José Vicente Vinuesa: «Este libro es un relato coral, con muchos personajes y muchas historias»

Esta tarde a las 19 horas, en el Cuarto Real de Santo Domingo, tendrá lugar la presentación del libro ‘Tres historias de amor, mis desastres y yo’ de José Vicente Vinuesa (Silla, Valencia, 1970) que será presentado por María José Bonilla, directora de ediciones Dauro. Obra de la que se ha destacado sus «personajes muy bien construidos, diálogos verdaderos, lugares bien escogidos e historias muy interesantes»

– ¿Qué otras cosas han llegado a sus obras de sus primeros lectores?
– La verdad es que me han dicho cosas estupendas, como que describe muy bien la problemática conyugal actual, de una manera muy creíble, y otros desastres humanos; con un gran final. También que ayuda a superar problemas -esto me lo han dicho varias veces- y que todos se han sentido identificados con alguno de los personajes, en algún momento de la novela.

– ¿Cómo surge esta su primera incursión en el mundo de la literatura ya que su formación es musical?
– Fue la necesidad de expresarme, en un momento difícil, la que me hizo dar ese salto. Soy un buscador incansable de belleza, y entonces ocurrió: las ideas, las líneas, los personajes empezaron a surgir y a crecer, a generar relatos encadenados. Y aquí estoy, hablando de mi primera novela…y encarando la recta final de mi segunda.

– Aunque afirma que no es un obra autobiográfica ¿En qué se parece y en qué se diferencia José Vicente Vinuesa de su protagonista, Martín Latorre?
– Reconozco que tiro bastante de autoficción, en algunos momentos. Nada de lo que cuento es real, salvo el sueño, pero me inspiro en varios de mis amigos, en mi trabajo y en mis lugares… Me han pasado tantas cosas, y las que no me han pasado las he soñado, y las que no he soñado las he deseado… Por cierto, el sueño es un microrrelato dentro del capítulo 7, El derrotado. Se trata de la única parte de la novela que no es ficción. Me explico: a los 18 años tuve un terrible accidente de moto y estuve 12 días en coma. Ese sueño lo soñé… También aparecen otros personajes que son simples conocidos para Martín. Como don Juan Bermejo, un actor de teatro ya retirado, que apenas aparece en el relato hasta el final; a mí es uno de los personajes que más me gusta. O Tomás Alarcón y su cuadrilla, ese tercer padre. Los amigos de Martín, los que han ido cuajando con el tiempo, constituyen un apoyo fundamental para él, como para mí.

– ¿Y de los personajes femeninos?
– Creo que el amor es un regalo que merece la pena conservarse, aunque haya pasado. Las tres mujeres que pasan por la vida de Martín Latorre, en sus distintas etapas, tienen una personalidad arrolladora, cada una con sus matices: Laura, su primer gran amor, eterno; Juana, una pasión deseada mil veces, una fantasía; y Emilia, un amor responsable, maduro y sincero. Creo también que el desamor está presente incluso en muchas de las parejas más estables. Crisis conyugales que sacuden la convivencia y que muchas veces terminan en desastres. «No sé por qué terminan las historias de amor, ¿y quién lo sabe? Muchas veces nos empeñamos en buscar un culpable, y a lo mejor ese culpable es solo una excusa.» …un fragmento de la novela. Otras veces las parejas superan esas crisis o aparentan hacerlo. ¿En quién me he inspirado? La ficción y la vida, un escaparate extraordinario. Qué gran placer vivirla, (risas), a pesar de sus bofetadas.

José Vicente Vinuesa, con un ejemplar de su libro/ FOTO: BASÍLIDES CARRETERO

– Lo ha presentado ya en Almagro y ahora en Granada, ¿se debe al hecho de haberla publicado con el sello granadino Dauro o tiene otros vínculos con la ciudad de la Alhambra?
– Granada es una de las ciudades más bellas del mundo. Aunque no nací allí, tengo la suerte de que en España estamos a un tiro de piedra de un legado artístico extraordinario. El hecho de que Dauro sea una editorial granadina, seguro que es por algo. Poder presentar mi novela en Granada es un regalo que acepto encantado.

– Ha definido su libro como un viaje emocional desde la adolescencia hasta la madurez, desde la ingenuidad hasta la experiencia, ¿qué más se van a encontrar los lectores?
– El libro es un relato coral, con muchos personajes y muchas historias. Que nadie espere protagonistas perfectos. Un personaje perfecto a mí personalmente no me sirve. Lo puedo admirar pero ya está. Quiero defectos, como los míos. Me gusta la gente que lucha, como la mayoría de nosotros. Incluso el canalla que te complica la vida… La lucha por sobrevivir a la propia vida. El fracaso y el éxito, que no nos cojan desprevenidos. Y sobre todo: aprender a reír, ser capaz de pasar página a lo largo de la vida. Es mi dedicatoria: «A todos los que han aprendido a reír con la vida».

– Los escenarios se reparten entre Valencia, Albacete donde usted residió nueve años y Almagro, donde vive ahora, ¿qué otros espacios sirven de telón de fondo?
– Además, hay un picoteo de ciudades y lugares donde se desarrolla el relato: Granada, Marsella, cabo de Gata, Córdoba, Madrid, Lisboa, Canfranc, y algún rincón más…
Viajar es una de mis pasiones, y ello impregna el relato. Me alimento de los lugares, como de un libro o una pieza musical… El arte, la contemplación de la belleza, del tipo que sea, me enriquece, aunque también se convierte en necesidad. Nada es perfecto, menos mal.

– ¿Desea añadir algo más?
– Un par de reflexiones y dos fragmentos de mi próxima novela: Creo que los lectores se sentirán identificados, de alguna manera, en el relato. Bien, a través de sus protagonistas, o bien, a través de los personajes secundarios que orbitan alrededor de la trama principal. Cuando lees un libro que te gusta estás leyendo parte de ti. Compartes o te sirves de los personajes, de las situaciones. Alimentas tu personalidad, tu fantasía…

«Claro que he estado enamorado. Sobre todo una vez, cuando las palmeras eran fuegos de artificio. Cuando las hormigas jugaban por mis tripas. Cuando su respiración encendía mi cuerpo, su sonrisa mi herejía»

«Me gusta soñar con la realidad. Pensar que a pesar de todo siempre habrá muchas maneras de afrontar las cosas. Mirar con ojos de pintor, buscando la belleza de un mundo emborronado por tantas cosas…»

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