Las recientes noticias sobre el cine Madrigal, que dejará de proyectar en 35 milímetros para digitalizarse, como el resto de las salas, me han causado cierta inquietud, al igual que ¡seguro estoy! a muchos granadinos. No obstante, si la idea es mantenerse abierto y seguir ofreciendo al público las mejores películas “no comerciales”, aunque sea con la nueva tecnología, respiro aliviado, porque es el único que lo hace en Granada. Todos los demás llevan años subidos al carro de lo taquillero, olvidándose con demasiada frecuencia del auténtico cine de calidad, que es el que representan las dos obras que vemos anunciadas en la imagen de portada: Llegaron de noche y La última película.
Por todo ello, he decidido reeditar una carta mía al director de Ideal que salió impresa en ese medio el 11 de junio del 2016. Pese a que han pasado seis años, sigue vivo el mensaje de apoyo que transmití en ella. Solamente he añadido lo que va entre paréntesis y las ilustraciones, como permite Ideal en Clase.
Cine Madrigal:
“El 24 de septiembre de 1960 se abría en la Carrera del Genil el que podríamos llamar heroico cine Madrigal,…” Estas palabras no son mías, sino de José Nadal, Pepe Nadal, en el precioso libro que en el 2002 publicó sobre Cines de Granada.
En el 2016 (o en el 2022) la heroicidad es, si cabe, aún mayor; porque ya no solo ha sobrevivido “al naufragio que sufrieron todos los locales de Granada entre 1988 y 1989”, como dice el libro, sino a la actual y profunda crisis económica, a la nefasta subida del IVA, (a la pandemia) y a la oleada de cine americano, comercial, de costosas campañas publicitarias y vulgar, en bastantes ocasiones, que inunda muchas de las salas de este país, según he podido comprobar en mis escapadas frecuentes a Ciudad Real y a Madrid.
El Madrigal, sin embargo, reúne todo el atractivo de los desaparecidos cines de mi juventud, entre los que se encontraban los llamados de “Arte y Ensayo” —como el Príncipe y el Alhambra—, que ofertaban obras distintas, habitualmente en versión original subtitulada, para deleite de aquellas generaciones universitarias sin B1 ni B2 de Inglés pero que queríamos un cine especial y comprometido en los rebeldes años setenta y ochenta del siglo pasado.
Ahora, desde mi vuelta a Granada en el 2011, en él he encontrado algo muy parecido. En este local (“vintage”), de asientos ajustados y techos amarillentos, se puede disfrutar del mejor cine europeo del momento; películas de bajo presupuesto y de pocos efectos especiales pero que te ganan con su guión, con su interpretación, con su música o con todo a la vez. Allí he visto Pride, La Novia, Mayo de 1940,… o, la última, El caso Fritz Bauer. Todas diferentes, de distintas nacionalidades, pero excelentes películas que te proporcionan un rato muy agradable y una satisfacción que te deja pegado al asiento unos minutos, cuando ya ha terminado la sesión, pero no te quieres ir.
Por fin sales a La Carrera, comentas la peli y te das cuenta, si eres profesor, de las posibilidades educativas que encierra, por lo que propones a tus alumnos que la vean, como hice con Mayo de 1940 y con El caso Fritz Bauer; sabes que pueden aprender una lección de Historia. O, si no está en cartelera, la consigues, como Pride, para que se vacunen contra la homofobia en Valores Éticos, solo que se trata de una vacuna indolora y divertida, de las que te dejan el mejor sabor de boca.
Y ya en casa me planteo escribir esta carta; no en agradecimiento, que sería una cursilada, puesto que el Madrigal es un negocio que vive de lo que los espectadores pagamos por nuestras entradas, sino porque realmente me apetece y quiero, además, que este cine siga igual todo el tiempo posible; también porque pienso que alguna de nuestras instituciones culturales —municipal, provincial, autonómica, o la que sea— debería apoyarlo o, incluso, premiarlo por su merecida supervivencia; y porque animo a todo el mundo o, al menos, al que se considere amante del buen cine, a disfrutar de él.
Ver artículos anteriores de
Profesor de Historia en el IES Padre Manjón
y autor del libro ‘Un maestro en la República’ (Ed. Almizate)
