Nos complace presentarles a ustedes al inigualable, al inimitable, al extraordinario artista granadino, Alejandro Corral.
Os hemos traído a un hombre de circo. De los de antes. Un nómada. Uno de esos personajes que bien podrían haber aparecido en Viaje a ninguna parte de Fernando Fernán Gómez en la que narraba las peripecias de un grupo de cómicos en una España anterior.
Nuestro personaje de hoy comenzó así. Una vez terminada una licenciatura universitaria, formó parte de un grupo ambulante junto a un mago, un payaso, una pareja de acróbatas y él… el titiritero.
Tenemos mucho trabajo por delante porque Alejandro que comenzó como personaje de circo (iconografía que se repite en su obra pictórica) es hiperactivo. Él es como el protagonista de la canción de… cuando tú vas, yo vengo de allí… pero multiplicado por diez. Mientras nosotros estamos aún degustando su última exposición Palabras pintadas en Arrabal y Cía – una serie de ilustraciones digitales repleta de esas figuras ingenuas, coloristas, que nos ayudan a sobrevivir a la realidad cotidiana con dulzura-, a él le ha dado tiempo de hacer una serie de animaciones para promover la lectura presentándonos un personaje, una obra de la literatura universal, una frase y una imagen – hasta completar 52, a razón de una por semana- , a montar una serie de videos sobre la historia de los títeres, ha participado en diversos proyectos europeos viajando a Turquía, Italia, Dinamarca, Rumanía o Letonia para aportar sus experiencias sobre diversos aspectos de la expresión y la creatividad en relación con el mundo de la educación (no en vano ejerció como profesor de F.P durante 21 años).
Como ha tardado en aceptar este retrato nos ha dado tiempo de buscar informes sobre él. Hemos encontrado su descripción en un suplemento que el Ideal dedicaba en los 90 a ARTES y LETRAS… este hombrachón de ojos de niño enmarcados de cejas espesas y bigote antiguo, tiene una risa fácil y una disposición espontánea al juego, como actitud vital que despoja de derrotismo el continuo trajinar diario…y nos ha gustado. Desde entonces ha perdido parte de su tupé pero mantiene intactos esa mirada curiosa, siempre esperando a que pase algo, esa voz profunda para contarlo.
Hemos aprovechado que está en Granada para que nos presente a sus amigos. Dragones, pájaros, lobos feroces, brujas pirujas y de las otras, princesas, filomenas, trolls, monsters, duendes, hadas, damas… y también, a todos sus fantasmas, esos personajes deformes, monstruosos, grotescos de los que se siente tan orgulloso. Porque él no esconde sus pesadillas, las exhibe orgullosos, por si alguien pudiera encontrar alguna metáfora a modo de tabla de salvación. Títeres de mesa, de guante, de varilla, marionetas de hilo…. un maravilloso viaje al mundo del títere
Pero es hora de centrarnos en el Alejandro creador de criaturas.
Tiene algo de catártico esta serie de retratos sobre granadinos ilustres. El retratado, que de entrada se niega, no tiene más remedio que acabar abriendo su corazón y su álbum de fotos. Y nosotros las hemos cogido y esparcido sobre la mesa con el propósito de conocer mejor la obra de este artista.
La feria
Esta es la instantánea más antigua. Es en blanco y negro. El niño Alejandro asistiendo entusiasmado a las fiestas del Corpus. En una plaza de Bibarrambla engalanada de fervor religioso y festivo, actuaba cada año el titiritero Juan Antonio Díaz Gómez de la Serna, padre del Retablo de Maese Villarejo. Allí, Alejandro embobado, conoció no solo a Garabato o a Gorgorito, que cogió una estaca para enfrentarse a la bruja Ciriaca, sino también las grandes épicas universales que el maestro titiritero adaptó como teatro de títeres.
Y como quiera que sus Majestades los Reyes Magos tuvieran dificultad para encontrar el esqueleto humano completo que él pidió, no le quedó otra opción que comenzar a fabricarlo.
Ese niño se convirtió en productor de sus primeros teatrillos infantiles en el camping de la playa o de las Alpujarras donde veraneaba la familia.
Había nacido el artista y uno de sus temas recurrentes. La feria. Pero reconvertida en feria de vanidades. Señoras de escotes voluptuosos, señoritos remilgados…
Pasen y vean
Lo grotesco
En esta segunda imagen, un pequeño grupo de amigos esperan en la entrada del Cine-club universitario en la Facultad de Ciencias. La foto conserva el sello de Insausti, la tienda-taller junto al Mercado de san Agustín, donde llevábamos a revelar todos nuestros carretes de los de antes.
Alejandro joven, que gasta un gran sentido del humor, ese día luce semblante serio. Es solo una pose. El sabe de todas las estrategias para cautivar al auditorio. Les cuenta que tiene un nuevo trofeo. Ha encontrado una mandíbula humana perfectamente conservada para usar en sus criaturas. Los que le conocen de antiguo saben de lo que va. Los recién llegados no dejan de escandalizarse con la ocurrencia.
