Y se dice, y seguro que así fue, que cuando de madrugada, poco antes de apuntar el día, el novio que con su novia “pelando la pava” había estado bastante rato, en su yegua volvía.
En noche oscura como boca lobo, relámpagos luciendo en las no lejanas serranías del sur del pueblo con sus postreros truenos retumbando a lo largo de la cordillera y reflejando demoníacas sombras sobre las tierras del Borbotón y sus superiores manchones, ahora del cortijo del Santuario.
Envuelto en una gran manta, que chorreando agua de la caída del cielo por la tremenda tormenta habida. Al pueblo volvía por el tortuoso carril paralelo a la arbórea orilla del río que desde las Vegas por la orilla izquierda discurre.
Con su cabeza liada en singular capote, no por el agua, el viento o su azote, sino porque era presa del miedo, qué no de la tormenta, que sería lógico por la bravura de ésta, sino por la próxima Fuente Castejana de la que el caballero en jaca que cabalgaba había de pasar por fuerza, si a Benalúa, la de las Villas, quería llegar.
Sabía muy bien de casos muy raros que ocurren en pasando el Cortijo del Río y llegado a la próxima fuente de bonito nombre, Castejana, pero de muy mala fama en cuestión de embrujos, aparición de fantasmas y hasta deciase que de una clueca que de sus polluelos seguían a ésta en particular banda de plumíferas aves que en malvada apariencia semejaban ser de oro puro y reluciente. Tendían una trampa a aquel que quisiera prenderles.
Estos recuerdos hacen que los dientes del “pela pavas” y del caballero tiritón, metralleta parecieran, y le hacían olvidar aquellos momentos que solo un corto rato había vivido y protagonizado. En esto entretener su mente quería, pero ¡Nada! no lo conseguía, era tal su pavor que su vientre retorció vísceras y órganos, nada más rebasar el Cortijo del Río. Un espino correcaminos por el aire moldeado como bola infernal, con el viento de “Abajo” que era el que corría, arrastró al tal matojo dando vueltas por la vereda desde la parte venidera del pueblo, yendo a parar en las malezas, zarzas, espinos “tapaculos” y aulagas matanceras qué a la altura de la Castejana había. Un resoplido de la yegua ante tal movimiento espinoso puso en sobre aviso a nuestro jinete que ya a unos cinco metros, no más, se hallaba del lugar que tanto le hacía soñar con horribles pesadillas.
Una ventisca racheada sopló en aquel momento en que caballero y jumento la Fuente alcanzaban. Removió la maleza y en ese preciso instante…¡¡¡maldito sea el momento!! algo o alguien cogió, y fuerte, por el hombro derecho al novio que sabiéndose atrapado y desde dentro de la manta totalmente liado no se atrevió a salir del escondite, quedando inmovilizado sobre el lomo de su yegua que en acto lógico sacudió todo su cuerpo para repeler el agua que arrastraba.
Pasado que fue el soplo de aire que todo removió, la yegua como no era arreada juntó sus cuatro patas, adoptó posición de defensa ante al aire y el empapaba su piel y su clink cuidada, para tarde de novia. Este brusco movimiento del animal casi le llevó al desmayo, hasta pensó que algo les agua mientras el jinete quieto como estatua ecuestre, no movía ni una pestaña. Inmóvil, tembloroso pronto notó que de la montura le caía un líquido dentro de sus botas de montar, que reconoció por su temperatura…no era igual que el líquido caído del cielo, donde las nubes lloraban de pena de ver a tan distinguido caballero que retenido en la Fuente Castejana estaba y allí rato hacía que congelado parecía estar, sujeto por su hombro por aquel terrible ser que ni le dejaba avanzar ni soltaba su omóplato derecho, tirando de la manta.
– ¿Qué querrá este horrible ser?, ¿Qué querrá este fantasma? ¡Oh, Dios mío, ¡perdona y salva mi alma! pero allí seguía sin mover músculo y de incertidumbre, repleto y a punto del trasero esfínter desbordar.
¡¡ Kikiririkiii!! Del vecino cortijo del Río salió el cantar de un gallo que ya anunciaba el día. Esto algo le animó y esperó con ansiedad que el segundo cantar del gallo volviera a sonar… ¡y lo hizo! y también sonó un gorrino y algún pájaro cantarino.
La respiración se hizo más normal…su ánimo comenzó a subir y con temerosa y sigilosa mano de sus ojos comenzó a abrir un pequeño agujero para ver que pudiera estar pasando… ¡Ya casi era día abierto! el amanecer hacía rato comenzó…ya se veía bien. La euforia le subió…se envalentona al ver la luz de la aurora y perfilar bien la vereda…De un gran golpe con su antebrazo derecho la manta deslío de su rostro y cuerpo, a su vez cogió su faca y echando la mirada al monstruo que aún le agarraba y en viendo lo que era. ¿? – De un tajo navajero, fuerte, muy fuerte y certero, muy certero. Lo dirigió hacia aquello que le cogía. Y, ¡zanjado!, ¡cortando fuertemente a diestra y siniestra!, cual valiente caballero, y ya logrado escapar de lo que le prendía. A la misma vez que con furioso y valiente grito decía: ¡¡Toma!! vil e insensato. Qué si en vez de ser, como eres, una simple y pinchuda zarza, hubieras sido un monstruo malvado, igual habría actuado y de tí me habría deshecho. ¡Cobarde y banal cosa!¡¡¡te habría destripado!!!
