Gregorio Martín García: «Los chilancos. Lugar de baño y relax, I»

Hablando, alguien me decía casi burlonamente: ¿De dónde habéis sacado esa palabra? ¿En qué diccionario y de qué lengua es? Pues del español, pero con mínima variación gramatical. “Chilancos” les decimos allá y en el diccionario de la lengua española, Cilancos les viene a llamar. Qué más da, los dos significan igual y la Real Academia Española viene a decir que son: “Charcos que deja un río en la orilla al retirar sus aguas, o en el fondo cuando se ha secado”.

Porque también habla de Chilangos pero esto es bien distinto, esto nada tiene que ver ya que el adjetivo es de México.  Natural del Distrito Federal en México.

Chilanco le llamamos y así le llamaremos a esos charcos, más o menos grandes del río Moro a su paso por Benalúa de las Villas y que en los años 50 y 60 del pasado siglo, eran remanso de paz, relax y juegos de los jóvenes del pueblo.

Todo chilanco que se precie de serlo había de cumplir unos requisitos y contar con unas estructuras y unos “servicios” mínimos que fueran del gusto de los que allí se reunían todos los días del verano.

Su extensión a lo largo y ancho suficiente había de ser, con arboleda a sus lados que le diera cierto aire de intimidad, pero sin robarle el sol. Su medida en profundidad de las aguas había de ser irregular, a saber: Altura rodillera, otra que a la cintura llega y como máxima la tercera hasta los hombros era. A esto se le consideraba profundidad de seguridad.

Otra cosa bien distinta y cosa aparte, era el “gollizno” era el punto de respeto, el más profundo del chilanco y a donde solo se atrevían los más avezados.

“Gollizno” seguramente copiado y mal derivado de gollizo, pero como la anterior de chilanco esta es de nuestro diccionario y no dejaremos de nombrar gollizno y con respeto, por el ser ese punto más profundo y temido de todos.

Si la charca o chilanco tenía una buena mimbre con una de sus ramas en horizontal y a unos dos metros del agua, era trampolín perfecto y desde el que se ejercitaban y lucían los más diestros.

Lugar desde el que más barrigazos se daban en todo el remanso de agua y desde el que algunos salían, tras exhibición fracasada, con la tripa a dos manos “cogia” picando y doliendo ella por el mal trato dado desde la mimbre llorona desde la que ha dado el salto.

El chilanco en sí, ya lo tenemos descrito, faltan los alrededores y de ellos diremos que varios departamentos había que tener para que la charca fuera de buena categoría.

Como muy importante era el “revolcaero”, imprescindible este. Era el punto de relax, era como la sauna del complejo, era como el lugar donde Roma y sus patricios discuten y hablaban de política.

En definitiva, era un punto donde en tierra te revolcabas, como pez enharinado te ponías y así esperabas hasta el próximo baño, o “carta”.

Poza de baño en rio

Era ésta, las veces que durante el tiempo que estabas dentro del agua te estabas bañando. Dícese de “carta” en Benalúa de las Villas: Es la acción de entrar en el agua, nadar un rato al libre albedrío, salir del agua y con ello has completado una “carta”.

Ejemplo:  -” Hoy me “jartao” de “bañame” me “dao” siete “cartas”. Entre carta y carta había revolcaero y en él se charlaba se discutía y contaban aventuras acaecidas durante los días de estío.

Si el vientre tras avisar con un escape de gas, en alerta nos ponía, habíamos de pasar al lugar apropiado para hacer dicha necesidad. No había letreros ni directorio alguno, pero todos bien sabíamos donde se encontraba el “Cagaero”.

Como pueden comprobar “Un Chilanco” en nuestro pueblo, en aquellos años que narro, era cosa muy sería, todos habían de tener sus partes y servicios bien ubicados y en perfecto orden de uso, para los señores que en el río pasaban el día al completo desde la mañana a la tarde por lo que en “andarríos” nos convertimos en los meses de verano disfrutando nuestro río, sus riberas y meandros, sus presas, puentes y chilancos su bosque de ribera y los variados cantos de pájaros que los pueblan con mil trinos al aire lanzados, entre los que se oye la oropéndola, el ruiseñor, la abubilla y alcaudón.

Tortuga de rio

Ves a la tortuga, a la culebra de agua, el pato, la gallineta y los mil pececillos que llenan las charcas y cuando se tercia cazas unos cangrejos. Los que saben hacerlo. Había muchos y muy buenos… cazadores y cangrejos.

Mirando desde este ángulo en que vivimos ahora no se puede concebir que en chilancos “tan bien equipados” y en el estatus social de ellos, no se solía practicar ni desgastar fibra textil alguna. El bañador era un engorro y para qué usarlo, era mejor ir vestido de calle sin nada que las manos te ocupen llegar al borde del agua… ¡fuera camisa, fuera pantalones! y sin más introducirnos en el agua fría del río.

Si, éramos nudistas y de tan natural manera lo hacíamos que esa era la costumbre para nosotros tan natural como el ambiente que disfrutamos en el río.

Continuará:/…

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Gregorio Martín  García

Inspector jubilado de la Policía Local de Granada y

Autor del libro ‘El amanecer con humo’

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Comentarios

2 respuestas a «Gregorio Martín García: «Los chilancos. Lugar de baño y relax, I»»

  1. Francisco Avila

    Chilancos, tal como suena no la recoge la real academia española ,pero en nuestro hablar era muy usual las piscinas naturales formadas en él río moro qué en verano llevava abundante agua, no había bañador un pantalón corto o los calzoncillos eran suficientes para un buen remojon, teníamos mucha preocupación con él fango de los chilancos eran muy peligrosos ,con las sequías de hoy ya es tiempos pasados

    1. Gregorio Martin Garcia

      Así fue y así era Paco, todo natural como la vida misma y así lo pasábamos «pipa» todo el día jugando en el rio dándonos baños o buscando nidos…que empleo mas bonito teníamos el de «andarríos»

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