Ramón Burgos: «Resucitar»

Sabios de dos de las religiones de este mundo –la católica y la ortodoxa– mantienen, entre otras, una diferencia “eterna” sobre el modo y manera de celebrar determinados acontecimientos de sus creencias: por ejemplo, si el momento más esencial es la Crucifixión o, por el contrario, la Resurrección de Jesús de Nazaret.

Esta desemejanza “perenne”, creedme, aunque con otros sentidos y fines, se está reproduciendo en nuestra sociedad actual: me refiero a las formas de resurgir que están aplicando los partidos políticos, asociaciones, gobernantes y, ¿por qué no decirlo?, hasta los ciudadanos de a pie para, según mantienen, “retomar la (nueva) normalidad”.

Quiero mantener, salvando los credos de cada cual, que las “novedades”, como los “experimentos”, es bueno que se realicen únicamente con gaseosa… Para mí, es otro el camino: ha llegado el momento de revivir, de olvidar las viejas costumbres, de lanzarse a la cruzada de la convivencia pacífica y universal, con el respeto absoluto a la libertad de conciencia.

No es necesario “descubrir la pólvora” –ya lo hicieron en la milenaria China–. No es necesario “cambiarlo todo” –lo intentaron los regímenes fascistas, con tan desastroso resultado–. Y no es necesario “sucumbir” a los cantos de las sirenas –descritos en la Odisea, y que ahora, algunos, se han empeñado en digitalizar, eliminando defectos de la grabación original–.

Fijaros –y lo sé– que no planteo una “misión” fácil, pero mi corazón palpita que es posible llevarla a cabo. Quizá –casi seguro– tan sólo sea cuestión de “reorganizarnos” y “adecuarnos” a las normas intemporales con las que nosotros mismos nos hemos dotado, amén de cumplir con aquello de que “mi libertad termina donde comienza la de mi semejante” –o “tus derechos terminan donde comienzan los míos”(Yaroslav Pino de Pino)–.

Basta, repito, con, tan sólo, resucitar… Superponiendo el convencimiento y la certidumbre a todo aquello que no es más que “agua de borrajas”, aunque “la infusión de las flores de la planta se emplee como sudorífico” (RAE).

 

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Ramón Burgos
Periodista

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