José Vicente Vinuesa: «Me gusta contar muchas cosas sin que el lector pierda el hilo de la narración»

El próximo sábado, 28 de abril, José Vicente Vinuesa (Silla, Valencia, 1970) «desembarca» en la Feria del Libro de Granada. El objeto de su visita no es otro que encontrarse con sus lectores y firmar ejemplares de su segunda novela que lleva por título el nombre de su protagonista, ‘Román Paladino’. Estará en la Caseta 56 de Editorial Crisol, (19,30 h).

– ¿Dónde hay que buscar los antecedentes de su segunda novela?
– “Tres historias de amor, mis desastres y yo “ fue la primera y la que me dio la confianza suficiente para abordar personajes y desarrollarlos sin miedo. En ella aprendí a tejer el hilo narrativo con la aguja de lo emotivo, y creo que me salió una prenda digna, ja ja. Me sirvió de tubo de ensayo para lo que hoy es Román Paladino y lo que vendrá después.

– ¿Qué historia se van a encontrar los lectores?
– Román Paladino es el nombre del protagonista. La novela es una historia de historias, contadas por él, que, cómo no, cuenta su propia historia. Nada tiene que ver el nombre del personaje, Román Paladino, con la expresión de Gonzalo de Berceo para referirse a la lengua que hablaba el pueblo llano para comunicarse. O quizás sí, quizás haya algo, porque Román se inspira en historias vulgares y corrientes que con su mirada hace especiales. Él es un conductor de autobús que realiza el trayecto entre Libros, un pequeño pueblo de Teruel, y la playa del Cabañal. Es ahí donde se enmarca la trama narrativa, en el trasiego de la gente de los pueblos de interior hacia la gran ciudad, como en tantos sitios. Y Román es, además, el conductor del relato; con una peculiaridad, una enfermedad rara: el síndrome del olor a pescado. Creo que casi cualquier cosa, por trágica que sea, se puede ver y contar de una manera atractiva. Los griegos nos enseñaron el camino: “Encuentra las palabras y serás un ídolo de cualquier cosa…”, le dice Pitia, otra de las protagonistas, a Román. La vida está llena de historias bellas, pero hay que aprender a mirarlas; Román Paladino tiene una manera muy especial de destilar los relatos que giran a su alrededor; él me sirve de inspiración para ahondar en los personajes y sus sentimientos, sin olvidar que el propio Román cuenta las cosas como le gustaría verlas. “Me gusta ver las cosas como las miro”, será una de sus frases. Nuestro protagonista es una especie de cuentacuentos.

– ¿Cómo está estructurada?
– La desaparición de Rafael, su hermano pequeño, al que buscará por todas partes, será lo que marque el devenir del relato y la esencia del protagonista. Violeta, su gran amiga, una ex prostituta que de la mano de Román Paladino desarrollará un talento extraordinario para la danza. Las hermanas Gosálvez, una relación de odio fatal entre hermanas; Romeo y Julieta nunca fueron de verdad, una historia de amor brutal y trágica, de violencia doméstica; y la pequeña Lisa, Mona Lisa, una infancia aplastada por las circunstancias, una esperanza.  Una advertencia: la novela tiene trampas, el propio nombre del protagonista es una invitación a la interpretación de la realidad, pero la realidad no se puede contar, si lo haces desaparece…

– ¿En qué se parece a su primera novela?
– Mi primera novela es más curativa (Martín Latorre, a pesar de las circunstancias, encuentra la manera de sortear los desastres de la vida), mientras esta ahonda en sentimientos más oscuros que muchas veces forman parte de lo cotidiano… La vida es extraordinaria pero también trágica, amable y odiosa. Miramos las cosas con recelo y esperanza, pero somos cada uno de nosotros los que coloreamos la realidad con los deseos y frustraciones que nos envuelven durante el viaje de la vida, en la esencia de las cosas. “Siempre tendrás un lado oscuro, un viento molesto o un sabor que no te guste. Siempre sentirás que te falta alguien, que te sobra algo o que no recuerdas aquel sueño. Siempre querrás una tierra para luchar, un corazón que conquistar o una pesadilla que olvidar. Nunca sabrás la razón de tu existencia, cuántos días vivirás, ni por qué te enamoraste. La vida”, es otra de las citas de la novela…  Si Romeo y Julieta se hubieran casado y tenido descendencia dudo mucho de que fuera la historia inmortal que todos conocemos. Shakespeare fue un maestro en los finales de sus dramas, aparte de todo lo demás, aunque los temas han cambiado mucho; en nuestra época, creo que hay otros elementos narrativos que vislumbrar: “cada obra es hija de su tiempo”, cito aquí una máxima en la historia del arte.

– ¿Cuál ha sido su estrategia para atrapar la atención del lector?
– Me gusta contar muchas cosas sin que el lector pierda el hilo de la narración, pero bombardeando su imaginación constantemente, generar historias secundarias dentro de la trama principal. El truco me lo enseñó Cervantes en su inmortal Quijote: cuando utilizas a muchos personajes debes tratar de que la mayoría de ellos tengan una actuación breve; un capítulo y poco más, salvo para los que nos acompañarán hasta el final… La gente quiere soñar, pero sintiendo que los sueños pueden ser reales, a pesar de lo trágico. Ese es el realismo esencial que yo busco, hacer de lo vulgar y lo corriente algo excepcional. Que merezca la pena ser contado… La finalidad del arte es la belleza, y la belleza es seducción: ser capaz de engatusar la imaginación, el intelecto, y saciar estéticamente con una mueca de satisfacción al final de las historias.

– ¿A qué tipo de lector va dirigida?
– En las historias contadas por Román hay espacio para casi todo: amor y odio envuelto en tragedia e impregnado por la belleza en la mirada; perversión, y, sobre todo, esperanza. Digamos que desde el lector juvenil hasta, sobre todo, el adulto, en ningún caso el infantil, serán los que más podrán disfrutar esta obra narrativa.

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