Isidro García Cigüenza: «La clase de Música en la Pedagogía Itinerante»

Arriero: ¿A ti, Molinera, te gustaría tocar la flauta?

Burra: No lo dirá usted por esa socarrona e impertinente fábula del burro flautista…

 

Arriero: No, mujer. Digo que si te gustaría asistir a la clase de música de los niños del colegio vecino…

Burra: Me encanta escuchar las alegres voces infantiles durante el recreo, pero, si le digo la verdad, estoy hasta la mismísima “natura”, de escucharles tocar con la flauta la tonada esa del “Cóndor pasa”. Cóndor, por cierto, que debe volar alicorto porque, pasa un curso escolar, y otro, y otro…, y el pájaro de marras no acaba nunca de pasar. ¡Lo mismito que sucedía años atrás con aquellos pastores que se iban a la Extremadura y que nunca acababan de irse…!

A: ¿Sabes, Molinera? El otro día me quedé patidifuso. Vinieron un grupito de niños del pueblo a pedirme el consabido aguinaldo con motivo del “Jalowin” ese de las narices. Yo, que acostumbro a no darles nada sin pedirles algo a cambio, les pedí en esta ocasión que me cantaran en grupo una canción… ¿Y sabes la que comenzaron a cantar? ¡La canción del “Cara al sol”…!

B: ¿La canción emblemática de la dictadura franquista?

A: ¡Esa misma! ¿Dónde la habían aprendido? No lo sé. Tampoco quién fue el adulto que se la enseñó. Pero allí estaban ellos, delante de mis mismísimas narices, cantándome el “Cara al sol con la camisa nueva…”

B: ¿Y…?

A: Pues que apenas notaron mi cara de reprobación, el que dirigía la cuadrilla terció al momento sugiriendo al resto: “Esa no, esa no…, mejor la del Himno al Betis”. Y allí que empezaron todos a cantar a voz en grito, no se qué de “estamos apiñados como balas de cañón…”. ¡Todavía no me he recuperado del disgusto, Molinera! ¡Y mientras tanto, en clase de música, enseñándoles a tocar la flauta…! ¡Cuánto mejor les enseñaran canciones que les sirvieran para cuando cantan en familia; con su grupo de amigos, en una excursión o en una fiesta colectiva?

B: Pues si se disgusta usted por tan poca cosa…, no sé lo que le hubiera dado si llega a escuchar, como escuché yo en la fiesta final del curso pasado, poner en el patio de la escuela y por megafonía las canciones del “Antes muerta que sencilla”, “Qué será lo que tiene el negro…” o la que está tan de moda entre los niños ahora… Sí la del “Piyama”…

Si tú me llamas
Nos vamo’ pa’ tu casa
Fumamo’ marihuana
Sin pijama, sin pijama

A: ¡Es para volverse locos! ¡El mundo al revés!

B: ¿Y usted, señor arriero, qué alternativa propone desde su Pedagogía Itinerante?

A: En primer lugar decirte que, de todos los dones con que la naturaleza nos ha dotado a los seres humanos, la voz es el más sublime y armonioso regalo. ¡Sublime y versátil al mismo tiempo! Es verdad que hay que cultivarla, pero aún así, la música, puesta en la voz humana, alcanza tal grado de seducción que abarca todo un abanico de matices sensoriales…

B: ¿Niega usted entonces el valor del solfeo y la disciplina del manejo de un instrumento en estas edades, señor Isidro?

A: Todo a su debido tiempo, Molinera, que para eso están los Conservatorios…. Pero en estos primeros cursos yo prefiero recrear todo ese rico repertorio infantil de la Comarca. Cantar, al ritmo siempre de nuestro caminar o sentados al abrigo de algún árbol, esas canciones de cuna, de corro, de palmas, de pelota, de comba, de elástico… tan preciosas. ¡Me encanta interpretar con los niños la musicalidad de los plones, poesías y trabalenguas…! O esas canciones, también, que todo el mundo se sabe y que nos han de servir, como te decía, en reuniones y fiestas. También me gusta hacerle un guiño al flamenco . De sobras sabes que, siempre sobre la marcha, me suelo dejar caer con un fandango, una serrana o, si se tercia, por una “arriera. Una de esas que a ti tanto te gustan:

Y cuando voy por el camino a Ronda,

la burra me marca el compás

y yo le canto mi arriera…”

B: ¡Mmmm!¡Qué más quisiera yo el poder acompañarle…! Pero la naturaleza, en vez de con la ductibilidad de vuestras cuerdas vocales, me ha dotado con este ronquido quejumbroso que ustedes llaman “rebuzno”. Sin embargo, señor Isidro…

A: Sin embargo… ¿qué, Molinera?

