Alumno: Señor maestro, hablando con varios profesores de la Facultad acerca de nuestra Pedagogía Andariega, me he llevado la sorpresa de que alguno de ellos entendía perfectamente la filosofía y la metodología que nos caracterizan a nosotros. Es más, incluso se adelantaban y me iban indicando acciones encaminadas a encandilar a los niños y favorecer un aprendizaje activo en la naturaleza…
Maestro: Ahora eres tú el que me sorprende a mí. Normalmente los profesores en activo achacan a nuestra Pedagogía el ser utópica, poco ajustada a los tiempos modernos y por ello mismo, irrealizable…
Alumno: Cuando les pregunté dónde habían aprendido esas técnicas, hoy tan originales, enseguida me explicaron que, en su niñez (de ocho años en adelante) habían pertenecido a distintas patrullas de Boy-Scouts. Uno de ellos, Daniel Morales, me hablaba tan entusiasmado de aquella experiencia que saqué el móvil y lo grabé. Escuche: “Allí adquirí mi amor y el respeto a la naturaleza. También la autonomía personal, el aprender a valerte, el trabajo en equipo y la colaboración con tus compañeros: organizar una excursión, montar un campamento, decorar, mantener limpio el local de reuniones. A ser persona de palabra que hace lo que dice y cumple sus compromisos; a ser amigo de tus amigos, a los que no debías olvidar ni dejar abandonados. También teníamos nuestros objetos que nos acompañaban a todas partes: la pañoleta o el cinturón con la hebilla de la flor de lis…”
Maestro: Y con respecto a las prácticas didácticas, ¿dijo algo?
Alumno: Sí, sí…. Espere, ahora viene…. “Con ellos aprendíamos un montón, siempre al aire libre y con actividades lúdicas como eran los juegos de pistas, los juegos de ciudad, las gincanas, los fuegos de campamento…. Todas tenían un fin formativo, pero casi ni nos dábamos cuenta, porque solo veíamos lo bien que nos lo pasábamos. Como profesor, además, desde el primer día constaté que mi experiencia scout iba a facilitarme el camino… Cuando trato con adolescentes a los que veo inmaduros, dependientes, superficiales o maleducados no puedo evitar pensar lo bien que les habrían venido ¡a ellos y a sus padres! unos cuantos años en los scouts”.
Maestro: ¿No puso ninguna objeción ni hizo alguna crítica?
Alumno: Me hizo un par de observaciones muy reveladoras acerca de cómo funcionaban esos grupos, al menos en aquella época: “Las misas acompañaban asiduamente nuestras acampadas principales… el uniforme y las insignias me recordaban el mundo castrense”.
Maestro: Unas críticas muy significativas, por cierto…. Es verdad que este movimiento aportó a la niñez y a la juventud (cientos de miles de ellos se sumaron por todo el mundo) unas perspectivas totalmente nuevas: la necesidad que tiene la infancia de pertenecer a una agrupación determinada, el contacto con la naturaleza, el aprendizaje lúdico e interactivo… y, lo que más nos interesa a nosotros: el exterior (el campo, la calle o la ciudad) como escenarios ideales para dichos aprendizajes. Con todo, una cosa debemos tener clara: La Pedagogía que nosotros consideramos ideal, puede, llegado el momento, volverse en nuestra contra. Todo depende del uso que los organizadores de estas Asociaciones le vayan dando, porque los niños no dirimen, asimilan. Ahí tienes, con todas las salvedades del mundo, el modelo de las “Juventudes Hitlerianas” (“la camaradería, la vida al aire libre, la invocación a la sangre y además el honor, para formar líderes y «hombres de bien» en el futuro…”), o, sin ir más lejos, los miles y miles de denuncias de abusos sexuales hacia niños, por parte de líderes de Boy Scouts, cuyos mandos trataron de esconder dichos abusos a la Justicia. (Yolanda Monge, El País, 18-2-2020).
Alumno: ¡Pues no resulta nada tranquilizador su mensaje, señor Isidro! ¡Y yo que venía tan entusiasmado con mi descubrimiento!
Maestro: No…, por favor… No quiero quitarte esa ilusión que albergas de descubrir ejemplos que bien nos han de servir a nuestra Pedagogía. Yo también aprendo de ellos. Se trata, sin embargo, de construir una Filosofía y una Didáctica modélicas, pero también, estar prevenidos de los peligros de caer en el dogmatismo y la manipulación soterrada. Como te dije, la niñez es una página en blanco donde los modelos familiares y sociales van escribiendo verdades indelebles, pero también mentiras engañosas con esa letra pequeña que apenas nadie lee.
Alumno: El espíritu crítico para mejorar los métodos, actitudes y prácticas, precisamente, es lo que caracteriza nuestra Pedagogía. ¿No es así, maestro?
Maestro: Cierto. También salvando las distancias, tenemos otro ejemplo, igual de llamativo, emblemático y próximo a nosotros como fueron en su día las “Escuelas del Ave María”, fundadas por el Padre Manjón, un canónigo burgalés afincado en la ciudad de la Alhambra desde 1880 y que, según sus seguidores, desarrolló una derivación de la Pedagogía Activa que lleva su propio nombre, la pedagogía Manjoniana.
