Gregorio Martín García: « ¿Cómo eran las fiestas patronales de Benalúa de las Villas? 1/4»

Las fiestas entonces eran poca cosa, algo de diversión y ocio. Mucho de tradición y costumbres. Benalúa de las Villas, un pequeño pueblo de municipio escaso y tierras no propias de los que las labran. De arrendamiento eran éstas y de propiedad particular, de gentes de alta alcurnia que jamás hicieron nada de mérito ni digno, para el pueblo o sus labriegos.

Eran una especie de “señores feudales”, quizá venidos a menos y viviendo lejos, en los Madriles de entonces, con sus títulos nobiliarios, presumiendo de distinción y honores y así lograr la cercanía a la Corte con actitud adulante.

Benalúa no era rico, nuestro pueblo no era de abundancia, máxime cuando en los años que aquí recuerdo y relato: los cuarenta, cincuenta y más allá de los sesenta. Tras la contienda entre hermanos todo quedó destrozado y solo había tiempo para reconstruirlo y de la ruina sacarlo, metidos ya, bien en los setenta del siglo pasado, aún andábamos en ello. Aún se pensaba en ahorrar y no tirar el escaso dinero que habían sacado de aquellas tierras, no suyas, trabajando. Sí que, había en el pueblo, cierta escasez de algunas cosas, entre ellas el dinero. Pero no era obstáculo porque precisamente en esos años el pueblo tenía más habitantes que ahora para trabajarlo.

Y la cosecha lograda de especie valía para entre los vecinos intercambiarla por aquello que necesitaban a la vez que ofrecían lo que otro buscaba. Sabio método que salvaba el sistema de economía comercial e industrial necesario en cualquier grupo social

Veamos que dice el INE (Instituto Nacional de Estadísticas): En los años cincuenta tenía unos mil ochocientos cincuenta habitantes (1.850 Hab.) y subiendo.

A principios de los sesenta, llegó a tener más de dos mil. Concretamente (2.004 Hab.), ha sido la época, hasta nuestros días en que, más habitantes tuvo nuestra villa. Actualmente estamos en los mil cincuenta y ocho vecinos (1.058 Hab.) y bajando, de ellos quinientos cuarenta y siete, son hombres y quinientas once, mujeres. O sea que, desde mil novecientos sesenta hasta el dos mil veintitrés, Benalúa de las Villas ha bajado en casi mil habitantes.

Anverso del programa de las fiestas de 1946

Eran estos motivos parte de que las fiestas de nuestro Patrón San Sebastián fueran fiestas modestas, aunque muy tradicionales y costumbristas, en las cuales se respetaban hasta los más mínimos usos, costumbres y detalles que, de antaño y hasta nosotros fueron llegando.

Liquidez había poca, pero ganas de fiesta muchas. Piénsese que entonces ni tele ni apenas radio ni otra cosa que pudiera distraer a las gentes del lugar. Nada había para compensar la falta de diversión o de distracción de la sociedad pueblerina, que llegados estos días se “tiraba” a la calle.

Tan escasa era que no se paraba al descanso, ni dominical ni otros festivos, ningún día del año. No había tiempo, no había espacio para distraerse de las faenas del campo. Era insuficiente y escaso lo que sacaban de sus labores agrícolas y con lo que consiguen habían de tener para todo un año y cumplir con el pago de la renta al dueño y amo de aquellas tierras.

Era tal el deseo que los días que restaban para la llegada de las fiestas eran, diariamente recontados y, no había comentario en el pueblo, que no fuera de esto y de lo que pensaban hacer en tales días de asueto. Qué vestimenta lucirían, cual estrenarán y, el viaje a la capital a hacerse con ella y prepararla con tiempo para las fiestas. Gozar en la verbena de veladas plenas de baile y jolgorio era de lo principal y más deseado. Entonces las barras poco movimiento tenían, por contra, la pista donde se bailaba estaba siempre repleta de toda clase de gentes bailando en ella. Orquestas no muy famosas, pero de trato cercano y de amable talante desgranaban sus notas entonaban sus acordes y así los animaban con las canciones del momento. Organizan saraos muy

Reverso del díptico con las programación

activos en la pista de bailones que al unísono se movían con aquellas canciones como: “La Raspa”, que decía así: “Arroz arroz arroz…arroz con bacalao.”, o aquella otra: “Será una rosa será un clavel en el mes de mayo te lo diré…” o “La casita de papel”. Y la muy conocida, “La Conga”.

Eso sí, entonces todos agarraditos, algunos serios ni piaban, otros hasta por los codos hablaban, pero los había más que no sabían qué compostura adoptar al saberse mirados por la gran concurrencia que cercaba la pista de la plaza.

También románticos los había. Enamoradizos y algún que otro que solo buscaba la cercanía más corta entre ambos que, la chica se encargaba de evitar a base de codos hincados en los hombros de aquel.

