D. Francisco de Madrid no pudo traer el título de Teleclub Comarcal, la burocracia lo impidió. Lo mandaría una vez documentado y con los sellos y firmas de rigor.
Mati y Juan, nuestros dos enamorados, aunque novios aún no eran, pero se seguían con sus miradas y Juan siempre buscaba donde se encontraría Mati. Un día presentó a la Junta del Teleclub una petición rogando que, por cuestiones personales, le cambiaran de grupo de trabajo, le llevaron desde el de Estructuras y montajes al de Relaciones externas protocolo y anfitriones. No le preguntaron el por qué…para qué, si todos sabían que en este grupo estaba Mati y a él quería Juan pertenecer. ¡Y le dijeron que sí! Claro, el amor se cuidaba en este club, también.
Solo aterrizar Juan en el nuevo grupo trató acercarse más a la mujer que quería, a las reuniones de grupo llegaba pronto, solo para intentar coger asiento junto a Mati…y lo consiguió, aquella tarde de viernes en asientos contiguos estaban, él la miraba, ella sabía que así era y por ello trataba de ser muy amable y agradable en sus formas, en definitiva, quería no mostrar nervios, pero sí empatía. Aquel hombre del que sabía que su corazón latía por ella desde hacía tiempo y hoy, ahora, allí le tenía junto a su vera. La opinión que de Juan ella tenía, era algo ambigua, solo le conocía de verlo por el pueblo o en reuniones juveniles. Era guapo y buen porte tenía.
Foto: 8
Juan rompió el silencio: -Hola Mati, ¡qué guapa estás! (entonces el feminismo y machismo no existía, decir un cortés y bonito piropo a una chica, se agradece.)
-Hola, contestó ella.
El encargado de grupo al verlos más juntos que los demás les indicó que ambos se encargaran de recuento y comprobación de la lista de invitados.
– ¡Ya está, lo que yo quería! se dijo para sí Juan. El primer e importante paso lo acababa de dar. Las gestiones de invitados, su registro y control, avanzó y sirvió de lazo de unión entre los dos que disfrutaban también del trabajo de su cercanía y de la buena armonía que allí se vivía.
Una mañana que temprano era, cuando salía del pueblo, veo en la carretera hacia el centro del pueblo, saliendo del Molino de los Huérfanos a un grupo de jóvenes empujando un gran bidón con ruedas, que se usaba para transportar agua. Los que le empujaban eran del grupo de trabajo de suministros y material. Al ser preguntados responden muy alegres y ufanos, como si pieza importante hubieran cazado: Es el bidón de los huérfanos, lo vamos a preparar para engancharlo a un tractor y los días de la fiesta regar todo el pueblo… Excelente idea. Muy bien así lo haremos y nuestro pueblo amanecerá recién regado y fresco para alivio y contento de los festeros de pueblo y de fuera.
Todo preparado. Los distintos grupos se dieron cuenta de ello en la reunión habida antes de coger fechas exactas para nuestro gran evento.
Era primero de febrero, final de los años sesenta del pasado siglo, el evento festivo/cultural había de ser ese año y a ser posible en primavera. Se aceptó como más idóneo la primera quincena de mayo por el tiempo, por la bonita estación y el precioso mes de mayo. Puerta de entrada a los días alegres del año.
Hubo discusión. ¿Cuál sería la semana de aquel evento cultural? Fue quizá el momento de más enfrentamiento verbal, de más dudas e incertidumbres, pero al final se impuso la segunda semana, desde el lunes 5 al domingo 11.
Se dio un ¡Hurra! por el acuerdo y quedó escrito para siempre que la primera “Fiesta de la Juventud de Benalúa de las villas” se celebraría en la segunda semana de mayo del año ¿1968? del (s.) Es extraño y cierto no parece que, no haya encontrado a nadie que con certeza recuerde el año, ¡desilusionante!
Fijada las fechas, otra vez los nervios afloraron, algo más de tres meses faltaban y más faltaba aún para terminar la preparación. Nos pusimos a trabajar.
