Aromas del Laurel (07): La Huerta Iberos

La toponimia es la ciencia que estudia los nombres de lugar. Trabaja sobre los nombres de los grandes accidentes geográficos como montañas o ríos, o bien sobre el origen de la denominación de los municipios, ciudades y pueblos. Pero cada vez se presta más atención a la llamada “toponimia menor”, es decir los nombres de parajes, calles, pagos y otros espacios de menor importancia, que se han usado durante siglos sin advertir su origen. Este es el caso de la ya desaparecida Huerta Iberos, así llamada, y así escrita en la documentación de los últimos siglos, aunque su verdadero nombre debió ser “Huerta de los Vivero”.

Ubicación de la Huerta Iberos. Vuelo americano de 1956-1957. Fuente: Fototeca Digital del Instituto Geográfico Nacional (CNIG)

La Huerta formaba parte de una gran unidad que las fotografías aéreas nos permiten identificar con nitidez. Una gran extensión de terreno, cercado por importantes vías de comunicación, al Sur la actual calle Mirador de la Reina, al Norte la calle Pablo Iglesias, al Este la c/ Cervantes y al Oeste la calle Laurel de la Reina, el antiguo camino o carretera hacia Granada. Entre estas vías se encerraban las Huertas del Convento de San Luis el Real, la Huerta Grande, y la Huerta Iberos. Puede tratarse de restos de viejas almunias andalusíes. Con el tiempo la Huerta sería dividida en dos zonas (hoy separadas por la calle Molino), bien diferenciadas, la del Sur se ha convertido hoy en el Recinto Ferial, mientras que la del Norte se ha urbanizado poco a poco, restando ya sólo el espacio donde se situaba el antiguo edificio principal de la huerta.

Plano parcelario de 1947, donde se aprecia la división de la huerta en dos mitades, con el camino principal de la casa hacia el Sur. Fuente: Archivo Histórico Provincial de Granada, Pl. 2 – Caj. 30-217, nº 2082

La casa principal de la Huerta se situaba al Norte de la finca, y constaba de un gran edificio con patio, en una de cuyas esquinas se ubicaba un magnífico mirador con vistas a la Vega granadina. Al edificio principal se le adosó otro cuerpo menor, ya lindando con el camino que discurría junto a la acequia gorda (la actual calle Íberos). Del edificio salía un camino en dirección Sur hacia Granada. La Huerta fue, durante siglos, un edificio emblemático por su destacada posición y sobre todo por la torre mirador, protagonista de la leyenda del “Laurel de la Reina”.

Torre y mirador de la Huerta Iberos en una fotografía de los años 90 del pasado siglo

Algunas versiones de la leyenda del Laurel, contaban que los Reyes Católicos, usaron una casa con mirador para divisar mejor Granada y la Alhambra. Así lo narra el historiador Andrés Bernáldez: “donde sus Altezas se pusieron á mirar desde una ventana una casa muy buena, donde se apearon é metieron«. Otra crónica anónima (el continuador de Pulgar) lo refiere igualmente: “La qual la Reyna se paró a mirar desde una ventana de una casa de aquella aldea”. Otras versiones cuentan que viendo el peligro, la reina se refugió en el famoso bosque de laureles, donde rezó para salvar la vida y que sus tropas obtuviesen la victoria, haciendo voto de construir un convento. Ese fue el origen del Convento de San Luis, el Real de La Zubia, construido justo enfrente del terreno de la Hurta Iberos.

Algunos viajeros románticos del siglo XIX visitaron La Zubia, para encontrar el famoso laural y conocer los hechos. Uno de ellos, el visitante inglés John Leycester Adolphus (1795- 1862), llegó al pueblo el 27 de febrero de 1856 y nos dejó registradas sus impresiones; pero sobre todo nos dejó indicación de la casa concreta usada como mirador: “la Reina Isabel llevó a las damas de su corte a contemplar la ciudad y el campamento, y fue escoltada con gran pompa y galantería a un lugar conveniente para ver el espectáculo, cerca de una casa con torretas ahora llamada Casa Bevero”. En una nota marginal John Leycester añadió nuevos datos: “El laurel se encuentra en un jardín, antiguamente propiedad del convento. La Casa Bevero es una casa grande, en la cual se dice que estuvieron alojados el Rey y la Reina. Desde los miradores (galerías exteriores de arcos) de su torre se obtiene una magnífica vista, y desde allí fue, probablemente, desde donde la familia real contempló las vistas”.

