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Gregorio Martín García: «Un recuerdo y un llanto por nuestro antiguo templo»

Se acercaba la época de primeras comuniones, los que a siete años habían llegado se preparaban en la catequesis para recibir y tomar el deseado Sacramento. Siete años eran los marcados para ello, ya que en aquellos tiempos pasados era considerado y tenido en cuenta que los siete años eran en la que los chavales entraban en la edad de la razón y en frase repetida se decía del tal estado que el niño con siete años ya tenía “uso de razón”.

El mes de mayo de cada año, por ser mes primaveral, en que despierta ya la naturaleza y con sus flores adornan jardines y verdean campos y los ya crecidos trigales con sus olas al viento, conjunto de hermosura y real belleza, fue escogido como mes ideal para el Sacramento tomar en comunión con la Naturaleza que Dios nos regaló

Nuestro grupo, en la iglesia, lo colocaron delante del confesionario. El confesionario de toda la vida, que estuvo situado por muchos años, en la nave derecha, sobre la pared trasera de aquella y cerca al altar de San Antonio. Colgado en la pared y sobre este, un gran cuadro pintado al óleo, sobre lienzo, muy viejo y tan deteriorado que el hollín de los tiempos impedía ver las pinceladas que con sus efectos darían “vida” a lo que allí se imaginaba pintado.

Por nuestros siete años lo formábamos doce o catorce aspirantes a nuestra primera Comunión, no puedo recordar con precisión cuántos, pero en aquellos tiempos éramos más niños, más jóvenes y quintos luego, en toda clase de eventos. Solíamos tener más hermanitos que ahora.

Nuestro grupo de catequesis lo formábamos con reclinatorios de aquellos que había en la iglesia, propiedad de las mujeres del pueblo que allí dejaban para usar en las misas, rosarios y novenas a las que asistieran y no tener que transportarlo.

Cada día de catecismo, que solía ser de tarde, nos acercábamos a la iglesia, donde ya nuestra catequista, había formado y organizado nuestro corro de sillas y, simpáticas y alegres ellas, esperaban la llegada de “sus niños”.

La recuerdo con cariño, a la que respetamos como si de verdaderas maestras se tratara. “La Carmelilla de Rebío”. Sí, Carmelilla Rabadán, era la mía, que con amor y cariño intentaba enseñarnos el catecismo para lo que había de lograr nuestra atención.

Confesionario y reclinatorios en una iglesia de pueblo

Me gustaba sentarme en una silla alta que en el grupo siempre había, distinta a los reclinatorios que eran mucho más bajos. Recitando las oraciones, las preguntas y definiciones del catecismo de entonces, como quiera que lo hacíamos semicantado, aquello nos relajaba de tal manera que nuestros labios sonaban, pero nuestra mente recorría rincones, altares, cuadros y pinturas de nuestra antigua iglesia, a la par que yo mecía mis piernas sobre la alta silla de anea, al compás de lo recitado en cada momento y con la cadencia que la ocupación de mi mente, visionando todo lo que alrededor había, me dejaba procesar.

Así logré hacerme con un conocimiento amplio de la antigua y vieja iglesia de nuestro pueblo. Muchos vecinos la reivindican aún desde lo más hondo de sus recuerdos.

Era vieja, mala construcción, abandonada por muchos años, las humedades y desconchones eran enfermedades muy graves en ella. Sus tejados, que los monaguillos recorríamos en mil aventuras ideadas, descubriendo recónditos lugares donde planeábamos nuestro escondrijo jugando al “escondite”, al “pilla pilla” o a “policías y ladrones”, machacando tejas, rompiendo canalones y en gravísimo peligro de hundimiento repentino, nos cogiera en el juego y nos robara la vida.

Más tarde, pasados unos años, supe, que aquella vetusta iglesia de nuestro querido pueblo construida fue, imitando arte románico, del que en los siglos XI, XII y parte del XIII, predominó en la Europa occidental y fue el primer estilo claramente cristiano y utilizado en la temprana edad media prerrománica e inspiró la construcción de un gran número de iglesias y edificios religiosos.

Pequeña ermita arte románico

Se difundió por toda Europa. Con las peregrinaciones en España, a través del Camino de Santiago se introduce el Románico, prolifera mucho en el norte de España. En el sur es muy escaso, sobre todo debido a la dominación árabe. Ello hace pensar que nuestra iglesia se debió construir, mucho después del año 1492, año de la reconquista de España por los Reyes Católicos.

La liberación de la España musulmana, el conocimiento del estilo románico, en el norte de la península, haría que la construcción en nuestra villa, hasta hacía muy poco islámica y por ello sin lugar de culto, se inclinaran por la románica. La escasez y la falta de bienes del pueblo, hizo que esta fuera pobre edificación y, quizá costeada en todo o en parte por algún dignatario propietario de la región.

Algo más de quinientos años tendría ahora nuestra vieja iglesia, basándose en que Benalúa de las Villas fue conquistada al moro durante la guerra de Granada y en 1486, seis antes de la toma de aquella, por Fernán Sancho del Cañaveral, señor de Benalúa.

A pesar de su mala edificación, a pesar de su cochambroso estado de conservación, tenía benigno embrujo, algo, que, sin llegar a ser bonito por su estado, era propicio para mostrar interés por ella. Alma también tenía, que algo decía a todo el qué, en ella, entraba. La penumbra relajante de su luz románica que, filtrada por angostas ventanas, ¡cautivaba!

. /…Continuará

 

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Gregorio Martín  García

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Comentarios

2 respuestas a «Gregorio Martín García: «Un recuerdo y un llanto por nuestro antiguo templo»»

  1. Francisco Avila

    No sé por dónde empezar por la vieja iglesia o por él mes de mayo mes de las comuniones porque los dos temas los haces tan realista que nos llevas sin querer a unos años maravillosos, 31de mayo de 1957 con siete años recién cumpliditos ya había tenido él adoctrinamiento para tal Sacramento quizás muy niño para entender lo que iba a hacer aunque las catequista se esforzaron para qué lo pudiéramos entender a nuestra manera de cualquier forma un dia siempre presente como un dia de nuestra inolvidable vida. La vieja o antigua iglesia no tengo conocimiento histórico de que estilo fue construida pero en sus últimos años yo cómo monaguillo estaba en un estado deplorable cuando llovía te mojabas mas dentro qué en la calle pero unos recuerdos muy bonitos por lo bien que lo pasabamos, como te digo un relato estraordinario esperando con lo que nos vas a sorprender el próximo lunes un abrazo

    1. Gregorio Martín García

      Muy bien comentado tu recuerdo de comunión. Sí Paco, creo te va a gustar la segunda y tercera parte de mi escrito y, la cuarta guarda una graciosa y verdadera anécdota que se dio en el recien estrenado templo. Se que te van a gustar. Adios, gracias por el comentario, por tus alientos, un saludo.

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