Alejandro ha terminado la licenciatura de Derecho. Tras su experiencia en solitario con la compañía ambulante de variedades, crea con Mari Ángeles Peñalver y Antonio Mira Parra, la compañía de títeres para niños “Luna de papel”. Con ella recorre, contratados por las comisiones de fiestas, ayuntamientos y alguna que otra diputación, una notable cantidad de localidades en un tiempo, primeros años de los 80, en el que no había muchos grupos de este tipo. Son titiriteros ambulantes de pueblo en pueblo.
Fijos en muchas fiestas patronales, como los turroneros y las tómbolas.
Completa su formación en la Escuela Municipal de Expresión de Barcelona y otros cursos específicos. Y entonces es él, el que comienza a impartir talleres de teatro y de títeres. Son años de pertenencia al llamado Taller de Actores Granadinos, un grupo muy activo en aquellos años.
Cuando desaparece el grupo “Luna de papel”, nacen sus títeres para adultos,
Sus creaciones se tornan terroríficas. Para eso quiero la mandíbula. El es un escultor despiadado. Modela con látex, goma espuma, silicona. Los viste de forma desaliñada, llena sus cabezas con pelo natural. Y si falta algo, siempre puede añadirle una verruga o una deformidad en alguna extremidad.
Cuesta definir sus creaciones. Y las exhibe sin recato en la recién creada galería de arte de Jesús Puerto.
Alejandro actor, crea personajes para interactuar con ellos. Todos tienen una historia. De imaginación desbordante, entabla diálogos con ellos. Los actores de carne y hueso no pueden mostrar la fealdad, el dolor, la angustia como lo hacen estas esculturas, que toman vida en sus manos.
Estrena la obra “Antropofobias en el marco del Festival Internacional de títeres de Tolosa, Guipúzcoa (en cuyo Museo podremos encontrar alguna de sus creaciones) y que representa también en el mítico Planta Baja de la calle Obispo Hurtado dentro del Festival Internacional de Teatro de Granada.
El laberinto
Esta es la tercera de nuestras fotos. La que nos sirve para hablar de la relación de Alejandro con los personajes que creara Federico para siete de sus obras. Doña Rosita la soltera, Mariana Pineda, La casa de Bernarda Alba, La zapatera prodigiosa, Bodas de sangre, Yerma y El Amor de Don Perlimplín con Belisa en su Jardín.
Para ello monta estampas estáticas con personajes secundarios. Modela más de 70 figuras. Y juega con el tamaño. Algunas de tamaño natural, otras de hasta tres metros de altura. Los persones principales, como el de Yerma, pequeña y con los brazos vacíos. De La casa de Bernarda Alba, un grupo de viejas, para mostrar el dramatismo mientras que, de doña Rosita la soltera, muestra unas beatas y un cura con un toque irónico y colorista.
Estas “Criaturas lorquianas” viajan en forma de exposición por toda España, estando además presentes en prestigiosos Festivales de Títeres. Para Alejandro, las figuras lorquianas están atrapadas en un laberinto y diseña un recorrido envolvente activando los sentidos del oído, del olfato. Tienen algo de Teatro de sombras.
Resulta curioso, no se siente heredero de la tradición del títere en Granada y, sin embargo, recrea, reinventa como nadie la dramaturgia de Lorca. Hoy, una importante colección de sus figuras, forman parte del Museo de Títeres de Berlín.
Alejandro Corral se hizo más sedentario pero como artista y como hombre comprometido con la educación y con la cultura, siguió creciendo. Y si no, consulten sus huellas como gestor cultural en el Ayuntamiento de Armilla, donde ha trabajado 23 años.
Este retrato comenzó con la figura de un niño que se enamoró de técnicas centenarias. Y ha continuado con un hombre que se ha valido de todos los recursos de la era digital para hacer de la creación artística el mejor antídoto contra la soledad, contra la discriminación, contra la desigualdad. No hemos encontrado fotos de la Lisístrata que llevó al Teatro Isabel la Católica el grupo teatral del Centro de Educación Adultos de Armilla o de las Preciosas Ridículas que visitaron el Teatro Alhambra, pero imaginen el atrezzo. Maravilloso.
Aquí, las obras de Alejandro, hijo de José Corral Maurell y de Teresa Sánchez Sanjuan, se encuentran en el desván. En el altillo en el que la ciudad de Granada guarda o esconde todo lo que no quiere que salga a la luz o no sabe dónde colocar. Es ahí, en la somnolencia del olvido donde reposan las maravillosas obras de arte del maestro Alejandro Corral.
Sus obras se encuentran expuestas en Museos Nacionales e Internacionales. Aquí nos tenemos que contentar con estas imágenes.
Serie ‘La Historia sirve’ :
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- Agustín Morales Jiménez. El diálogo entre la tradición y la vanguardia del barro granadino
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- Javier Martín Ruiz. Relator del pop y el rock en Granada
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Próximas entregas:
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- Wilma Puentes Linares. Dancer granadina
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Profesora de Geografía e Historia
IES Padre Suárez