I. El DISCURSO SOBRE LA SERVIDUMBRE VOLUNTARIA
El Discurso sobre la servidumbre voluntaria (1) de La Boétie (1530-1563) es uno de los grandes textos no ya raros u olvidados de la literatura política occidental, sino más bien ocultados por la tradición teórico-política dominante a lo largo de casi toda la modernidad. Casi desde su aparición, en los umbrales de la segunda mitad del siglo XVI, ha sido injustamente relegado y obliterado en la literatura académica convencional y por ello mismo todavía casi por descubrir, pese a los (circa) cinco siglos que nos separan de él. Pierre Clastres y Claude Lefort, dos ilustres pensadores políticos franceses, al final de la década de los setenta del pasado siglo trataron, con éxito, de rescatarlo del olvido, con una edición actualizada del mismo y con un enjundioso ensayo La Boétie y la cuestión de lo político, editado en Payot (París, 1976).
Con su ensayo ambos trataron de demostrar que el Discurso de La Boétie, lejos de ser un simple panfleto, era una obra en la que su joven autor se anticipaba nada menos que en cuatro siglos a la corriente de pensamiento político denominada “crítica de la dominación política” (2). Descubrir a La Boétie y su Discours de la servitude volontaire ou Le Contr’Un, era, pues, intentar desvelar qué urde y encubre en realidad el aparato de la política y cuestionar aquellas verdades ideológicas que, desde hace más de un siglo, vienen afianzándose en el mundo como “proyecto de libertad”. Las dos preguntas cruciales a la que trata de responder el Discurso es ¿por qué los hombres luchan por su servidumbre como si se tratara de su propia salvación? Y ¿por qué preferimos servir a cualquier poder —amo, tirano, déspota, dictador, caudillo, mesías, el Partido, Estado-Partido etc.— a ser responsables y libres?
Escrito en latín en 1548 o 1549, cuando su autor era estudiante en Orleans y apenas contaba 17 o 18 años; traducido al francés antiguo por su íntimo amigo Michel de Montaigne, y publicado en 1576 en Ginebra por el hugonote Samuel Goulard dentro de las “Memorias del estado de Francia en el reinado de Carlos IX” —una selección de escritos calvinistas antimonárquicos—, el Discurso se convertirá muy pronto en punto de referencia obligado para los distintos movimientos de contestación política que se sucedieron en Francia y Europa a lo largo de los siglos XVI a XVII, llegando su influencia hasta el siglo XIX. Los movimientos monarcómacos de oposición calvinista frente a la Monarquía católica francesa y también los de oposición católica a Enrique IV de Borbón (3); los revolucionarios franceses del XVIII, Marat y el círculo de Babeuf, y el anarquismo revolucionario de Gustav Landauer en el XIX, son citados por los entendidos como receptores de su legado político.
La obra de La Boétie es una fulminante requisitoria contra el despotismo político, de apenas una veintena de páginas, en la que, apoyado en una erudición clásica habitual en la literatura política de su época y con numerosos ejemplos sacados de la Antigüedad, como hizo también Maquiavelo, critica y denuncia la situación política de su tiempo. Constituye, sin duda, uno de los alegatos políticos en defensa del individuo y de sus derechos naturales y contra el absolutismo político más contundentes y desconocidos de la ciencia política moderna. Nacido en Sarlat, pequeña población cercana a Burdeos, Étienne de La Boétie (1530-1563) estudia derecho en la Universidad de Orleans, fue poeta y humanista de raíces estoicas, jurista y consejero del Parlamento de Burdeos, traductor de los clásicos griegos y, como decíamos antes, amigo de Michel de Montaigne, gran pensador francés de la época y alcalde de Burdeos, quien además de traducir su Discours al francés, incluir 29 de sus sonetos en sus famosos Essay (I, XXIX), y publicar el resto de sus escritos en 1571, mandó erigir un monumento de mármol en memoria de su amigo, fallecido muy tempranamente, en 1563, a los 33 años en Germignan. Fustigador ardiente de la tiranía (encarnada por El Príncipe de Maquiavelo) y defensor acérrimo de la “libertad natural”, puede ser considerado para algunos como un anarquista avant la lettre, para otros como un precursor de las teorías del Pacto y de la democracia liberal.
