Las tres Marías, era lo que coloquialmente llamábamos a la Religión, Educación Física o Gimnasia y Formación del Espíritu Nacional o Política. Aunque fáciles de aprobar, solo bastaba con la asistencia a clase y en un colegio privado esta era totalmente obligatoria.
Qué decir de la Religión en un colegio de curas, pues que se rezaba al llegar a clase, se iba a misa los viernes, se comulgaba y alguno que otro participaba en las liturgias religiosas del colegio. Ahora eso sí, todo se iba al garete cuando algún crio revoltoso se saltaba las normas o decía algún taco, en aquel entonces pecado y castigo, no divino si no del fraile de turno.
La Educación Física se daba en el amplio patio, con aparatos gimnásticos como el potro y el plinto. También había un pequeño foso de arena para saltar longitud. El profesor siempre hacía los mismos ejercicios de flexión y extensión de piernas y brazos y abrir y cerrar pies.
Ni que decir tiene que yo sufría lo indecible por saltar el potro, pues por aquel entonces era un alfeñique delgado y débil, nunca supe saltar el potro por el interior. Sin embargo el Plinto, era harto ridículo, pues había que pasarlo a lo largo y yo lo hacía posando las manos como si fuera un largo fin de semana.
Al finalizar las clases, tenías que volver a vestirte todo sudoroso y lleno de arenilla del foso y continuar con la clase de Geografía del padre Ángel. No obstante, he de reconocer que con aquellos escasos medios, se consiguieron grandes logros en competiciones escolares provinciales.
Y la otra María, la Formación del Espíritu Nacional, la asignatura la daba, un abogado falangista de toda la vida, Se tomaba su asignatura como lo más importante del mundo. Vestía con gran pulcritud y frecuentemente llevaba camisa azul. Siempre explicaba lo mismo cada año, pero había que hacer examen escrito y todo.
De verdad, nuca supe de qué trataba aquella asignatura, pues era todo leyes y edictos del boletín oficial del estado. El caso es que aprobaba a todos los críos con el solo requisito de estar matriculado.
Final de los años 60 y comienzos de los 70, que ya siempre marcaron mi carácter, mi moralidad y mi actuación posterior como individuo frente a la sociedad reinante. Ahora miro el pasado y recuerdo aquellos años con dulzura, encanto y algo de frustración. De ahí que tenga un montón de recuerdos que me gustaría poder borrar y un montón de recuerdos que me gustaría poder volverá vivir.
Una vez leí que los recuerdos son de agua y a veces nos salen por los ojos.