A lo largo de estos siglos
tiene pleno desarrollo
en las letras y en las artes
un proceso meritorio,
tanto en el Renacimiento
como en el mismo Barroco
y esta etapa tan creativa
se nomina “Edad de Oro”.
Comienza con Garcilaso,
el gran poeta amoroso,
y la cierra Calderón,
el insigne comediógrafo.
En medio, la Picaresca,
los místicos y sus exhortos,
novelas caballerescas,
los romances y alborozos
y, vertebrando los tiempos,
el incomparable gozo
de don Miguel de Cervantes,
el más ilustre de todos.
D. Quijote de la Mancha,
que lo tuvieron por loco,
era un cuerdo trascendente
y un pensador muy juicioso.
Farsas de capa y de espada,
de maridos recelosos,
de bribonadas y enredos
con truhanes de tomo y lomo,
en las que Lope de Vega
era el todopoderoso.
Las odas de fray Luis
con un sentido tan hondo,
oscilando entre lo humano
y el ascetismo teológico.
Luis de Góngora y Quevedo
satíricos de verbo hosco
se fajaron con ingenio
en rifirrafes barrocos.
La literatura estuvo
en los dos siglos de oro
a niveles que alcanzaron
cumbres de orgullo y de asombro.
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Profesor jubilado y escritor, autor de
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