Toda una amplia Semana Cultural procedería a la gran fiesta en la tarde noche final del sábado, 10, hasta altas horas de la madrugada del domingo 11, que terminaríamos con algo sorpresivo que nunca habíamos visto por estas tierras. La “traca” final de fiestas sería sonada, no, no por sus crujidos, sí, quizá por su espectacularidad y originalidad en estos lares de Benalúa de las Villas y sus contornos.
Los grupos de trabajo lo tenían todo a punto. En verdad que había trabajo y bien, ahora el que más trabajo tenía era el de protocolo de invitados, a estos sí que les quedaba trabajo. Sus numerosos contactos, llamadas y visitas, les hacía ocupar mucho de su tiempo. Lo más complicado, la adjudicación de día y hora para la representación o exposición de cada grupo de cada pueblo. “Casar” a estos, considerando sus horas de trabajo ocupacional, sus intereses y sus tiempos, era extremadamente complicado, un puzle parecía su encaje.
Mati y Juan se entregaban a tope, prácticamente eran ellos los que alentaban a su grupo, un sin fin de viajes a pueblos vecinos hubieron de hacer. En alguno de estos acompañados de otros socios iban Mati y Juan. A Juan se le notaba una gran satisfacción estos viajes con Mati, esta no lo exteriorizaba, pero era una gran jornada viajar con Juan y trabajar juntos casi todo el día. Mati se sentía más cercana a Juan y se dejaba de esta manera estar, se notaba mimada, protegida y en ella crecía aquel amor que de Juan nacía y arraigando en ella, ya sentía por él no solo admiración sino algo más que ella aun no creía que fuera amor.
Las fechas acechaban y se acercaban raudas los primeros días de abril y todo preparado, las actuaciones de invitados casi todas adjudicadas. Ahora todos los días se recibe algún pedido o se efectuaban nuevos, todos necesarios útiles para la fiesta juvenil que se acercaba.
Era costumbre en los Montes Orientales de Granada y en casi todos sus pueblos, que con motivo de la celebración de festejos, días antes se dispararon fuegos artificiales, Así se hacía desde hacía unos días en Benalúa de las Villas, a las doce en punto y desde la puerta de la iglesia, en las fiestas patronales se hacía desde la puerta del ayuntamiento, alguien con una docena de cohetes alteraba el pueblo y a los pobres perros los ponía a ladrar cual coro que cantaba el Réquiems. Los chavales, vociferaban y todo el mundo se alegraba de lo poco que faltaba para la fiesta. Los tres últimos días de víspera las campanas al vuelo se entremezclaban con el crujir de cohetes, revoloteo de palomas de tejados cercanos y los gañanes y peones en el campo unos segundos paraban a hacerse partícipes de la alegría que imprimía aquellos momentos en que les recordaban la cercanía del evento.
A última hora de los días de vísperas a dos socios de la Junta Directiva se les ocurrió hacer y exponer unas carocas en las calles del pueblo, emulando aquellas que en la capital se exponen en días de Corpus. Tuvieron un gran éxito, una de ellas rezaba:
“Entre secretarios y alguaciles
y gente del mal vivir
nos tienen el ayuntamiento
que se va a hundir”
A cada una de ellas le acompañaba el correspondiente dibujo en alusión al texto en ella escrito.
Continuará:/…
Ver más artículos de
Inspector jubilado de la Policía Local de Granada y
Autor del libro ‘El amanecer con humo’
Comentarios
Una respuesta a «Gregorio Martín García: «Teleclub de Benalúa de las Villas: La fiesta de la juventud y su Toro Chispas, 3/7»»
Como colofón a esta narración que no por corta deja de contar él nacimiento de la fiesta de la juventud qué fue él principio de una forma distinta de un sus vecinos sin distinción de edades y estatus y como no en cada historia no puede faltar él amor nos a sentirnos actores principales bueno como todo lo que escribes sirva para desear a todos los que te seguimos una feliz navidad llena de amor felicidad y paz.