Gregorio Martín García: «Benalúa de las Villas y su viejo cine, 1/3»

Había una inusitada expectación, aquella noche se daba en el cine… un peliculón, se titulaba: “El derecho de nacer”.  Un drama de 1952, mejicana, dirigida por Zacarías Gómez Urquiza, con Jorge Mistral y Gloria Marín de protagonistas.
¿De qué iba esta película? Os cuento que en La Habana, a principios de siglo, María Elena (Gloria Marín) es seducida por un hombre que la deja embarazada y la abandona. Los padres de la joven no desean que su nombre se vea manchado con la deshonra de su hija, así que la envían a una alejada hacienda.

Con esta buena película los precios se vieron alterados, ya que la gerencia del cine: El Sr. Pepe García y Rogelio Afán de Rivera, alias “El Talaor”, acordaron, por unanimidad subir la papeleta de entrada de doce reales a veinte, o sea de tres pesetas a un duro-cinco pesetas-(0,0299 €) ¡Una auténtica barbaridad!… decía todo el pueblo ante tal subida:

-Pero si vale medio jornal ir a ver la película… ¡Que no!, que yo no voy. Se oía por doquier.

La cosa fue, que el cine se llenó, y aún hubieron de poner algunas sillas de anea por parte de los pasillos, pues era tal el número de espectadores que aquella película querían ver.  Vinieron de pueblos limítrofes, de cortijadas y haciendas, aquella noche en Benalúa de las Villas no cabía un alma.

Fue algo larga la función, una hora cincuenta y cinco minutos duraba el pase de la cinta, con tres partes o rollos por lo que los dos descansos alargaba considerablemente el tiempo. Que era aprovechado por Manolo Caracuel para sus rifas.

Dos perras chicas (10 cent.) una papeleta. Cuatro reales (una peseta, 100 cent.) diez papeletas. Vendidas éstas, se barajaba, alguien cortaba y aquel al que saliera su papeleta Caracuel le daba un gran cartucho de caramelos y, vamos a otra.

Ajustando las cuentas del lotero a más de una peseta salía la ganancia de cada corte de baraja. Hacía un considerable número de rifas. Total, que Manolo Caracuel sacaba de aquel su negocio, más que de los jornales que pudiera dar en el campo.

Y esta noche tan especial hizo mayor caja, el negocio se vio incrementado significativamente, por algo extraño, muy especial y significativo que ocurrió y que no se da más que en cines tan coquetos y tan de pueblo como el de la categoría del nuestro.

 

Atiendan ustedes que les diré que particular y especial era nuestro cine:

Alfonso el conductor de la Alsina tenía en Granada una particular amistad con el operador del cine Isabel La Católica, ello era motivo para que en la sala de Benalúa de las Villas, se proyectaran muy buenas películas… tan buenas que eran las mismas del afamado cine granadino antes citado.

El peculiar Alfonso, no sé a base de que trapicheos y por una ridícula cantidad, el operador del cine amigo suyo, “bajo cuerda” le “prestaba” la película cuando ya la habían proyectado en el Isabel La Católica. Por una sola noche, teniendo que devolverla a la Compañía Cinematográfica al día siguiente de su pase en Granada. Por ello, al venir la Alsina aquella noche, traía la película, era proyectada en el pueblo y a la mañana siguiente el señor Alfonso, muy diligente, devolvía la cinta a su operador amigo que la hacía llegar a la productora sin más rémora de tiempo.

Teatro Isabel la Católica

Todo pensado, cuadrado y así efectuado con un tanto de ingenio, por un módico precio que se “guardaba” el operador de Granada para su bolsillo. Era así como en el pueblo disfrutamos de muy buenas películas, casi todas ellas y por este sistema logradas, que, eran anunciadas por un extraordinario sistema.

Pero hete aquí que la historia de la renombrada película: “El Derecho de Nacer” que en aquellas fechas proyectaron en nuestra villa y pueblo, y que ocasionó revuelo de opiniones, alza de precios y cine lleno. No había terminado aún.

Como quiera que la cinta era una película especial, el “gancho” de Granada en esta ocasión cobró más “mordisco” a Alfonso que se vio obligado a doblarle el bocado al infiel operador.

Ello no amilanó al conductor de nuestra Alsina que tenía corridas de todas clases en su larga vida. En una vieja moto que tenía un mozo del pueblo y que enormemente lamento no recordar su nombre. Montaron ambos y a Colomera marcharon. Se pusieron en contacto con el dueño del cine del pueblo vecino para que le pasara una ayuda para el pago del “traspaso y prestación” de la cinta y proyectarían la misma película, casi al mismo tiempo, en Benalúa y Colomera y así cumplir con los tiempos estipulados. ¿Qué se trae nuestro amigo Alfonso con aquello de proyectar la película en los dos pueblos y casi al mismo tiempo?…

Qué ¿Cómo hicieron el apaño?… Pues con “mañas, trampeos de pillos y ratones colorados”.

La película constaba de tres partes o rollos. Comenzó Colomera proyectando el primero, mientras que en Benalúa se hacía la entrada. La moto de aquel mozo del pueblo sirvió de enlace. Terminada la primera parte en Colomera, la llevó a Benalúa y regresó con la segunda. Terminada la segunda en Colomera el de la moto la llevó a Benalúa y transportó la tercera de vuelta a Colomera. Que al terminar ésta la regresó a Benalúa.

La estación de la Alsina Graells en el Camino de Ronda entró en funcionamiento el 4 de mayo de 1964

Y así se vio en los dos pueblos la película con esa táctica, con ese ingenio propio de hombres de aquellos tiempos, de aquellos pueblos que sí, eran algo analfabetos, pero no tontos. La necesidad agudiza la mente y despierta el ingenio.

Las tres partes de la película quedaron en el pueblo preparadas para a la mañana siguiente entregarlas en Granada y gestionar la siguiente cinta a proyectar.

¿A quién se le habría ocurrido semejante “negocio y triquiñuela”? ¡Alucinante! Solo la avispada gente del pueblo.

Al otro día no se hablaba de otra cosa en Benalúa. La verdad que una mayoría decía no haberles gustado nada la película, ellos esperaban una de tiros. Había otros que si decían haberla disfrutado y también los había que sin haberse enterado de qué iba, ellos decían que, estuvo muy bien por aquello de parecer erudito y de lo que no entendía ni un pito.

Fotograma de la película ‘Cinema Paradiso’

La verdad de todo es, que Benalúa, la de las Villas, tenía un cine, y un cine muy peculiar. Adoptó sus formas y maneras características, con distinta forma de funcionar y también era especial su patio particular, me refiero en este caso al patio de “butacas” ya que en tal forma estaban construidas y colocadas que las delanteras no tapaban nada a las de atrás.

Solución resuelta por una propuesta que le expuso el carpintero. Sencilla y no compleja, así como no vista en parecidas circunstancias en ningún otro cine, fuera de ciudad o pueblo.

Se dispuso que los primeros bancos fueran más bajos que los siguientes, estos con sus características serían ocupados por los niños. Seguían los bancos in crescendo, según se avanzaba hacia atrás en la sala, la bancada era más alta de forma tal que ningún banco delantero molestaba la visión a ningún trasero. En verdad que los últimos bancos eran enormemente altos, pero en tal forma y manera se consiguió “Un patio de butacas” pueblerino, original y algo bestia, pero conseguía el fin para lo que así fueron hechos.

Fin de la primera parte….

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Gregorio Martín  García

Inspector jubilado de la Policía Local de Granada y

Autor del libro ‘El amanecer con humo’

 

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