– ¿Pero será posible que una zarza, a mí, me haya asustado…?
-¡¡Quia!!! ¿Quién dijo miedo si yo sé muy bien como hubiera actuado, si en vez de ganchuda zarza hubiera sido un monstruo, fantasma o marimanta…?
– ¡Sí! y esperando estoy que en la venidera noche se atreva a aparecer esa clueca de la que dicen que sus pollitos le siguen, que, de oro macizo, dicen que son. Pues en la próxima aventura” las botas me habré de poner”. Me haré con varios de ellos.
El día seguía lluvioso. En la vertical de la era de Los Endrinos un gran nubarrón descargaba y al que él miraba, ahora, bravucón. Sin temor de nada, ya que consideraba que victorioso había salido de tan singular batalla. Librada toda la noche con parte de una zarza y de ella… ¡¡una sola rama!
Entraba eufórico y victorioso, en el solitario pueblo. Lluvia persistente, canales salpicando y charcos que reflejan los rayos precursores de truenos. El humo que ya ascendía, salido de las hogueras que cocinaban los desayunos de los ahumados del pueblo, cuál enorme visera, fiel a su natural costumbre, ya cubría la villa.
Llegó empapado el animal que había cabalgado, cansado de toda la noche ser montado y el caballero que así lo trató, ahora despojándole de la montura a la puerta de su cuadra, por un instante razonó y abandonando, un tanto, la euforia de valentón, pensó que en realidad jamás habría de contar las aventuras vividas en noche tan fantasmal y “recogiendo velas” no dejaba de pensar que el próximo domingo habría de pasar por aquel horrible lugar si en el cortijo de su novia, “la pava quería pelar”.
La Castejana, fuente muy vieja de muchos años ya. Qué como punto de aquelarres siempre será terrible lugar de apariciones de fantasmas, monstruos y marimantas y por donde también anda una clueca maléfica con su prole de oro puro en inocentes polluelos simulados.
Hechizar a caminantes ambiciosos de tesoros, de codicia desmedida y apetencia desbordada de riquezas terrenales.
¿Es Benalúa de las Villas tierra de fantasmas? Haberlos, los hay. Fantasmas y marimantas, cada uno con su rango y cargo, con misiones encomendadas que cada cual ha de cumplir. Hay los que así mismo se crean y retroalimentan su espíritu fantasmal, con el solo encargo de amedrentar a todo aquel humano que sus territorios invada.
En noche con su madrugada destinada a realizar extrañas visitas de intimidad desconocida, que por circunstancias varias y de ocasión, ha de aprovechar, para lo que tiene que despejar su camino con su fantasmal figura, para no dar ocasión de que alguien pueda contar las aventuras de un tal vecino del pueblo que con vecina del lugar se comprende y entiende.
Cosas de los pueblos, cosas de la vida, cosas de sociedad en que a veces se han de tratar de horripilantes maneras, unos para “Socializar” y otros que no asustan “Na” que no necesitan disfraz, pero que sin duda son ¡¡“Fantasmas” del lugar!!
Estos no llegan ni a marimanta.
Ver más artículos de
Autor del libro ‘El amanecer con humo’
Comentarios
4 respuestas a «Gregorio Martin García: «Apostadero de fantasmas, y IV: Desde la Cruz de Carrión a la Fuente Castejana»»
Ensimismado me he quedado al leer este ultimo relato de » Apostadero de fantasmas». Interesante historia del » pela pavas» y la fuente Castejana , que salvando las distancias y al insigne Cervantes , asemeja a algun episodio del Quijote, vease el de La cueva Montesinos o los Molinos o cualquier otro.
Enhorabuena D. GREGORIO .
Me sigue sorprendiendo
Sr. Jose BA. Lo del Quijote era invento y solo fantasiá, como el de la Cueva Montesinos o el de los Molinos. Pero amigo don José BA, lo de esta historia si que es real y real de verdad, aunque la marimanta y el fantasma de fantastico poco tuvieran, sé que eran marimantas porque en mantas se liaban para sus quehaceres hacer en las noches benaluenses, y no me diga que los «pela pavas» son invento mio, eso era mas verdad que frente a Benalúa está la Cará y era mas facil ver un novio en lo alto de una escalera pelando pava que verlo en el altar. Un saludo don José BA
Benalua de las villas, pueblo qué según narra quien lo cuenta de oidas de sus antepasados porque nada consta en archivos hubieron fantasmas y marimantas pero como él amor lo puede todo el protagonista de esta historia pasa todos los miedos qué a su paso les salían en las oscuras y lluviosas noches, escelente narración Gregorio
Si que es verdad don Francisco Ávila. El amor lo puede todo, pero el de verdad. El que manejaban los fantasmas y marimantas era un amor con trampa porque con trampa iban a él y si no me cree, digame pues ¿Qué hacian alli estos fantasmas de que tanto hablamos aquí? No le regalaré el oido, que Vd sabe muy bien la rutas de los fantamas que por nuestro pueblo se ven. Un saludo