Texto de John Leycester Adolphus, en su obra Letters from Spain in 1856 and 1857 (Londres, 1858). Fuente y traducción en: La Vega de Granada: relatos de viajeros ingleses durante el siglo XIX, de Mª Antonia López Burgos

La casa, que el inglés llama Bebero, es sin duda nuestra Huerta Iberos. El edificio que visitaron los viajeros ingleses y que se mantuvo en pie hasta los años 90 del siglo pasado no databa del siglo XV, sino que debió ser construida a finales del siglo XVII o principios del XVIII. Pero pudo ser edificada sobre otro inmueble anterior, o contener elementos pretéritos, aunque ya nunca lo sabremos. Fue demolida y de ella sólo se conservan algunas fotografías y un viejo escudo. El nombre de la huerta no es más que una deformación del apellido de sus primitivos propietarios, la familia Vivero Novoa, en muchos casos escrito como Bivero Novoa, o Bibero Noboa, dadas las vacilaciones de los escribanos de la época.

Don Cristóbal de Vivero Novoa. Fuente: AHN. Inquisicion 3472, exp. 23

Se trata de una familia procedente de Valdepeñas (Jaén), que en el siglo XVII, compró tierras en Cájar y la Zubia, además de una casa principal en la capital granadina, en la parroquia de San Matías. Seguramente vinieron a la capital para ejercer los cargos de escribanos que varios miembros de la familia disfrutaron, además de otros oficios en la Inquisición, como secretarios y familiares del Santo Oficio. Además casaron con otras importantes familias por lo que su nobleza y poder fue notorio.

Genealogía de la familia Vivero Novoa. Fuente: CASEY, James. “La sociedad: la familia y los procesos de oligarquización”, en BARRIOS AGUILERA, M. y PEINADO SANTAELLA, R.G. Historia de Granada, vol. III, 2000, p. 125

Era necesario expresar este poderío mediante elementos externos. Uno de ellos fue sin duda el enorme escudo de armas, policromado, que presidía el inmueble. De gran tamaño, el escudo representaba los apellidos de la familia pero también incluía la cruz de caballeros de la orden de Calatrava que alguno de sus miembros debió ostentar, una larga inscripción en latín que aludía a los conocimientos como escribanos, e incluso el nombre de la familia en la parte inferior para que no hubiese duda al respecto.

El escudo de la familia Vivero Novoa

El escudo fue recuperado “in extremis” por el Ayuntamiento, que lo postergó durante varios años en almacenes municipales deteriorándose su pintura. El CEI Al-Zawiya a través de una subvención consiguió su rehabilitación de manos de la restauradora-conservadora de patrimonio María José Luis, que le devolvió parte de su antiguo esplendor. Realizó una limpieza química para eliminar la suciedad, eliminó los restos de mortero procedentes de la fachada donde estaba ubicada, y consolidó puntualmente algunas exfoliaciones de la piedra.

Proceso de restauración del escudo con el nombre de la misma al pie 

Hoy en día, este escudo es el único resto material de una antigua huerta famosa, no sólo por su magnífica ubicación a la entrada de La Zubia, ni por su antiguo torreón mirador, sino sobre todo por su asociación con la famosa leyenda del laurel, mito fundacional del convento franciscano de San Luis. Ahora sólo nos queda un solar, que ha sido “limpiado” recientemente sin la menor cautela arqueológica. No se descarta que en el subsuelo pueda ocultar los posibles restos de una almunia, tal y como lo refiere el polígrafo Ibn al Jatib, lo que confirmaría a La Zubia, como un lugar de retiro de la aristocracia nazarí. Sin menosprecio a las posibles actuaciones urbanísticas planteadas en la zona, es necesario que antes de intervenir en el solar, se cuente con la presencia de arqueólogos que aseguren que no se destruyan más elementos patrimoniales de nuestro pasado, como fue el edificio de la Huerta Iberos.

Estado del solar en la actualidad

AROMAS DEL LAUREL:

Un recorrido por la historia de La Zubia.

Alberto Martín Quirantes

Miembro del CEI Al-Zawiya

VER CAPÍTULOS ANTERIORES:

01 La Inquisición en La Zubia
02 Antonio Gala y los Sonetos de La Zubia
03 La Infanta de La Zubia
04 Los cementerios de La Zubia (1ª parte)
05 El órgano de la Iglesia de La Zubia
06 Los cementerios de La Zubia (2º parte)
07 La Huerta Iberos

 

Alberto Martín Quirantes

Ver todos los artículos de

IDEAL En Clase

© CMA Comunicación. Responsable Legal: Corporación de Medios de Andalucía S.A.. C.I.F.: A78865458. Dirección: C/ Huelva 2, Polígono de ASEGRA 18210 Peligros (Granada). Contacto: idealdigital@ideal.es . Tlf: +34 958 809 809. Datos Registrales: Registro Mercantil de Granada, folio 117, tomo 304 general, libro 204, sección 3ª sociedades, inscripción 4