Leandro García Casanova: «El día del abuelo»

El Teléfono de Atención a Situaciones de Maltrato de Personas Mayores (900 858 381), que depende de la Junta de Andalucía, recibió eN 2005, 290 llamadas, de las que 163 denunciaban presuntas agresiones. Esto supone un incremento del 39% con respecto al año anterior. Los motivos de las quejas fueron el abandono por parte de la familia (55), el maltrato familiar (49) y los malos tratos en residencias privadas (31). Veintiuna de estas denuncias procedían de Granada. En cuanto a las pensiones, en mayo pasado se abonaron 1.293.652 en Andalucía –un 15% del total nacional–, cifra sólo superada por Cataluña. En cambio, la cuantía de la pensión de los andaluces esta casi ocho puntos por debajo de la media nacional, cifrada en unos 640 euros. Y como siempre andamos en los puestos de cola, las pensiones de los granadinos no llegan a la media andaluza. En Granada nunca llegamos: nunca llega el AVE, nunca acaba de llegar la autovía a la Costa, nunca llega el Metro, nunca llegará el museo… Aunque es sabido que el granadino protesta mucho, pero se mueve poco.

Según el Instituto Nacional de Estadística, casi un millón de andaluces –unos 474.000 menores de 16 años, y 490.000 mayores de sesenta y cinco años– se encuentran por debajo del umbral de la pobreza. De manera que, la Andalucía de la ‘Segunda Modernización del Arado Romano’, se sitúa entre las comunidades autónomas con mayor tasa de pobreza –un 31,1%–; sólo por delante de Ceuta, Melilla y Extremadura. En un informe anual de la Fundación Encuentro, se critica que no sólo somos el país de la Unión Europea que dedica menos recursos en prestaciones sociales a la familia, sino que en el cuidado de los ancianos los asigna de manera injusta e ineficaz: «En España, 2,6 millones de mayores de 65 años viven con sus hijos; mientras que 1,4 millones viven solos. Y sin embargo, más de la mitad de los servicios sociales se centran en los hogares solitarios». Además, muchos ancianos no hablan con nadie durante semanas y otros no pueden salir a la calle por falta de movilidad.

   El abuelo ha pasado de ser el patriarca de la casa, con su garrota, sus achaques y su silla al lado de la lumbre, a ser tratado poco menos que como un estorbo: lo que ha ganado en la paga, lo ha perdido en reconocimiento y afecto
   

Según una tesis doctoral del gerontólogo David Sánchez, «Granada es la capital andaluza con el censo más envejecido y donde más de 13.000 ancianos necesitan ayuda. De ellos, unos 1.300 no reciben ayuda de ninguna entidad”. Y en un estudio de la Red de Mujeres del Zaidín se indica que, al menos, 3.500 pisos del Zaidín están habitados por una sola persona, en su mayoría mujeres viudas con necesidades sociales y sanitarias. Ya lo advertía Ramón y Cajal: “Lo más triste de envejecer es carecer de mañana». El pasado año, en la provincia de Granada había 33 residencias para mayores, con 1.620 plazas, la mayoría de ellas concertadas. Eso sí, la Junta de Andalucía prometió duplicarlas en un par de años; aunque no sé de dónde va a sacar el dinero para que se produzca el milagro.

El demógrafo Julio Pérez ha destacado la importancia de los abuelos: «Nunca como ahora han recibido los españoles tantos recursos y atenciones por parte de sus mayores». Tampoco debemos olvidar la ayuda que prestan, a la hora de criar y educar a los nietos, cuando los padres trabajan o están enfermos; incluso, cuando se hacen cargo de los nietos toxicómanos, a consecuencia del abandono y negligencia de los padres. El abuelo ha pasado de ser el patriarca de la casa, con su garrota, sus achaques y su silla al lado de la lumbre, a ser tratado poco menos que como un estorbo: lo que ha ganado en la paga, lo ha perdido en reconocimiento y afecto. Hace unos años me dieron una foto de mi padre, de cuando hizo la mili en Larache, en 1941. Aparece junto a otros reclutas, con su cigarro entre los dedos, con el correaje y el gorro de serón. La historia de ellos será también la nuestra y termino con esta cita del general Charles de Gaulle: «La vejez es un naufragio».

NOTA: Este artículo lo escribí en 2006, con motivo el Día del Abuelo, que se celebra el 26 de julio. En 2007 empezó la crisis económica, por lo que la situación empeoró mucho para los españoles. Pero hay que destacar que la paga de los abuelos fue providencial para miles de familias de parados, en esos años de recesión.

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