B: Pues que ese tipo de música ya no “mola”. Vamos, que no se lleva. Los niños prefieren las canciones de la tele o de las de los dibujitos animados del móvil de sus padres…

A: ¿Y qué crees que hago yo todos los domingos por la mañana, sino ponerme al día y aprenderme toda esa parafernalia mediática que tú sugieres ? Y no sólo esa, sino las 20 canciones infantiles más vistas en Instagram, las selecciones de música clásica bailable y animada…, o las que saca gente como Billy Boom Band, Candela y Los Supremos, Alejandro Sanz, Shakira, o el mismísimo QuimiRock , un grupo malagueño que, además de música, también hace teatro…

B: Lo sé, lo sé. Lo sé porque lo veo y no dejan de causarme sorpresa esos movimientos endiablados que hacen los niños cuando enchufa usted su móvil y se lían todos, como locos, a hacer cabriolas y malabarismos…

Isidro y Molinera en la Alhambra. Fuente de Washington Irving

A: ¡Acabas de dar en la clave de la esencia musical, Molinera! El ritmo, el baile, la coreografía, la danza… van, en nuestra Pedagogía, indisolublemente unidos a la enseñanza musical. Se diría que, juntos, conforman nuestra epidermis didáctica y emocional… Con todo, dejando a un lado los ritmos trepidantes y sonidos electrónicos de ciertas músicas, yo me quedo con ese otro concepto musical, mucho más individual, propio y creativo como es el tarareo.

B: ¿Tarareo ha dicho usted?

A: Sí, has oído bien: ¡Ta-ra-re-o! Ese runrún que me escuchas tú cuando vamos de marcha.

B: ¿Esas tonadas machaconas que sin letra ni sentido alguno repite usted una y otra vez?

A: ¿Sin sentido alguno? Eso es lo que tú te crees. El tarareo, aún llevándose a cabo con la boca semicerrada, viene a suponer el germen, el manantial, el afloramiento del estado de ánimo y creatividad de cada uno.

B: ¡Ja, ja, ja! ¿Y usted pretende que desde la escuela se potencie “el tarareo”?

A: ¡Efectivamente! Eso es lo que pretendo desde nuestra Escuela Itinerante. Que desde la sensibilidad musical de niño, y contando con la ayuda que pueda aportar el profesor , se le invite a grabar en su móvil ese soniquete inventado por él mismo. Soniquete que, bien dirigido, puede generar y dar a luz una canción propia. Como si de un cuento, un haiku o un texto libre se tratara…

B: Un ejemplo, por favor. Un solo ejemplo y rebuznaré a los cuatro vientos lo que usted propone.

A:. ¡Sus deseos son órdenes, señora burra! Para muestra, bien vale un botón. Y el botón será, ni más ni menos, que la canción que inventé yo mismo durante el viaje que hicimos juntos por el Camino Romántico. ¿Recuerdas? Aquel runruneo que fui amasando en mi interior durante el trayecto y que, desde Gibraltar y a través de estas serranías andaluzas, nos condujo hasta la maravilla de las maravillas: la Alhambra de Granada…

B: ¿Aquel que, a la postre, dio usted en llamar “Himno Romántico”?

A: ¡Estiviwonder! Aquel que, como “Pedagogos Andariegos Románticos” que somos, ilustramos después con la letra que nos inspiró dicho itinerario. El himno que después enriqueciera con su voz, Gloria, la maestra de música del curso pasado.

B: ¿Lo escuchamos?

A: ¡Ea, vamos allá!

AUDIO: ‘Somos románticos’, interpretado por Gloria:

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Isidro García Cigüenza

Blog personal ARRE BURRITA

 

 

EN CAPÍTULOS ANTERIORES

Capítulo 1«Pedagogía caminera. Mi mejor maestra: una burra andariega»

Capítulo 2«Aprendemos caminando… del ronzal de mi burrita Molinera»

Capítulo 3«Por unas Matemáticas andariegas. Diálogo entre el arriero y su burra»

Capítulo 4: «A vueltas con las “Matracas”. Diálogos de un arriero con su burra»

Capítulo 5: «Clase de Lengua. Cervantes: ‘Persona Non grata’. Diálogos de un arriero con su burra»

Capítulo 6: «La clase de Música en la Pedagogía Itinerante»

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Comentarios

2 respuestas a «Isidro García Cigüenza: «La clase de Música en la Pedagogía Itinerante»»

  1. Mª Victoria Naranjo Hiraldo

    Menuda clase de música!!! recogiendo esas cancioncillas que forman parte de la cultura popular, que nos han acompañado en los juegos y que se nos han quedado grabadas. Qué recorrido tan completo haces, terminando con la audición de Gloria. Gracias por ese trabajo tan valioso que estás haciendo con tu «Pedagogía Caminera»

  2. Isidro García Cigüenza

    Puede resultar pretencioso, Mª Victoria, que con la única ayuda de una burrita, venga yo ahora a proponer un Nuevo Edificio Pedagógico. Un edificio sin techo, paredes, puertas o ventanas… Un edificio que tiene a la Naturaleza como modelo y a la calle como maestra. Un edificio que sólo nos exige dos condiciones: que el profesorado conozca los recursos didácticos del entorno de sus alumnos, y una sociedad dispuesta a poner sus instalaciones (fábricas, talleres, comercios, instituciones…) al servicio de la formación de sus niños y jóvenes.
    Isidro.

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