Michel Onfray, uno de los más reputados filósofos franceses de la actualidad, ha señalado recientemente (4) con aguda lucidez las similitudes y contrastes entre El Príncipe (1532) la obra del florentino y el Discurso de la servidumbre voluntaria (1548) el ensayo del pensador francés. Entre sus coincidencias (5) destaca la presencia en ambos de una antropología enteramente laica, pese a ser católicos los dos (aunque no confesos), que tiñe sus concepciones políticas y de la política de un evidente inmanentismo secularizador, en el que el Dios de la tradición judeocristiana prácticamente ha desaparecido y en las que tanto la religión como la moral cristiana no cuentan ya para nada en el ámbito de la teoría y de la praxis política. En el mundo de la política “sólo hay hombres entre los hombres” (6).
Las discrepancias también son evidentes: “Si Maquiavelo ofrece un manual acerca del fuerte poder otorgado al príncipe a fin de establecer firmemente una república en la que el pueblo sea bien conducido, la Boétie, por su parte, le regala al pueblo un librito que contiene una carga política terrible capaz de hacer saltar en pedazos el poder del príncipe. El florentino aporta los medios para construir al hombre fuerte, el francés ofrece los medios para deconstruirlo”. Según Michel Onfray mientras que el autor de El Príncipe suministra un vademécum del poder autoritario, supuestamente por el bien (romano) del pueblo, el autor del Discurso nos proporciona, por el contrario, “un manual del poder contra el poder autoritario, en otras palabras, del contrapoder. Con uno, se hacen los reyes y los hombres fuertes; con el otro, se los deshace” (7). Con estos dos textos, viene a concluir, la ciencia política moderna tiene a su disposición en uno y otro caso dos lógicas políticas antitéticas.
Su Discurso se abre con una frase de Ulises ––personaje de la Ilíada de Homero—, dirigida a los príncipes y caudillos militares aqueos que se encuentran desalentados y desunidos, en la que viene a decir: “No es bueno tener muchos jefes; que uno, sin más, sea el Amo, que uno solo sea el Rey”. Todo el posterior desarrollo de su argumentación gira alrededor de este verso homérico, y no sólo para combatirlo o rechazarlo, sino para tratar de explicar lo extraño que resulta que semejante propuesta de Ulises sea aceptada de inmediato por todos como algo lógico y hasta “secretamente deseado”. El joven jurista francés se asombra, a lo largo de su obra, del dominio del Uno, del Tirano, del Amo sobre el pueblo y la sociedad enteros, así como del hecho de que muchos se plieguen a una sola Voluntad omnímoda, extraña a ellos mismos, y dimitan, por consiguiente, de su libertad natural para obedecerla. Pero lo que más le irrita, como veremos, es que dicha sumisión y obediencia no sea solo algo impuesto coactivamente desde el exterior, sino que sea voluntariamente aceptada y acatada por todos los hombres.
BIBLIOGRAFIA Y NOTAS
1) Étienne de la Boétie, El Discurso de la servidumbre voluntaria, trad. de Toni Vicens, Tusquets Editores, Barcelona, 1980. Se incluye en el volumen el ensayo de Pierre Clastres y Claude Lefort, La Boétie y la cuestión de lo político. En adelante citamos con las siglas DSV más número de página.
2) ibid.
3) Este rey, converso al catolicismo desde el calvinismo, promulgará el Edicto de Nantes en 1598, por el que se concedía libertad de culto a los calvinistas franceses, sus antiguos correligionarios.
4) Michel Onfray, Decadencia. Vida y muerte de Occidente, trad. esp. De Alcira Bixio, Paidós, Barcelona, 2018.
5) ibid., pp 348 y 351.
6) ibid., p. 351.
7) ibid., pp. 350-351.
Ver más artículos de
Catedrático de Filosofía
y las Reflexiones…. anteriores