrar a librar sus hijos, se abrasó los pies y manos, y a no averla favorecido dos zagalejos, se huviera también abrasado”. La tragedia sucedió a las nueve de la noche del día 26 de noviembre de 1749, y en el mismo día se quemó otra casa en la villa. El abuelo y las hijas del matrimonio fallecieron ese mismo día siendo enterrados “de limosna, con toda gravedad y solemnidad […] y la limosna que del piadoso pueblo se recogió se distribuyó en misas para los dichos difuntos”. El cura que anotó los hechos los definió en un lateral como “Mártires”, y añadió al final “pónese aquí esta noticia para que los que la leyeren den gracias a Dios […] y por ser cosa tan rara”. La pobreza extrema de esta familia se refleja en su humilde vivienda, que pereció rápidamente entre las llamas, alcanzando también a la cueva donde estaban el abuelo octogenario con sus dos nietas.

Final de la partida de defunción de Asensio de la Rosa y sus dos nietas. Fuente: Archivo Parroquial de La Zubia. Libro 3º, fol. 141v.

Un ejemplo más del hábitat troglodítico de La Zubia que el CEI Al-Zawiya quiere ayudar a descubrir. Este forma de habitación no es exclusivo en Granada, de la comarca de Guadix, sino que las necesidades, la pobreza, y en ocasiones la expiación llevó a algunos de nuestros antecesores a utilizarlas como vivienda permanente en La Zubia. Es hora, pues, de reivindicar que también en La Zubia existieron cuevas, y que fueron habitadas durante siglos.

AROMAS DEL LAUREL:

Un recorrido por la historia de La Zubia.

Alberto Martín Quirantes

Miembro del CEI Al-Zawiya

VER CAPÍTULOS ANTERIORES:

01 La Inquisición en La Zubia
02 Antonio Gala y los Sonetos de La Zubia
03 La Infanta de La Zubia
04 Los cementerios de La Zubia (1ª parte)
05 El órgano de la Iglesia de La Zubia
06 Los cementerios de La Zubia (2º parte)
07 La Huerta Iberos
08 Los cementerios de La Zubia (3ª parte)
09 La ocupación francesa en La Zubia
10 Los cementerios de La Zubia ( y 4º parte)
11 Trogloditas en La Zubia

Alberto Martín Quirantes

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