Alumno: Un momento, maestro, que lo busco en mi móvil... Voilà! ¡Lo encontré! Aquí dice: “Don Andrés Manjón y Manjón, bla, bla, bla…. destaca como uno de los grandes pedagogos de la segunda mitad del S. XIX y principios del S. XX, uno de los impulsores de la escuela activa y de la escuela al aire libre, en donde la naturaleza y el juego desempeñan un papel fundamental en la enseñanza, métodos que llevó a cabo en sus escuelas”.
Maestro: Muy bien dicho. Ese es el aspecto que más me gusta de él. De hecho, también él criticó los métodos tradicionales para, apoyándose en la intuición, atender las necesidades del niño. Lo que, como educador, ya no me gusta en absoluto era el ideario “educativo” que le animaba: formar perfectos cristianos. Para él su pedagogía y los maestros que la llevaban a la práctica, prestaban un gran servicio a Dios y al hombre. De hecho la enseñanza al aire libre, que nosotros tanto ponderamos, la entendía él como en contacto directo con la obra de Dios.
Alumno: ¡Otra vez la doble intención!
Maestro: Sí, pero esta vez envuelta, en sus inicios al menos, con el marchamo apostólico de una atención gratuita destinada a niños pobres de familias gitanas, con el fin de regenerarlos e integrarlos en la sociedad… Si te fijas, en ninguno de los casos citados se trata de pedagogías nacidas de la propia práctica educativa. El fundador de los Scouts era militar y el fundador de las Escuelas del Ave María, un sacerdote con clara vocación misionera. Tenemos que tener claro que ser maestro equivale a dominar tu oficio. Sí tu oficio, porque igual que hay un maestro albañil, un maestro panadero, o un maestro carpintero, también se nos exige a nosotros ser expertos de lo nuestro. “Maestro”, al modo tradicional quiero decir: aquel que conoce la materia prima con la que trabaja, pone en su manejo y posibilidades los cinco sentidos y busca la perfección en la obra que lleva a cabo. Por eso, digo, que aquí no tienen sitio los que persiguen otros objetivos: ni los que buscan soldados para el imperio, ni creyentes para sus iglesias, ni votantes para sus ideologías, ni clientes para sus negocios.
Alumno: ¡Mire maestro! Aquí, en el mismo periódico que usted publica, aparece un artículo a cerca de una actividad llevada a cabo al aire libre por una de estas escuelas Manjonianas durante la situación pandémica que hemos vivido…
Maestro: ¿Ah, sí?
Alumno: Se trata de una experiencia llevada a cabo en el Colegio Ave María de la Casa Madre. Encabeza el artículo una fotografía de unos jóvenes dando clase sentados en sus sillas formando corro en un patio del colegio. En el texto se dice así: «El colegio está salpicado de espacios con recursos pedagógicos que utilizamos a diario: aulas al aire libre, rayuelas, mapas, empedrados, huertos, reservas de anfibios… Además, pertenecemos a la Red Andaluza de Ecoescuelas y desarrollamos anualmente el programa para la innovación educativa ALDEA, educación ambiental para la comunidad educativa.”
Maestro: Ah, sí… Ya recuerdo el artículo… Para mí era más un relato de intenciones que de verdaderas acciones. Ellos pueden presumir de haber extendido su Pedagogía por varios países, pero la verdad es que, en mi opinión, han adquirido un molde acomodaticio en el que el entorno natural es más una justificación que un recurso real. Sus directivos se han amoldado a las exigencias de unas sociedades e instituciones educativas que ven en exterior peligro, malas influencias y descontrol. Creo que si volviera su fundador no recocería su obra fundacional… Quizás, también, porque la Granada que él conoció no se parece en nada a la Granada actual.
Alumno: Yo, por mi parte, ni “quito ni pongo rey”, pero la verdad es que es cierto que, casi todas las referencias visuales de los Colegios de esta Institución, exponen escenas de clases en el exterior, pero, en casi en todas ellas, están los jóvenes en la calle sí, pero sentaditos o recibiendo diplomas…
Maestro: Recuerdo también que, a renglón seguido de la lectura de dicho artículo, me dirigí a ellos ofreciéndome personalmente para intercambiar experiencias en torno al principio que marcó su fundador “la escuela al aire libre, en donde la naturaleza y el juego desempeñan un papel fundamental en la enseñanza”. Aunque hasta ahora no he obtenido respuesta alguna, aún sigo esperando.
Alumno: ¡Ja, ja, ja! ¡Qué coincidencia! ¡Al tal Padre Manjón también le gustaba utilizar una burra para sus fines pedagógicos…!
Maestro: ¡Pues claro, muchacho! ¡No todo iban a ser divergencias!
Isidro García Cigüenza
Blog personal ARRE BURRITA
Comentarios
Una respuesta a «Isidro García Cigüenza: «La letra pequeña… Baden Powell – El Padre Manjón»»
Yo estuve en la Casa Madre del Ave María dos años, a finales de los sesenta. Era un colegio liberal, donde en el cine fórum se criticaba al régimen de Franco y hasta la policía entró en el colegio para detener a un sindicalista, y había bastante. Hasta el teléfono le tenían intervenido al rector, y la obra manjoniana como es natural tiene un mensaje cristiano. Hoy en los colegios se adoctrina a los niños en ideología de género y en la igualdad (que más bien es desigualdad y privilegios) de Zapatero y no se prodigan las críticas