Bailaban chicos jóvenes con guapas mozuelas, lo hacían hombres con mujeres ya más mayores, pero también las había aquellas que no querían que nadie les tocara y entonces bailaban con su vecina que igual pensaba o que, nadie la sacaba ni la pedía y poder lucir talle y maneras en la plaza.

En los ya cercanos días del Patrón y cuando las gentes soñaban más con ello, no dejaban de preguntarse cómo lo haría la Comisión de Fiestas y si este año habría alguna novedad.

El firmante de este artículo y otros benaluenses portando a San Sebastián

La Comisión festera que por allí andaba haciendo recolecta para su organización, recogían lo que les daban o lo que, con mucho dolor de tripa, algunos se veían obligados a soltar para no hacer el ridículo en el acto de colaborar.

Igual les daban algo de dinero que una medida de trigo cebada u otro cualquier pago en especie por falta de liquidez y efectivo en el momento.

Era entonces cuando el señor David Romero Cámara a la sazón adjunto a la secretaria del ayuntamiento, cogía un papel y en acto protocolario ya muy añejo y venido de tiempos pasados, se ponía a redactar, lo mejor que podía con aquellas antiguas y vetustas máquinas de escribir, lo que sería el PROGRAMA DE FIESTAS. Que como siempre eran los días 16-17-18 del mes de septiembre y así todo el texto de tan esperado documento que informaría a todo el pueblo de sus festejos anuales.

Dicho programa tenía poco que pensar, en un folio transcrito, además de las fechas que siempre, por tradición eran las mismas, el señor subsecretario se limitaba a copiar el programa del año pasado. Ya dijimos que nuestras fiestas eran todo tradición… ¿Entonces para qué cambiar el documento que certificaron como serían estas? Pues copiado. En el papel salía un gran programa que hacía las delicias de la feligresía.

Jóvenes en las fiestas de Benalúa de las Villas, allá por 1965

Qué así comenzaba:

-Día 16 de septiembre a las 9 ’00 horas. -Repique de campanas, disparo de cohetes y recorrido por la prestigiosa banda de música del Ave María de las principales calles de la población.

Y efectivamente, a las nueve horas, un camión descargaba a una joven banda de Música en la puerta de la Posaba y formando ésta en orden de parada con su director D, José a la cabeza y con el Sr. alguacil presente.

Daba la orden de salida la autoridad presente, el alguacil D. Adalid que también velaba por el orden, y comenzaban disparando cohetes a su sonido comenzaban a voltear las campanas y la banda bien orquestada que tocaba la Marcha Real.

Con qué poca cosa se hacía la inauguración de fiestas, más barata y sencilla no podía ser. Pues a la vez era ella lo más espectacular, lo más emocionante y lo más bonito que en semejante momento pudiéramos vivir. Aquella explosión de sonido, aquellas emociones enardecidas y las alegrías disparadas hacían cara a los sentimientos, los más profundos que teníamos y en aquel revoltijo de emociones no contenidas, hacían salida de dentro del cuerpo para disfrutar aquel acto tan espectacular. Acto anual muy esperado y disfrutado.

Y así siguió en circunstancias parecidas y muy iguales a pretéritas fiestas del pueblo. El programa terminado, escrito en dos folios por el centro doblados y lañados, pasaban de mano en mano por los vecinos del pueblo que con interés leían. No se hacían más que los necesarios porque entonces no se conocía la fotocopiadora.

 

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Gregorio Martín  García

Inspector jubilado de la Policía Local de Granada y

autor del libro ‘El amanecer con humo’

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Comentarios

2 respuestas a «Gregorio Martín García: « ¿Cómo eran las fiestas patronales de Benalúa de las Villas? 1/4»»

  1. Francisco Avila

    En pocos renglones pero bien aprovechados,das una pasada a unas fiestas que no por singulares dejaban de ser muy deseadas, como describes a la perfección la llegada de la banda de música del Ave María con su director D.Jose cojeando por algun problema de alzada de uno de sus pies al que en mis tiempos de estudiante tuve como profesor de música y refrescaba su memoria hablándole de mi pueblo y se hacia en elogios y agradecimientos muy buen relato.

    1. Gregorio Martín García

      Cómo se le nota, D, Paco Ávila que vd ha vivido estas fiestas que yo relato de nuestro pueblo.
      Se nota que Vd era uno de los que recorría el pueblo detrás de la banda del Ave María.
      Se ve que Vd fue uno de aquellos niños, que sentía un cohete en aquellos días y salia corriendo a la plaza a ver qué ocurría.
      Y con seguridad que fue Vd uno de aquellos chavales que corría entre las parejas que bailaban en el chalet.
      Y cómo no iba Vd a ser de aquellos que llorando más de una vez, lo hacían para que sus padres lo subieran a los columpios una y otra vez.
      Es que yo, como Vd, de aquello se mucho porque lo experimenté

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